No hay quietud, ni debe haberla en cuestiones tan relevantes para México como la educación que ocupa a todos como sujetos y objetos de la misma, por ser o haber sido “educados” igual, como una mayoría de mexicanos. Aún no se puede decir TODOS, ¿ni con igual calidad? La educación es problemática, se recurre a ella, desde motivaciones diversas y educar no ocurre sólo en las aulas, sino en muchos terrenos fuera de ellas y desde varias significaciones e instancias se procura influir la educación de los mexicanos o influir a todos con ella. Ante esta actual imposibilidad, ¿a cuántos fuera de ellas, los “educan” Televisa o sus pares? ¿Quién les pide cuentas?
La importancia de esta “empresa” política, como el signo, el sentido y el modo de educar, no es lo de menos porque las instituciones educan parcelas de humanidad de los mexicanos, desde sus puntos de vista, algunos peculiares, por ser propios de instituciones que no ceden en su tema, al grado de llamar a eso, doctrinas y convertirlas en ejes de educación, mediante su normado ejercicio. Los métodos han variado, desde la dulzura y dureza, a los excesos terroríficos “educativos” de la Inquisición: verdadero espanto colectivo, hasta los “diablillos” huirían a eso.
Con todo, cualquiera sea la formación educativa y la teoría personal del actual Secretario de Educación, uno se maravilla de la modernidad tan troglodita con que adorna lo que él llama EVALUACIÓN EDUCATIVA. Un corcel más del apocalipsis que reina en su mente y al que trata de convertir en su brazo derecho, no para contener al magisterio, sino para abrirse paso, mediante esa reiterada actuación, en la mente de la gente, la ciudadanía, porque algo le ocurrió, como en los evangelios a Saulo. No se cayó del corcel de la SEP, sino que a raíz de semejante “vislumbración”, no cesa de evaluar a las distintas policías que con tanto a asistir sus “evaluaciones”, su aprendizaje los llevaría a cambiar de profesión, si fueran maestros. Con un secretario, así, que los ha llevado a tantas evaluaciones, en ellas, son los mejor (equipados) y de ellas han salido bien calificados, por el Señor Secretario. Si se necesita reprimir, reprimen. Si se necesita contener, contienen.
¿Qué y quiénes deberían ser los maestros para ellos? Como ciudadanos mexicanos, ¿alguien a proteger y apoyar para que puedan prepararse mejor y desplegar la educación con sus alumnos, en un ambiente de paz y tranquilidad con aulas dotadas de lo básico para aprender? Por supuesto que NO. Al señor secretario nuño se le enredaron las pitas ¿su ego?, ¿su mente? desde que lo distraen y atraen, en el panorama nacional que a diario surca, con sus ejércitos de policías, de a pie, o montados o motorizados, augures de augurios telvisivos que, de adrede o no, de muchas líneas ágatas o pocas, da lo mismo: lo importante es el ruido, no el canto de sirenas académicas, sino de entes que se mueven en alturas y abismos, y de pronto se dieron cuenta de que al señor secretario de educación y su historia, más presente que pasada, lo han dotado de un perfil hasta presidenciable, ¿por qué, no? Y sin querer, uno se da cuenta por los medios, que el señor secretario de educación se esmera en mandar la caballería y a sus jinetes, armados hasta los dientes, contra un magisterio “rejego”, resistente a ser aculturado, por sus evaluaciones. De recién, las tropas del secretario, transportadas hasta en helicóptero, lucen primorosamente vestidas y armadas con perfección, listas para combatir. No sea que de algún libro se salga de control el poema Suave Patria de López Velarde y lo descalabre, u otro. La poesía del zacatecano, no se opone a residir en los computadores de profesores y alumnos. Pero eso requiere tranquilidad de espíritu, difícil de obtener por una terrible situación interna del secretario nuño, desde que se le mencionó como presidenciable o más aún como el presidenciable favorito o más cercano a Peña Nieto, en ese mítico cosmos, aún presidencialista (¿y televisivo?).
Sin echar “malas” a Nuño, sino buenas, imagine a la policía montada y equipada, no en el recinto donde rindiera eventual protesta como presidente electo, sino imagínela antes, durante la campaña, en todos los mítines, muchos o pocos, a donde el hoy secretario de educación fuera para recabar un voto que, ojalá, no esté ya en las entrañas informáticas de las máquinas que van a procesar los votos de la próxima elección presidencial. Si Felipe Calderón, hizo el truco a AMLO, ¿qué puede impedir usar una más avanzada tecnología para evanescer desde hoy, los votos a emitir en la próxima elección presidencial? Para calderón, ¿fue cuestión de manipular un algoritmo? ¿Y ahora?
Al cierre: Ningún universitario se va a envolver en la bandera de la UAZ y lanzarse al vacío como héroe. La UAZ no necesita héroes, sino debatir y construir nuevas formas académicas para trabajar e innovar. Está equivocada, Señora. ■