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lunes, 21 abril, 2025
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■ Historia y poder

De adioses que retumban, la loca del senado y Ciro insultando desde España

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Nos advirtieron desde muy temprano que este paso por la vida tendría de todo, que, para morir algún día, nacimos el otro y entonces, no deja de sorprender o de angustiarse que haya muestras dolorosas donde se ornamenta el horizonte con profundas melancolías.

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Ha fallecido Daniel de la Llera en San Luis Potosí y días antes, Mario Arturo Ramos Muñoz en su Querétaro rebozado, Daniel, un español avecindado desde hace 35 años en la zona tunera y Mario viajando por todo el país, haciendo canciones para Plácido Domingo, Luis Miguel, José José o hasta Miguel Aceves Mejía y la pesadumbre que nos capacita es que ambos de casi 77 años, el cáncer los alcanzó, las emociones se estremecen, se apiadan del llanto, se conmueven con las trayectorias.

¿Por qué nos duele la muerte? Y quizá la primera razón es porque ya no los veremos como solíamos, la teosofía argentina nos enseñó que a la muerte debemos tomarla como un descanso, como el cese de los sufrimientos y el comienzo -ora si- de una nueva vida, pues ya de vuelta a casa, se nos proporcionan resúmenes que permiten ver la realidad desde otra perspectiva donde no existe el tiempo ni el resentimiento, se nos proporciona otro cuerpo más rejuvenecido y sin aparato digestivo y en donde el estudio y el viaje a la velocidad de la luz, es cosa seria y de muchos estudios “desde acá”, por la multitud de testimonios.

Daniel García Álvarez de la Llera fue muy diestro para las modas, la cultura, los programas de televisión, las bolsas de trabajo y los encuentros multitudinarios de artistas nacionales y del mundo, su partida conmocionó amplias capas de la población y ya por su calidad de cónsul honorario de la madre patria y por haberse revestido de esa provincia mexicana donde está el verdadero corazón de la patria y sus tumultos.

De Mario Arturo es otro estremecimiento, con el y con Daniel tuvimos acuerdos de trabajos y enlaces fraternos y mientras admiro a Elena Poniatowska con sus 93 años o a Alejandro Jodorowski a sus 95, digo incesante lo que muchos espiritistas españoles aducen: todo está ya escrito en la página de nuestras vidas, hasta el más mínimo detalle,-firmada también la despedidad- así y con todo el libre albedrio, donde “tus pensamientos no son vuestros”, redefino la experiencia de haber conocido a gente inolvidable.

Mientras, el país se emociona hasta la saciedad de ver como la derecha mexicana se explaya en un mar de barbaridades, por un lado la senadora oportunista por Sonora, la plurinominal Lilly Téllez, conocida popularmente como “la loca del senado” o la “desquiciada!”, sigue importunando con su vergonzoso lenguaje torpe de acusar sin mostrar prueba alguna y de hundir cada vez mas a la poca credibilidad que los panistas mantienen en la opinión pública.

Pero ella es aconsejada y guiada por una mano que mece la cuna de la discordia, lo soez, lo iracundo, la repetición constante de infamantes libelos que buscan el descrédito del oponente y por el contrario, se les retacha y los envuelve en ser parásitas y zánganas de gran calado y sin sapiencia alguna.

Por el otro el caso del malandrín de Ciro Gómez Leyva que, desde su cómoda estadía en España, se pelea públicamente con el destacado Epigmenio Ibarra y sentándolo en el banquillo de los acusados para que respondiese a supuestas acusaciones, donde el se puso el saco y después no sabia como huir de la ratonera de sus propias encomiendas. Y tiene bastada razón Epigmenio en exigirles un poco de humildad y de razonamiento a quienes, desde su posición de prensa ultra vendida y aliada, -esa si-al crimen del calderonismo contra la población mexicana fueron veedores ante el saqueo descomunal de las arcas públicas y  cómplices y beneficiarios directos.

Así el panorama de estridencias y de despedidas, de avisos inoportunos y de reforzamientos de la voluntad humana de sobreponerse, de que todo lo que vendrá será a bien extraviarse en las miles de páginas que a diario se escriben en los diarios del mundo.

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