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domingo, 20 abril, 2025
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■ Historia y Poder

México, un colapso de muchos decenios

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Lo que el pueblo mexicano enfrenta no es solo la violencia saturada sino a quien la alentó y fabricó de manera descarada y bajo intereses complacidos por el dinero sucio, el tráfico de influencias y el enriquecimiento ilícito.

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Somo uno de los países más politizados del mundo, nos hicieron tantas fechorías durante tanto tiempo que aprendimos -como decía Bertolt Brecht- a temerle, más que a la muerte, “a esta vida amarga que llevamos”.

Siempre lo supimos: los grandes capos de la desgracia estaban enquistados en los gobiernos federales y locales, priistas y panistas energúmenos y traicioneros de la constitución y desde 1958 sabíamos de las atrocidades de las guardias blancas, la guerra sucia con el pretexto de las guerrillas y el falso comunismo, asesinar a mansalva a lideres estudiantiles y obreros, aventarlos desde avionetas al mar, las torturas, las masacres masivas y un sinfín de barbaridades propias de regímenes despóticos y de verdad inhumanos y pendencieros.

La historia nos enseña que los movimientos populares son los que han logrado que el humanismo y la justicia intervengan en favor de millones de pobres, muchas trabas hemos encontrado, con apenas 2200 días en el poder nacional, la llamada cuarta transformación intenta por todos los medios posibles y constitucionales, contrarrestar tantos años de políticas incorrectas que enfermaron a millones y los enfilaron al peor de los envilecimientos y la cosificación de su sufrimiento.

Venimos del infierno y aun muchas situaciones prevalecen: la derecha que incendió al país exige y miente, apura que todo sea arreglado lo más pronto posible, según ellos, apenas descubren un país donde la extorsión y el crimen se abalanzaron con el cobro de piso, los campos de exterminio, el reclutamiento forzoso y cuando desde hace por lo menos 30 años, eso lo supimos, ya en Michoacán, Chihuahua, Sinaloa, Guanajuato y en muchos otros estados del país donde la ley nunca estuvo del lado de la gente sino de los criminales que siempre fueron inducidos al trasiego de drogas al país más drogo como lo es el vecino del norte.

Siempre hubo muchas denuncias y hechos horrorosos, permanentemente hemos entendido que el estado hermano de Jalisco es de los más explosivos y peligrosos, que, en Guanajuato y Veracruz y San Luis Potosí y Zacatecas, abundan las fosas clandestinas. Recuerdo en 2012 en el aeropuerto Internacional de la Ciudad de México me encontré al entonces obispo de Zacatecas el sacerdote Carlos Cabrero y me sentenció: todo Zacatecas y San Luis está lleno de fosas comunes, inocentes víctimas de robos, asesinatos, la maldad enquistada como forma de vida.

No es este un rosario de barbaridades sino un espacio para que entendamos que la derecha mexicana está colapsada y avienta piedras e infamias por todos lados y son ellos los que contribuyen a que siga esa pesadilla histórica de Allende Coahuila donde en 3 días, los cárteles asesinaron en venganza a más de 500 personas inocentes y los Moreira ni el presidente movían un pelo para no despeinarse en su confort. La derecha anhela con contundencia confundir a la gente, endilgar infamias y seguir en la óptica miserable de ser mezquinos y odiadores profesionales.

Todos hemos entendido la barbaridad de las cárceles mexicanas, de los sucesos desastrosos que han deprimido a grandes poblaciones, pero nunca han perdido la fe y la esperanza de que esto cambien para siempre y nuestro país sea un ejemplo de pasar de lo difícil a una zona diferente.

En su lecho de muerte el libertador Simón Bolívar, sostenía que era muy difícil que los pueblos americanos cambiásemos y que perduraría por mucho tiempo la maldad, el desorden, el pecado de la esclavitud del hombre por el hombre, pero que debíamos ser siempre optimistas y pelear día a día.

Hoy esa zona libertaria -Colombia, Venezuela y Brasil- están hermanados por cuidar la naturaleza sin fronteras y la gente se otorga así misma igualdad en las oportunidades y el desdibuje de la insidia y la maldad intrínseca.

Algún día México y el pueblo hermano de los Estados Unidos de Norteamérica harán lo mismo y seremos fronteras increíbles donde por fin ceda el malestar y se erijan ciudades y países con verdadera felicidad olvidando para siempre el encono y la diatriba y las perversidades humanas.

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