Hay fenómenos que aparecen como aislados, pero son parte del mismo engranaje. En el primer caso se trata de la pretensión del gobierno de Estados Unidos de grabar con aranceles a productos de otras naciones. Segundo, impuesto del 5 por ciento a remesas de migrantes. El tercero, la protección, a través del FBI, a la familia del narcotraficante Joaquín, el “Chapo”, Guzmán Loera.
El primer caso ha ido fracasando, como medida de evitar la competencia entre economías y como medio recaudatorio. El segundo poco perjudica o beneficia a México. La costumbre de enviar remesas es con cargo al migrante que sería quien vea reducido sus haberes económicos y las repercusiones estarían en las compras que realiza en USA. Ese 5 por ciento iría a parar a las arcas del gobierno gringo. En tercero, la familia del “Chapo” Guzmán, aparece más como el pago por los servicios prestados a un sector capitalista importante que crece en base a las actividades ilícitas, celosamente protegidas y ocultas por el gobierno estadounidense.
Los tres hechos confluyen en el esfuerzo gringo por levantar su economía capitalista y de gobierno. Por un lado, pretende el fortalecimiento financiero del aparato gubernamental, con nuevos ingresos, eficientización del recurso tarea de Elon Musk para reducir gastos, despedir personal superfluo y cortar partidas improductivas. Por otro lado, el gobierno norteamericano, con exceso de hipocresía, continúa promoviendo la existencia de una economía subterránea basada en actividades ilícitas que le acerca recursos para reactivar su economía, entre ellas destaca el narcotráfico.
La Acumulación Originaria del Capital, significó la separación del trabajador de sus propios medios para producir y subsistir. El proceso transcurrió por una multiplicidad de medios violentos, la conquista y colonización de América. El subsiguiente y constante proceso de acumulación lleva a una mayor e interminable concentración del Capital que se reproduce, acrecienta y muta el modo en que se realiza. Pero, no abandona métodos o herramientas, como la violencia, arrebato, robo o despojo por vías legales, corrupción o cualquier manera de apropiarse de la riqueza. Es una tendencia permanente y siempre creciente en el funcionamiento de la economía capitalista.
Este funcionar de la economía es el razonamiento que permite entender, de cara a muchos hechos que he venido exponiendo, que el trabajo propio nunca ha creado propiedad privada a niveles de gran Capital, por lo que ese no es el origen del imperio capitalista. Consecuentemente, tampoco es verdadera la afirmación de que los pobres son tales por flojos. En cambio, es lógico y visible, que en la economía capitalista se da una tendencia de disminución del número de grandes oligarcas. Justo porque es el proceso natural de la concentración del Capital. Como dice Marx, el propio Proceso de Producción Capitalista crea un Modo Capitalista de Apropiación, en el que los grandes capitalistas no solo explotan al Trabajo, apropiándose del Plusvalor, sino que también se apropian del capital de los más débiles y los destruye.
En ese contexto se ubica el papel que, en el proceso de la acumulación y concentración del Capital, juega la economía de las actividades ilícitas que practica el capitalismo de Estados Unidos mismas que, en volumen, se equiparan a toda la industria automotriz, a las que falsamente combate el Gobierno gringo y que, al contrario, promueve y administra bajo el control de organismos como la DEA, FBI y la CIA.
El expresidente López Obrador decía, en las mañaneras, que el “Chapo” Guzmán era un niño de pecho si se le comparaba con la corrupción que practicaban algunos de los oligarcas mexicanos. Habría que agregar que, independientemente de la propaganda que le hacía la revista Forbes, Guzmán Loera y su cártel nunca fueron un ente independiente, sino conectado con la red transnacional del crimen organizado, en la que fue una pieza mexicana importante. En su ausencia, la maquinaria siguió funcionando en manos del Mayo Zambada y entre contradicciones internas y enfrentamiento con los llamados “chapitos”, entre los que estaba Ovidio Guzmán.
Como parte de la propaganda de Donald Trump y su gobierno, pero sólo de dientes para afuera, se insistió mucho en etiquetar a los narcos mexicanos como terroristas y amenazar al Gobierno de México de que entrarían por ellos a territorio mexicano violando la soberanía nacional. Con la negociación que recientemente que han hecho con los “chapitos” para dar cobijo a toda su familia, cambiar identidad y protegerla, se evidencia los tratos preferenciales que el Gobierno de EEUU tiene con esta familia y de los mecanismos de “jubilación y pensión” del que son objeto, como pago por el servicio prestado al gran capital imperial. Mientras, nuestra derecha sueña, su corazón late cada que de USA critican al gobierno de México. Que bueno que no ejercen el control del rumbo nacional.