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martes, 15 abril, 2025
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■ La vicepresidenta lamenta no contar con el respaldo de su gobierno

La política debe seguir abierta a la población negra: Francia Márquez

■ La izquierda en Colombia también es racista; quieren invisibilizarme

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Por: La Jornada •

La vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, mide los propósitos cumplidos y los pendientes del primer gobierno progresista de su país, cuando ha transcurrido más de la mitad de la administración de Gustavo Petro. Le quedan 16 meses y sostiene: “Me tengo que asegurar de que esta puerta que yo he abierto al futuro, para las niñas negras, para mis nietas y mis nietos, para la juventud y los grupos vulnerables, no se vuelva a cerrar.

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Por eso actúo con transparencia y autocrítica.

Destituida recientemente como titular del Ministerio de Igualdad y Equidad que ella formó, confrontada con varios miembros del gabinete y distanciada del mandatario, puntualiza:

Valoro el liderazgo del presidente Petro. Siempre lo he visto priorizando cómo llevar justicia y mejoría a la vida de la gente más vulnerable, no pensando en invertir para enriquecer a otros. Y cuando se han presentado actos de corrupción, él mismo ha salido a denunciarlos. En otros gobiernos la corrupción se callaba y se toleraba. Nosotros no defendemos corruptos.

Acto seguido, apunta: Desgraciadamente, esto sí lo voy a decir: no he contado con el respaldo de mi gobierno, que llegó a la presidencia acompañado por una mujer negra por la cual la población votó masivamente. No he visto ese apoyo que le de voz a mi liderazgo.

Desde los primeros días de su mandato fue evidente que Francia Márquez aportaría a su gestión un ingrediente poco usual entre los políticos, sean progresistas o conservadores: ser autocrítica, hablar con franqueza, atreverse a cuestionar desde adentro.

“Pues sí. Nunca me he caracterizado por guardar silencio. Desde niña en mi casa he alzado la voz cuando creo que hay que levantarla. Y no por estar en el gobierno voy a dejar de decir lo que me parece que no está bien, del mismo modo que aplaudo lo que me parece que sí. Reconozco los avances, pero también los errores.

Crecí en un territorio, en las montañas del Cauca (suroccidente), donde a las mujeres les tocó enfrentarse a grupos armados y defender a sus hijos para que no sean reclutados. En esas condiciones se aprende la valentía.

En medio de una tormenta política que se generó por criticar frontalmente y en cadena nacional al presidente por haber readmitido en el gabinete a dos ministros (Laura Sarabia, nueva canciller, y Armando Benedetti, titular del Interior, quienes anteriormente habían sido despedidos por verse involucrados en escándalos), la vicepresidenta viajó a México para asistir a un panel internacional de políticas afrodescendientes. Antes de volar de regreso a su país sostuvo una entrevista con La Jornada.

La izquierda también es racista y patriarcal

Del cumplimiento de la palabra empeñada, enumera los logros que le parecen más significativos: el reconocimiento constitucional de la población afrodescendiente; la creación de una comisión de reparación histórica para superar los efectos del racismo, la discriminación racial y los procesos de esclavitud; el hecho de haber levantado en apenas año y medio un Ministerio de Igualdad y Equidad sin respaldo del Ejecutivo y el haber impulsado una estrategia de reconexión con el Sur global, ampliando las relaciones diplomáticas con África.

–¿Sigue funcionando el Ministerio de Igualdad aunque usted ya no esté al frente?

–Claro. Tener un Ministerio de la Igualdad en Colombia, que es el país más desigual de la región, es una necesidad. Es un tema del que ningún político se podrá zafar fácilmente en el futuro.

Al revocar el decreto mediante el cual fue creado este ministerio, la Corte ordenó que el proceso se tiene que reponer antes de 2026. Petro nombró al antropólogo Carlos Rosero en lugar de Francia Márquez.

–Ha hablado de los errores del gobierno. ¿Cuáles han sido?

–Hay varios: uno de ellos es haber permitido que personas que no vienen del movimiento de fuerzas progresistas formen parte del gobierno. No digo que no seamos plurales, pero algunas de esas personas han llegado a hacer daño a un gobierno que significa esperanza.

–¿El ser tan franca ha tenido algún costo para usted como vicepresidenta?

–Bueno, soy una mujer negra y aunque esté al lado de la izquierda, la izquierda también es racista y patriarcal. Hay muchos que de este lado quieren que yo no logre mis metas, que mi liderazgo no sea visible, que no se me reconozca. En el Ministerio de Igualdad el presidente no me entregó presupuesto para llevar resultados concretos a los territorios. Me han tratado de inútil, de incapaz. Yo no llegué a la vicepresidencia solamente para crear una institución, llegué a gobernar junto con el presidente. Yo aporté muchos votos en la elección.

Reconectar con África

–¿Cuándo se ha sentido atacada?

–Una vez, cuando le dije al presidente que quería avanzar en una estrategia de reconexión de Colombia con el continente africano poniendo en el centro otra visión geoestratégica.

Es lo mismo que ha estado haciendo Lula da Silva en Brasil. Pero esa misión exacerbó el racismo. Me atacaron de la manera más absurda. Dijeron que me había ido de safari. Pero sé que mañana los colombianos van a agradecer esta diversificación de las relaciones.

–Tiene una larga trayectoria de lucha y resistencia. Ha trabajado en el campo, en la minería, en el servicio ¿Cómo la forjaron esos aprendizajes?

–Crecí en una montaña rodeada por dos ríos, el Cauca y el Ovejas. Mi comunidad es la vereda de Yolombó, en el municipio de Suárez. Desde niña aprendí de mi abuela a hacer minería tradicional, de oro. Nunca tuvimos agua potable. Pero cuando empezaron los megaproyectos mineros, el agua se contaminó de mercurio.

Entre sus muchas luchas, Francia Márquez organizó formas de resistencia contra la minería intensiva. Estudió técnica agropecuaria y derecho. Fue representante legal del consejo comunitario que resistía desalojos impulsados por las transnacionales mineras. Sufrió amenazas de grupos paramilitares y tuvo que desplazarse.

“La violencia la viví a los 13 años cuando llegaron los megaproyectos y se pretendió desviar el río Ovejas a la represa Salvajina. Crecí al lado de gente que toda la vida ha luchado por la tierra. Ahí siempre hubo presencia de guerrillas. Pero, como dice mi abuela, las guerrillas de antes no eran como las de ahora. Las de antes trabajaban para el pueblo, las de ahora son criminales y narcotraficantes.

Desde que entré a la política la derecha me empezó a señalar. Al final no soy otra cosa que una mujer negra. Y lo que digo es que tenemos aliados en la izquierda, en el progresismo, para luchar en contra de las injusticias sociales. Pero cuando toca luchar en contra del racismo, al final estamos solos.

No soy de hierro

–¿Puede decirse que después de tener por cerca de tres años a una vicepresidenta negra en Colombia, la población afrodescendiente ya tiene un lugar en el país?

–Voy a ser muy honesta con esto.Mi llegada a la vicepresidencia habla de un hecho: estamos avanzando. Pero, desde mi visión autocrítica, esto tampoco quiere decir que estamos transformando la realidad. Tras mi llegada al gobierno he tenido muchos bloqueos desde afuera, pero también de adentro.

Mi llegada no ha significado el fin del racismo, sino lo contrario. He recibido muchos mensajes de rechazo y de odio con sevicia. El aparato mediático ha divulgado sobre mí narrativas que no son.

–¿Como qué narrativas?

–Por ejemplo, descalificar los proyectos del Ministerio de Igualdad, desde donde implementamos todo un sistema de cuidados, que es un tema de vanguardia en un mundo tan convulsionado.

Eso es racismo. Caricaturizar y ridiculizar lo que hacemos es parte de una matriz de opinión para decir: la vicepresidenta de Colombia es incapaz. Con eso le están diciendo a los niños y niñas negros del país: miren, ni se les ocurra intentarlo.

–¿Le lastima esta actitud?

–Sí, claro, el racismo duele. No soy de hierro. Pero me tengo que asegurar de que esta puerta que he abierto para las niñas negras, mis nietas y mis nietos no se vuelva a cerrar.

–¿Tiene nietos? Apenas tiene 43 años.

–Sí. Yo hice a mi mamá abuela prematura. Y mi hijo también me lo hizo a mí.

–¿Y el futuro? ¿Qué se plantea para continuar esta lucha una vez que se termine este gobierno?

–Pues seguir resistiendo. Aunque ahorita lo que tengo son muchas ganas de volver a casa, sembrar y trabajar con las mujeres con las que siempre he laborado.

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