De nuevo, lo inesperado: “Eduardo Galeano se ha ido”, registró La Jornada. Ésa fue la noticia y esta la relevancia: “Los indignados de América Latina y el mundo han perdido a uno de sus guías.” Una América Latina cuyas venas no acaban de cerrar mientras fluya la desgracia en sus países. No obstante, contra toda obsecación clasista, se activan, en ellos se obtienen triunfos, la rebelión se extiende y continúa su marcha donde puede y donde quiera que la pobreza y la violencia trata de subyugar a la gente, ningunearla, anularla hasta con alardes como los del ministro de gobernación de México, en escaramuza permanente contra la verdad de lo sucedido en Ayotzinapa que a cuenta gotas, en un escenario que ahora son muchos y de relieve por la “celebración” de elecciones. En especial, saltan al escenario electoral todos los actores partidistas, políticos “reconocidos” o no; quienes hasta sin quererlo, ni saberlo, con sus “renovados” pensamiento, palabra, actuación y gasto institucional, sobre todo, con este último, activan el síndrome electoral que vía campañas reactiva una vez más la economía municipal, estatal y nacional, en beneficio último, contante y sonante, de los dueños eventuales del dinero, ¿los partidos y las estructuras partidarias? Dinero a canalizar finalmente a proveedores, con sus empresas y capitales, fábricas de insumos para las campañas políticas, desde spots televisivos o radiofónicos, Internet, prensa de todo tipo, hasta la de ocasión.
Del IFE sólo provienen legislación y dinero (“acotado”) o determinados insumos que los intermediarios convierten en dinero, mantas, afiches, volantes, spots, que al final de las campañas serán más basura. ¿Semejante dispendio y ajetreo para qué, si al final todo sigue igual, excepto la inclusión de algunos nombres de afortunados “nobeles” en puestos que les permitirán vivir algunos años, pocos, con menos sobresalto en un ambiente aún trizado de violencia que todo lo corroe, veces hasta la usual tranquilidad de pasear por las calles, sin más cosas en la mente, que disfrutar el hábitat. De repente, roto todo por el trueno de los tiros o el tableteo de armas potentes con su eventual saldo de miedo, heridos, desparecidos o muertos, entre un chirriar de frenos, llantas y motores. La hielera “de Nahle” tiene caducidad y cupo limitado.
En este ambiente que irrumpe e interrumpe la vida, ¿qué significa la lucha de clases? Y a pesar de la agresión y sofocación neoliberal, existe, aún se da y de vez en vez irrumpe. ¿Se amplía y sus núcleos desde la clandestinidad, proliferan? O cambian hacia otro paradigma, más abierto e incluyente de la sociedad. La lucha – guerra de los zapatistas goza de buena salud, larga existencia, resiste y construye diferencias que de vez en vez muestran a su estado, nación y mundo. Galeano partió y lo mejor para recordarlo y venerar su lucha es persistir en todas las luchas democráticas posibles y respaldarlas, de algún modo.
En este escenario será la elección de los nuevos integrantes al H. Congreso de la Unión y sus suplentes. Los triunfadores serán protagonistas del proceso de legislación del país por tres años, sus anteriores perpetraron la venta del petróleo de los mexicanos, a iniciativa de mercaderes como Luis Videgaray, secretario de Hacienda. Su problema, consumada la privatización del petróleo mexicano, degollada la gallina de los huevos de oro, de quiénes y de qué manera extraerá la masa de recursos que dejarán de ingresar a las arcas de la nación para bien de los mexicanos, se supone. Mediante más impuestos es una vía, otra la austeridad, de la que ya echa mano, mediante el adelanto del recorte presupuestario y demás ocurrencias fallidas, propias de los desastres económicos, políticos y sociales del neoliberalismo, donde los ricos se hacen más ricos. El otro lado: será la humanidad del ser humano de cada mexicano que vive o malvive al día, la que sufrirá los efectos más duros como carestía, hambre, pobreza, ignorancia, que los alejará de las glorias de saliva y papel neoliberales, impulsadas por los actuales gobernantes y una vez más será la pobreza el único bien común a repartir entre los mexicanos por un gobierno que no quiere entender la vanidad de su insistencia y persistencia neoliberal. Total, mientras por su función estén en lo alto de la pirámide, paradójicamente el neoliberalismo, como se dice, les hará lo que el viento a Juárez. Nada bonito reinicio de clases, al contrario, reinicio necesario y urgente para insistir en formar mentes de seres humanos, mexicanos libres, autónomos y con anhelos de superación humana y social. No más mentes esclavas del neoliberalismo, sino rebeldes y proclives a combatir la pobreza y capaces de generar riqueza individual y social sin someterse. Además de crear contrapesos y alternativas potentes para superarlo, en bien de los mexicanos desposeídos, hoy despojados cada vez más de su cultura e identidad, lastimadas por diversos autoritarismos. ¿La ignorancia y la inacción, uno de ellos? ■