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miércoles, 7 mayo, 2025
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Una clara victoria de Sheinbaum y Morena

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Sin más argumento que el prejuicio patriarcal y una cultura política caudillista, algunos analistas pretenden ver una derrota de Claudia Sheinbaum en la definición de Clara Brugada como coordinadora y futura candidata en la Ciudad de México por Morena.

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Por el contrario, este hecho así como la resolución en otras ocho entidades de la república no solo están lejos de ser una derrota, sino además constituyen una contundente muestra de liderazgo político de Sheinbaum, porque logra mantener primeramente la unidad y en segundo lugar el equilibrio y la distancia adecuada con todos los sectores del movimiento en momentos clave.

Acierta Jorge Zepeda Patterson cuando refiere que Morena requiere equilibrio entre la necesidad pragmática de lanzar candidatos competitivos y la de elegir a los que mejor representan sus ideales y su programa, lo cual no siempre coincide. Y hasta ahora, parece lograrlo. 

Puede hacerlo porque su fortaleza a veces le hace posible ganar con cualquiera. Y justo eso lo hace el partido más atractivo para los perfiles de los que tendría que cuidarse, para los que pagan para llegar y por tanto llegarán para pagar, y para quienes buscarán otros colores partidistas en cuanto sus intereses personales no coincidan con los del movimiento.

Omar García Harfuch no se ha portado como esos, pero su evidente eficiencia policiaca y burocrática (y su carisma y aspecto físico) no podían equipararse a la trayectoria de lucha social y activismo de Clara Brugada. Esto en el terreno de lo políticamente deseable y dejando a un lado momentáneamente a las encuestas. 

Morena más que ningún otro partido, debe evitar el error de confundir gerentes con políticos, porque la política y el gobierno son mucho más complejas que administrar, y tomar decisiones no es igual que ejecutarlas. Aunque haya quien haga bien ambas cosas. 

Hasta ahora, en todo ello Claudia Sheinbaum ha tenido la inteligencia política y el talante democrático de procurar que no se le ate a ningún aspirante por cercano que haya sido, o por muchas fotos juntos que haya habido. 

Dijo reiteradas veces que no tenía favorito, y flaco favor le hubiera hecho García Harfuch si se hubiera asumido como tal. Su verdadera lealtad está demostrada justo en no haberlo hecho y en haber respaldado de inmediato a Clara Brugada, la opción más viable a pesar de los resultados estadísticos. 

Claudia ha sorteado bien esas tormentas desde el primer día, cuando fue declarada Coordinadora nacional de defensa de la cuarta transformación, y su primera acción fue tender la mano a quienes por meses y quizá por años jugaron el complejo papel de compañero y competidor político simultáneamente. 

Para Marcelo Ebrard, las puertas abiertas. Para Gerardo Fernández Noroña la vocería; a Adán Augusto López la coordinación política, y a Ricardo Monreal la de organización y enlace territorial.

Dos cosas llevaron a Claudia Sheinbaum al liderazgo en la siguiente fase de la cuarta transformación: la primera,  y de la que más dudas había: el oficio político, que ha superado expectativas, aunque ya había dado señales en su manera de dejar el gobierno de la Ciudad de México y la gestión de las diferencias con López Obrador en momentos como la pandemia, por citar algunos ejemplos.

La segunda: su congruencia política con la izquierda, sin titubeos, sin zigzageos, atributos de alto valor en este momento político en el que, como hemos dicho ya, todo parece indicar que no hay lugar para los tibios. Esto le permitió derrotar a un perfil tan bien valorado como Marcelo, de la misma manera que a Brugada le permitió contar con la simpatía de grandes pilares de Morena, que la preferían por encima de García Harfuch. 

Si bien la opinión individual de Claudia es importante, también lo es la comprensión de que el liderazgo implica mandar obedeciendo, y no son pocos los sectores dentro de Morena convencidos de llevar a los más congruentes, a los más reales a las boletas. Eso influyó a mover la balanza, que terminó de definirse gracias a la cercanía entre las cifras de preferencia de Clara y Omar, y el criterio de paridad. 

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