Estados Unidos ha sido históricamente considerado como la «tierra de la libertad», un destino que ha atraído a millones de migrantes en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, este mismo país ha oscilado entre políticas de apertura y exclusión, favoreciendo la llegada de trabajadores cuando su economía lo necesita y criminalizándolos cuando su presencia deja de ser conveniente para las prioridades económicas o electorales del país. Este fenómeno se ha visto reflejado en la migración zacatecana, cuyos integrantes han sido tanto mano de obra esencial como empresarios que contribuyen al desarrollo en ambas naciones.
Desde finales del siglo XIX, Zacatecas ha sido una región expulsora de migrantes a causa de la crisis minera, la falta de oportunidades y el escaso desarrollo industrial. De acuerdo con Mestries (1994), el estado tuvo una disminución de 60 mil habitantes entre 1893 y 1910, convirtiéndose en la entidad con la mayor tasa migratoria de México en la época.
En las últimas décadas, la dependencia económica de las remesas ha sido una constante. Algunos estudios indican que, entre 1992 y 1997, alrededor de 65 mil 549 zacatecanos migraron a Estados Unidos.
No obstante, investigaciones realizadas en universidades estadounidenses han demostrado que los migrantes zacatecanos no solo llegan a Estados Unidos en busca de empleo, sino que también juegan un papel clave en la inversión y el desarrollo económico, tanto en su país de origen como en el extranjero.
A través del programa Tres por Uno, los clubes de migrantes han financiado más de 800 proyectos comunitarios, desde obras públicas esenciales como alumbrado, calles y agua potable, hasta centros de salud y educación (Delgado y Ramírez, 2001). Además, algunos han pasado de ser trabajadores a empresarios, invirtiendo tanto en Estados Unidos como en Zacatecas, estableciendo negocios como restaurantes, gasolineras y procesadoras de alimentos.
La mano de obra migrante es un pilar para la economía estadounidense, especialmente en sectores como la agricultura, la construcción y los servicios. Sin embargo, EE.UU. ha implementado políticas contradictorias: mientras ha aprovechado la fuerza de trabajo migrante, también ha endurecido sus leyes migratorias.
A partir de la cancelación del Programa Bracero en 1964, la migración indocumentada se incrementó debido a la falta de medios legales de ingreso. A pesar de la criminalización del migrante, estudios recientes (Baumolian, 2020) demuestran que la presencia de inmigrantes legales tiene una correlación positiva con el emprendimiento productivo, contribuyendo a la innovación y el desarrollo económico en EE.UU.
Uno de los mayores desafíos que han enfrentado los migrantes zacatecanos es la criminalización de su presencia en EE.UU. A pesar de este discurso político que los asocia con el crimen, datos del Pew Research Center y del FBI han demostrado que no hay correlación significativa entre la inmigración indocumentada y el aumento de la criminalidad (2014-2018). De hecho, en estados con mayor población migrante, la tasa de criminalidad disminuyó en un 48 por ciento entre 1990 y 2014.
El tratamiento de los niños y niñas migrantes es otra muestra de la contradicción en la política migratoria estadounidense. De acuerdo a una investigación de Michael King (2019), las infancias migrantes enfrentan una gran indefensión jurídica, lo que los deja completamente vulnerables ante un sistema que muchas veces los trata como personas adultas, sin considerar su contexto y necesidades.
La separación de familias y las políticas de detención han convertido el sistema migratorio en una herramienta de exclusión, despojándolo del ideal de libertad y justicia con el que EE.UU. se ha promocionado históricamente.
A pesar de estos desafíos, los migrantes zacatecanos han construido una fuerte identidad binacional, que se refleja en la creación de comunidades organizadas en diversas ciudades de Estados Unidos. La Federación de Clubes Zacatecanos en Los Ángeles, la Federación de Clubes Zacatecanos del Medio Oeste y la Federación de Clubes Zacatecanos de Fort Worth, son muestra de ello, forjando importantes redes de apoyo para nuevos migrantes, así como en la defensa de sus derechos laborales y sociales.
Zacatecas también ha experimentado cambios en su estructura social debido a la constante emigración. Algunas investigaciones señalan que cerca del 10 por ciento de la población total del estado reside en Estados Unidos, lo que ha provocado una reorganización en las dinámicas familiares. Las mujeres han tomado un papel más activo en la economía local, administrando remesas que representan hasta el 18 por ciento del PIB estatal, según datos del Banco de México. Al mismo tiempo, la migración ha generado un profundo arraigo cultural, pues muchas familias mantienen tradiciones zacatecanas aun viviendo en Estados Unidos, organizando festivales y ferias anuales en ciudades como Chicago y Los Ángeles para preservar su identidad.