Hace un año, el lunes 18 de marzo de 2024 ocurrió lo siguiente:
Cuando el presidente AMLO presentó la nueva actualización del censo de personas desaparecidas, los propios reporteros le avisaron que afuera lo esperaba la madre buscadora de Sonora Cecy Flores, quien pretendía entregarle una pala de mando en alusión al bastón de mando que él recibió antes de ser presidente, y que entregó a la candidata presidencial Claudia Sheinbaum. “Ah, pues aquí que me la entregue, que me la deje aquí”, se limitó a decir al tiempo que evitó contestar si en breve se reuniría con los colectivos y madres que buscaban a sus seres queridos. “Mañana hablamos de eso, lo tratamos”, anunció al tiempo que apresuraba su salida del Salón Tesorería, pues dijo que se dirigía a la conmemoración del 86 aniversario de la Expropiación Petrolera.
No obstante, ese ninguneo las Madres Buscadoras, colectivos y organizaciones civiles que exigían el apoyo de autoridades federales y estatales para encontrar a sus víctimas, continuaron la lucha y, la semana pasada los grupos de las Madres Buscadoras y los Guerreros Buscadores de Jalisco, llegaron hasta un predio agrícola ubicado a una hora de Guadalajara, cerca de Teuchitlán. Dentro del rancho Izaguirre. encontraron lo inimaginable: fosas clandestinas; crematorios; restos humanos, cráneos, dientes, etc. con indicios de que fueron desmembrados y calcinados.
Sobre la tierra, hallaron hojas de libretas con sobrenombres. Estaban anotados hasta 10 y podía leerse en el encabezado: “comando” o “apoyo” o una anotación de “reclutas 74, 59 hombres y 9 mujeres”. Estas anotaciones estaban entre cientos de objetos personales, zapatos, ropa, llaveros, collares, algunas fotografías o credenciales.
Ante el macabro hallazgo son muchas las preguntas que se pueden hacer y jamás tendrán respuesta: ¿Quiénes eran las personas que murieron ahí? ¿Cómo murieron? ¿Desde cuándo existía ese campo de exterminio? ¿Quiénes fueron sus torturadores y por qué? ¿Qué edad tenían esas víctimas?
“Testigos” de aquel infierno han narrado que a quienes llevaban a esos lugares los adiestraban y obligaban a matarse unos con otros. Incluso a comerse entre ellos. Para quienes se negaban, otros eran los castigos: los encerraban “en pequeñísimos espacios” rodeados de alambre de púas, y les arrojaban cerdos o perros hambrientos hasta que devoraban a esas desafortunadas víctimas. Otra forma era, arrojarlos a cocodrilos hambrientos.
Según vecinos del lugar, han manifestado que sí llegaron a observar movimiento de personas y de manera permanente escuchaban los gritos aterradores de dolor. Sin embargo, por temor a la inseguridad que prevalece en aquella región optaron por callar.
Aun cuando son muchas las preguntas sin respuestas, podemos señalar que, a partir de 2018, desde que llegó a la presidencia AMLO y el actual con la presidenta Claudia, las desapariciones van en aumento, no disminuyen como se ha tratado de engañar a la ciudadanía. Todas esas personas no son simples números, ni cosas como lo que manejan en las gráficas que día con día exhiben en sus mañaneras. Las personas desaparecidas son seres humanos que nada tienen que ver con esas gráficas que solamente los gobernantes logran descifrar.
Lo grave de esto, es que el predio había sido investigado y asegurado por las autoridades estatales y federales respectivamente desde septiembre de 2024, y en las indagatorias nunca localizaron nada, según justificación por tratarse de un terreno de gran extensión. Lo que no lograron quienes tienen la obligación de velar por la seguridad de todos los habitantes de este país, lo lograron las Madres Buscadoras y Guerreros Buscadores de Jalisco.
México se ha acostumbrado a vivir en medio de la violencia. Es muy “normal” y nadie hace nada ante las ejecuciones, desapariciones, decapitados, desmembrados, torturados, descuartizados y entre otros y también colgados de puentes.
El horror provocado por el hallazgo de ese centro de entrenamiento al parecer del grupo CJNG, en Teuchitlán, representa la esperanza de que finalmente, se llegó a este extremo para que las autoridades asuman su gran responsabilidad, pues hay que recordar, para que no se olvide, que este doloroso hallazgo fue gracias al trabajo de la persistencia y la lucha de las personas Buscadoras, de ninguna manera del presidente, presidenta ni su equipo de seguridad.
Lo lamentable es que hechos como los de Teuchitlán, se están replicando en otros Estados del país. Lo que significa que, por ejemplo, en Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, etc., se encuentran también campos de exterminio.
Hay culpables y muchos. Desde luego que no se puede negar. Los presidentes del color que sea en este país son responsables directos de que realicen o dejen de realizar todos y cada uno de los miembros de su gabinete y demás subordinados a quienes nombraron.
Como estos horrorosos sucesos ocurrieron en la pasada administración y continúan en la presente, AMLO se empeñó en crear una Guardia Nacional a quien junto con el Ejército los invistió de autoridad para velar por la seguridad interna del país. Pero, además, se encuentra Rosa Icela Rodríguez titular de la SSPC; Crescencio Sandoval, Rafael Ojeda. Ricardo Trevilla, y Antonio Morales. Titulares de las Fuerzas Armadas respectivamente en ambas administraciones, así como los titulares de la Guardia Nacional.