Ricardo fue detenido junto a Julio Hernández López en los bombazos de 1975, figuran en fotos donde otros lideres estudiantiles fueron tratados como criminales, vejados, estigmatizados, fluidos en el descrédito y el miedo, las golpizas morales, los manotazos reales, el asecho de las verdaderas tiranías. Luego, se hizo fácilmente al lado del priismo, fue su funcionario fiestero, su adalid, su casa durante más de 50 años.
Seguido me habla para reprocharme que el verdadero comunista fue y es el, que el profesor Carlos López Torres nunca fue líder del Partido Comunista Mexicano, que no lo torturaron nunca y que su ida a la Unión Soviética para que lo curaran de las madrizas, solo fue parafernalia y en cambio el, fue inmiscuido en grupos guerrilleros, directamente con la famosa liga comunista 23 de septiembre y así.
Seguido me habla para denunciar ante mis oídos que yo y julio y Carlos fuimos y seremos navistas y que esa fue nuestra lucha. De Inmediato le espeto: nel, conocí y traté al doctor Nava durante años, traté de conocer de la historia de sus abuelos, sus padres, su misma leyenda de escueto oculista de consultorios pueblerinos, repartiendo siempre su lucha cívica, luego aún más, con su esposa Conchita, con la que traté cosas más profundamente humanas, familiares, muy de casa y de nosotros los potosinos regiomontanos y juarenses y chilancos.
Ricardo Moreno Barajas es símbolo de muchas osadías, no es pretexto para ser un independiente o un recapacitado, cree profundamente en la cuarta trasformación y admira todo lo que sature a los oídos del cabecita blanca y sus luchas proletarias, campesinas, de colonos y estudiantes, ley de la calle y subterfugio de intelectuales de bien que fueron reconvenidos a luchar por el kilo de tortillas o los totopos con frijoles negros zacatecanos, ley de vecindades y tugurios para que los perros de la calle también fueran defendidos, búsqueda incansable, nunca la mentira rotunda, ni feraz, ni aburrida, menos disecada.
Tema es que Ricardo seguido me habla para echarme en cara que el si fue un verdadero luchador de izquierda y que sus 55 años dentro del priismo nacional solo fue un medio y no un fin, yo le dije que mi abuelo fue dos veces senador y diputado federal en dos ocasiones por ese partido, que ser de ese partido o el servicio público no es sinónimo de vergüenza o agandalle pero que eso si: jamás de los jamases desde los 15 años de edad tuve el arrojo o la turbiedad de buscar puestos públicos o prebendas en el sordo y egoísta gobierno y sistema, por el contrario, siempre del lado del pueblo más pobre y errabundo, arrabalero y miserable, de las tomas de tierra, huelgas, paros universitarios, imágenes de la aurora de las colonias proles de Durango y Chihuahua o de Mérida o Tamaulipas.
La nación entera.
Ese mi orgullo, mi desquicio, luego, el continente para mi solito.
Bosque durísimo, la vehemencia mexicana se fundaba en la seguridad de que nuestra lucha venia de las cañadas de los lobos que habían existido desde hacia muchos años para ser siempre compartidos y serenos, la lucha se daría por la vía democrática y ahí fuimos con la guitarra y los poemas y el teatro popular y la oratoria y su guardadito de memorias, historias apoyando directamente la manifestación, la cancha de los madrazos, la exigencia de resultados que gobernaran y no solo el discurso maloliente de las bohemias interminables y los choros echados en la flojera comodina.
Para nosotros fue muchas veces la cárcel, la tortura, el asedio, la pobreza extrema, el abandono, pero, neta, siempre con la fiel batalla de que solo éramos y somos parte inolvidable y guerrera y muy combativa y cantadora de una gran nación como la nuestra.
Ricardo es siempre admirable, es nuestro sensei y (mashi otabalo) salen y brotan reflexiones acerca de la derecha mexicana que cada día se hunde más y más para desesperación de comentaristas y lectores de noticias, arruinándose segundo a segundo, pero sin escatimar que la zozobra que se vive es- según su cinismo e ironía testaferra y nauseabunda- causa de la cuarta morenista y aliados y no de ellos mismos que encumbraron el crimen y el saqueo y el desorden en las administraciones públicas.
Moreno Barajas: un mexicano a la intemperie, un buen sabueso -como me decía el arzobispo Szymanski cuando trabaja para la radio y lo seguía por toda la ciudad para que diera su opinión por los presos políticos indígenas de la huasteca- y que en sus narices huele mas la fama propia ilusoria y echadota y no la lucha permanente, sino la entrega apasionada y decidida de un pueblo y una nación en permanente lucha y muy contestatario.
Se vale cambiar.
Se vale la regeneración.