México es historia y hace historia. Los mexicanos somos historia que permanece, se complejiza y fluye hasta en forma subterránea, a pesar y contra un despliegue publicitario oficial que apabulla la cotidianidad con noticias de todo tipo. Fárragos de información o deformación bombardean las mentes de los mexicanos, ¿y adormecen su sensibilidad, sin decirlo, sin lograrlo, o sí? Ejemplo, la privatización de Pemex, proceso “disminuido, controlado” hasta por la denuncia pública de las casitas de la élite ubicada en la cúspide de las decisiones políticas. Su publicidad no buscó ventilar, parecía alarde y presunción de lo que se podía hacer, sin riesgo, vergüenza o restricción, desde o al abrigo del Poder Ejecutivo. Inversión – alcancía, previsión, por si alguna vez llega el tiempo de las vacas flacas a la actual élite generadora de decisiones o encargada de anunciarlas: si como ejecutivo sólo se operaran las decisiones de los auténticamente poderosos, nacionales o extranjeros, cuyos capitales “invertidos” en México, volaron a EU en cuanto allá se ofreció un margen mayor (aunque mínimo) de ganancia y fue igual, nada sucedió: ni protestas, ni corralito, ni prescripción para retener en México, la masa de capital viajero. Avanza el 2015 y la “vida” institucional va, aunque a diario se encuentran noticias que pasma escucharlas, leerlas o “verlas”, algunas espeluznantes. ¿Lo es más la realidad? Y pasado este año electoral, ¿qué sigue? Con las elecciones y el resurgimiento o reacomodo de múltiples personalidades, ¿tampoco pasa nada a la normalidad institucional? ¿Ven y les preocupan los problemas? ¿Contribuyen o generan soluciones y aquellos se resuelven? O todo sigue igual, con una dinámica de medios impuesta sobre los hechos como intentos de reprimir para sensibilizar a desistirse a los afectados, agredidos o inconformes con golpes, heridas, asesinatos, desapariciones, pérdidas de patrimonio, etc. Sin que el ministro de gobernación consiga credibilidad para sus dichos o dramatizaciones de una verdad oficial: incompleta, inconclusa o tergiversada, incluso, aunque las imágenes satelitales del voyerista mundial, vecino nuestro (de)muestren otra cosa o lo contrario.
Por lo pronto, si se recorta al gasto público y se reduce la inversión, el pronóstico de crecimiento para este año, ubicado por Banamex en 3% y en 3.9%, para el siguiente, muestra o no, ¿que la gloriosa privatización del petróleo mexicano no es tan atractiva para la inversión privada, como se esperaba? Nada buena es la merma en 6.6% del ingreso de los asalariados en el actual gobierno, ¿cómo traducir eso para Zacatecas? Falta agregar: según el Banco de México, el ingreso de la población ocupada en la economía cayó alrededor de 6.6% en los primeros 2 años del gobierno de Peña Nieto. ¿Cómo le va a Zacatecas?
Con todo, se habrá de esperar que el síndrome electoral active en algún margen la economía y que campañas y elecciones transcurran con una fuerte y dinámica promoción cívica y política, pero en paz. Un requisito estratégico, benéfico para el país, sería que los partidos políticos, más allá de su “voluntad” y escalafón, designen y formen o al revés, lo más democráticamente que les sea posible a militantes y candidatos; y armen campañas políticas consistentes con la mira puesta en la necesidad nacional de (contribuir con todo y justas diferencias) a generar una mejora política, económica y cultural para todos los mexicanos; sin ello, no hay manera de enfrentar, interrumpir, ni cooptar, con alguna posibilidad de éxito, social y popular, la recurrencia autoritaria del modelo neoliberal que los partidos políticos hoy predominantes, nacional, regional, estatal o municipalmente, impondrían una vez más. (Tal recurrencia histórica -en espiral- es tan plástica y compleja, como voluntad, verdad y objetividad aporten organizaciones políticas y actores. Semejante construcción de complejidad política, totalmente verificable, es posible de hacer emerger como novedad a pesar de lo improbable que en este momento se vea.) Con todo, la rutina en este tipo de procesos y eventos electorales es opción recurrente. Total, para la gente y su ciudadanía, para los partidos políticos, sus líderes y operadores, su pervivencia como tales depende más de las prerrogativas y sus montos concretos. Con todo, la fuerza de la tradición de la cultura política tiende en forma recurrente a imponerse a las coyunturas que la plasticidad histórica – cultural ofrece. No obstante, en el devenir histórico de sujetos y organizaciones, la posible improbabilidad de las coyunturas y de la cultura política hará lo demás para cambiar: ¿en qué sentido? ¿Qué tanto ayudan a responder eso, las 10 filosas preguntas del ciudadano Alfonso Cuarón al presidente Enrique Peña Nieto? Se impone releerlas.
En el borde: El Spauaz consulta a los profesores sobre la medida extrema a utilizar en su lucha por la revisión contractual: la huelga. Al momento de enviar esta entrega se desconoce la tendencia de la votación y el resultado. Se desea, imperen la cordura y el espíritu académico de lucha a favor de insistir, en definir y lograr mejores condiciones para el desempeño académico. Es decir: con rigor universitario, a precisar opciones. ■