9.5 C
Zacatecas
martes, 22 abril, 2025
spot_img

De la amenaza a la autocrítica

Más Leídas

- Publicidad -

Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Ayer se cumplieron cinco años del homicidio de Javier Valdez y en marzo pasado, cinco años del de Miroslava Breach, ambos corresponsales del periódico La Jornada (uno de Sinaloa, la otra de Chihuahua).

- Publicidad -

Los dos casos de estos periodistas asesinados claramente por el ejercicio de su oficio fueron ya investigados, e incluso algunos de los responsables sentenciados.

Pero no todos, en ambos casos faltan aquellos a quienes las autoridades señalan como autores intelectuales. En el de Miroslava sigue prófugo, y en el caso de Javier Valdez incluso permanece como testigo protegido (por otros delitos) en Estados Unidos. Sí, protegido en el país que demanda más protección a periodistas en México.

Es el país que tiene también preso a Julian Assange, quien creó Wikileaks la plataforma que desentrañó delitos y crímenes de Estado en diversos países, entre ellos el asesinato de Namir Noor-Eldeen y su conductor, Saeed Chmagh, el primero de ellos fotógrafo de la agencia Reuters que murió a manos del ejército de Estados Unidos, cuando le dispararon desde un helicóptero.

Por la persecución de ese país, Assange tiene ya más de diez años encerrado, inicialmente en la embajada de Ecuador en Gran Bretaña en carácter de asilado, y luego detenido en este último lugar en donde vive la amenaza de ser extraditado a Estados Unidos para ser juzgado por espionaje.

A pesar de tener esa deuda histórica, ese país que se asume como policía del mundo, presiona selectivamente en los casos de periodistas que viven amenazas por su labor.

México no es la excepción, y además de los intereses geopolíticos, eso es posible por los cientos de periodistas asesinados en los últimos años, a los que se podría sumar quienes viven otras maneras de silenciarlos.

Todo ello ocurre con relativa indiferencia social multifactorial, bien sea porque ya se encuentra bien interiorizado el individualismo capitalista, por el temor mismo de unirse a la estadística violenta, la falta de empatía, o incluso, hay que reconocerlo, porque en alguna medida, dicho gremio no ha conquistado el afecto y la solidaridad social que tienen otros sectores.

A nadie le gusta escuchar esto último, pero es que ni ética ni la responsabilidad se reparte por gremios, y como en cualquier otro, en el periodismo pueden encontrarse sí quienes ejercen el oficio con nobleza, y veracidad, pero también quienes lo hacen con ánimos de manipulación y beneficio propio, bajo el manto protector de llamarse periodista.

Además de ello, incluso con la mejor voluntad, la inexperiencia, la costumbre de las malas prácticas, la presión de la competencia, y la avidez por la nota, puede hacer cometer fallas que echan por la borda la lenta y constante construcción de credibilidad.

Así le ocurrió la semana pasada a Azucena Uresti, la conductora de Milenio de cuyo teléfono salió un mensaje en el que se asumía “del lado de la fiscalía” en el caso Debanhi, y que por error llegó al celular del padre de la jovencita cuya muerta ha sacudido a Monterrey.

Eso, terminó por convencer a muchos de que la periodista trataba el caso de tal manera que “lavaba la cara” de las autoridades, pues días antes ya había sido polémico el manejo que había dado a unos vídeos filtrados sobre las últimas horas de vida de la muchacha, en los que indujo a pensar que había consumido drogas la noche de su muerte, con una selección de palabras que daba la impresión de querer justificar su homicidio.

Este como muchos otros casos, se suma a las historias penosas del periodismo mexicano en los queda patente la falibilidad del periodista. Nada que no suceda en cualquier ocupación, sino simple naturaleza humana.

Lo que sí es diferente es el poco margen que se deja a corregir y a la autocrítica, y para huir de éstas se habla a botepronto de linchamiento y persecución.

Nada de ello suma a las audiencias, y mucho daña sí, al propio gremio que no deja de reprochar la indiferencia social.

Diferenciar con ecuanimidad y verdad lo que se asume como amenaza a la libertad de expresión le daría proporcionalidad y quizá conquistara algo de la solidaridad social que hoy desde el gremio, mucho se reclama.

- Publicidad -
Artículo anterior
Artículo siguiente

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -