El presidente Donald Trump y sus aliados antimigrantes descarrilaron un acuerdo bipartidista en el Senado para resolver la situación precaria de cientos de miles de dreamers, mientras que otras tres medidas fracasaron en la cámara alta, incluyendo la favorecida por el presidente, dejando en limbo el futuro de la comunidad inmigrante en este país otra vez más.
Lo más urgente, y lo que motivó este debate sobre migración, es la situación de unos 700 mil inmigrantes indocumentados que llegaron al país como menores de edad y que fueron temporalmente legalizados y protegidos de la deportación por un programa ejecutivo implementada por Barack Obama conocido como DACA, conocidos como dreamers. Trump declaró en septiembre que anularía ese programa a partir del 5 de marzo e invitó al Congreso a buscar una solución permanente para los dreamers (cuya mayoría es de origen mexicano).
El Congreso ha fracasado en lograr un acuerdo desde entonces, y esta negociación en el Senado parecía ser la ultima oportunidad este año.
Sin embargo, dos fallos de jueces federales han congelado de manera temporal la orden de Trump para cerrar el programa y con ello, los legisladores podrían contar con un poco más de tiempo para intentar buscar algún consenso o solución interina.
Un grupo bipartidista de legisladores encabezados por la republicana Susan Collins propuso ofrecer un camino a la ciudadanía a unos 1.8 millones de dreamers (los 700 mil bajo DACA más otros 1.1 millones que cumplen con los requisitos para ser beneficiados bajo ese programa) a cambio de aprobar 25 mil millones de dólares para seguridad fronteriza incluyendo el muro de Trump a lo largo de una década (y no de inmediato como desea Trump), pero que no incluía otras demandas de la Casa Blanca en medidas para limitar de manera severa la inmigración legal, y esa medida obtuvo 54 votos, con 45 en contra, 6 votos menos de los 60 requeridos bajo las reglas de la cámara alta para avanzar ese proyecto de ley. Eso se consideraba como la medida con mayor posibilidad de éxito este año.
El plan de Trump -a cambio de la legalización de hasta 1.8 millones de dreamers, los 25 mil millones de dólares en fondos de inmediato para la seguridad fronteriza y el muro, nuevos límites para reducir el flujo de la inmigración legal a través de reunificar familias y el fin a la llamada lotería de diversidad -sufrió una derrota decisiva y hasta vergonzosa para la Casa Blanca en Senado, con sólo 39 votos a favor y 60 en contra.
Otras dos medidas más limitadas también fueron rechazadas, con ello concluyendo esta fase de negociaciones en el Congreso y dejando en las tinieblas no sólo a los dreamers, sino a millones de inmigrantes mientras continúan las tácticas crueles de detención y deportación por el gobierno de Trump. Los arrestos de inmigrantes sin historial criminal se han duplicado este año, reportó el Washington Post recientemente.
Trump ya había amenazado que cualquier medida que no fuera la suya sería frenada. Y cumplió con la amenaza: la Casa Blanca y el Departamento de Seguridad Interna impulsaron una intensa ofensiva pública y privada para derrotar la medida bipartidista. El presidente calificó la medida bipartidista como “una catástrofe total” y amenazó con detenerla con un veto, y además la Casa Blanca emitió una declaración afirmando que ese acuerdo “era una política peligrosa que dañará a la nación”.
Líderes de ambos partidos intercambiaron insultos y acusaciones sobre quién es el responsable de dejar a los dreamers desprotegidos. La mayoría de los políticos -incluyendo el presidente- se ven obligados a decir que apoyan a estos jóvenes ya que más de 80 por ciento de los estadunidenses favorecen la legalización de los dreamers según múltiples encuestas.
No quedó claro, después del fracaso del Senado hoy, cuál y cuándo será el próximo paso para los dreamers y sus comunidades.
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