La grave crisis internacional provocada por los bajos precios del petróleo, algunos excesos y la falta de gestión adecuada, han puesto en predicamento las finanzas de Gobierno del Estado y a la Universidad Autónoma de Zacatecas. Todo ello lesiona gravemente la salud financiera de nuestra entidad.
El petróleo cambió al mundo, lo que en su momento fue administrar la abundancia, cuando el precio del crudo se cuatriplicó, mejoró significativamente los ingresos del Estado y atrajo desarrollo; hoy nos obliga a revalorar y repensar las acciones a emprender, porque nuevamente los precios del petróleo, cambian al mundo pero a la inversa.
El horizonte económico no es alentador, ni para el gobierno, ni para la Universidad. Nadie cuestiona que las universidades son fundamentales para el progreso de nuestra tierra, pero de la Universidad se esperan resultados que no puede dar, sin las gestiones necesarias.
Está frente a nosotros un gran reto, superar esta crisis nos ofrece la oportunidad de implementar políticas de corresponsabilidad y colaboración, que nos hace repensar nuestro quehacer, y nos ilusiona a la vez, para ir lejos más lejos, a través de nuevos caminos, pero no sólo para salir de la crisis, si no para proyectar juntos un futuro compartido desde ya.
Cada inicio de administración cambia la correlación de actores involucrados y genera esperanza de un mejor horizonte colectivo. Podrá ser el inicio de una nueva relación entre la Universidad y el Gobierno, una relación de colaboración entre académicos, investigadores y estudiantes con el Estado, pero además se deberá incorporar a la iniciativa privada para completar la Triple Hélice.
La Universidad tiene mucho que ofrecer a la iniciativa privada, y no se tienen los suficientes nexos para una mayor coordinación. Sin embargo, para que las empresas privadas recurran a las universidades, deben tener incentivos para invertir en investigación y desarrollo y es donde entra el Estado.
La Universidad y la investigación son motores fundamentales de la innovación, el desarrollo, la dinamización social, cultural y económica. Para ello es fundamental el apoyo a las universidades, el acceso al conocimiento y su transferencia a la comunidad.
Con pleno respeto a la autonomía, una de las primeras actividades después de garantizar la solvencia financiera, deberá ser la actualización de los programas tradicionales, la creación de programas educativos novedosos acordes a las nuevas áreas de conocimiento, con una vinculación entre los contenidos curriculares de los programas educativos y las demandas de los sectores social y productivo.
Que fomente una buena educación para la formación de las personas del sector rural e incrementar sus capacidades técnico-productivas y empresariales.
Una buena educación en la salud que impulse una política basada en la prevención.
Una buena educación en el turismo, para mejorar los servicios que ofrecemos en la entidad.
Educación para logar la paz, que nos reconcilie, porque la mejor arma de combate frontal a la inseguridad es y seguirá siendo la educación.
Es la educación la que nos reintegra con la naturaleza, y con la información adecuada nos ayudará a prevenir los efectos del cambio climático.
Es la educación la que nos hace mejores servidores públicos, con la debida capacitación para atender desde las instituciones del gobierno a los requerimientos de las nuevas realidades de la sociedad.
La educación nos hace mejores vecinos y mejores ciudadanos. La educación hace y da empleos, construye democracia, nos hace justos y da mejor vida.
Es la educación en conjunto con la ciencia, tecnología e innovación pilares del desarrollo económico y social sostenible.
Por todo ello, debemos hacer de la política educativa, una política estable y de largo aliento, una política de Estado, con el Estado y la iniciativa privada. Es la Educación, la mejor estrategia para elevar la movilidad social, la prosperidad y el bienestar general, desempeña un papel clave para proporcionar a las personas los conocimientos, las capacidades y las competencias necesarias para participar de manera efectiva en la sociedad y en la economía.
Estamos llamados a expresar nuestra voluntad creadora, nuestra iniciativa, capacidades de transformación, curiosidades y talentos. Todos juntos.
Tanto la Universidad, como la Administración pública, requieren de una reestructuración Administrativa y Programática – Académica. La Universidad y el Gobierno, deben experimentar transformaciones, ser corresponsables, colaborativos, pero siempre respetuosos entre sí. Debemos trabajar diferente, pero no como slogan, si no como necesidad para sobrevivir, primeramente, y después para ser autogestores del desarrollo compartido. ■