A las mujeres se les ha incluido en el discurso hacia el impulso del desarrollo de la equidad de género, para ello, hay que tener en mente que hay desafíos, dificultades y limitantes en la participación de las mujeres.
Algunas cifras, en Zacatecas, las mujeres en el cuarto trimestre del año 2014 constituyeron 51.7% de la población total del estado que ascendía a 1’568,146 habitantes, asimismo el 48.3% corresponde a los hombres, según, STPS-Inegi. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
En el contexto de la fuerza laboral ésta se constituye por las personas que participan en el mercado de trabajo, ya sea que lo hayan encontrado o no, las mujeres ocupadas en el trimestre antes citado en la entidad se señala ascendía a 37.8 % frente a un 62.3%, de hombres, asimismo se señala que la población de mujeres desocupadas era de 35.5% contra 64.5% de hombres.
Estos referentes nos muestran que nos encontramos con una brecha laboral que profundiza la masculinización de la oferta de trabajo y los accesos a mejores espacios, los diferenciales se observan en las actividades agropecuarias de un total de 168 663 personas, las mujeres representan 11.6% de ocupación frente a 88% de varones, y en las actividades secundarias poca es la presencia de las mujeres, sólo en la rama de actividades terciarias las mujeres tienen presencia en el comercio con 53.1% , frente a 46.9% de un total de 116,061 personas insertadas en esta actividad.
Cabe resaltar que la tasa de informalidad en la que se insertan las mujeres a lo largo de los años que van de 2005 a 2014, se ha mantenido por abajo de la tasa de informalidad masculina en términos porcentuales de 65% a 70%. Frente a estos datos no resulta extraño encontrarse con la discriminación laboral, lo que profundiza las ofertas de trabajo y los accesos a mejores espacios. Los esquemas de desigualdad laboral se observan indistintamente en lo público y lo privado, lo cual constituye un fenómeno de injusticia social, dada la relevancia del papel de la mujer en la formación de valor.
La discriminación salarial es un elemento diferenciador que reproduce estrategias intocadas con la finalidad de que se mantenga el mismo estado de cosas. La economía se criminaliza cuando se convierte a la mujer en una especie de micro sociedad irrelevante a la que se le escamotean los derechos y el acceso a un índice de calidad humana aceptable.
En Zacatecas las mujeres reciben un ingreso promedio mensual de $4,351 pesos, para los hombres su ingreso promedio mensual es de $5,592 pesos la media nacional es de $5,126 pesos, según la evolución de indicadores laborales del cuarto trimestre de 2014, igual se observa la misma perspectiva a nivel nacional, en ningún estado de la República mexicana las mujeres están por encima del ingreso de la media nacional, sin embargo los niveles de educación influyen en la aceptación de la mujer en el ámbito laboral aunque es reducida.
Entonces desde la perspectiva económica se requiere revisar una política pública que incida en una distribución progresiva del ingreso, materializado en una percepción mayor, que posibilite a las mujeres escapar de la precariedad salarial y con ello alcanzar a satisfacer necesidades como la formación académica, la culturización y ocio productivo.
Muchas de las políticas públicas con sentido de género han propiciado una avalancha de propuestas para acceder a financiamiento público pero olvidan que esas propuestas no tendrán efectos multiplicadores si no van acompañadas de una real educación de negocios, administración y apertura de esquemas de comercialización. Los enfoques discriminatorios serán anulados en base a procesos de creación de conciencia a base de talleres, uso intensivo de tecnologías, diplomados etc., urgen salidas inmediatas al desempleo de las mujeres, con condiciones de trabajo apropiadas, la independencia, la convivencia y la perdurabilidad de las relaciones entre las personas pasa por tener acceso a un ingreso. Pero este ingreso no debe ser bajo pérdidas laborales-salariales para las mujeres.■