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■ Con cariño para mi tía, la Lic. Delia Vargas Almanza

Día del Abogado 2023

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Tengo el privilegio de tener como profesión y destino de vida, el ser abogado, tarea que me ha brindado múltiples satisfacciones, pues he orientado mi desarrollo profesional a darle voz y defensa a los seres y elementos que no la tienen, así, el Derecho Ambiental, el Derecho Indígena y el Derecho al Bienestar Animal han sido mis líneas de trabajo, que compatibilizo con la encomienda académica que ejerzo durante más de 29 años. Desde mi perspectiva, un abogado es una persona que ha obtenido el título de Licenciado en Derecho y que intercede por otro individuo ante los tribunales u otras instancias del orden administrativo o jurídico, en busca de la justicia, la equidad y la aplicación adecuada de la norma abstracta a un caso concreto. Así, el abogado conoce el sistema jurídico mexicano y de otras latitudes, sabe de la estructura del estado, las formas de gobierno y de los distintos matices del poder. Puede dibujar escenarios sociales mejores y, proponer, desde la administración pública, las políticas públicas que puedan contribuir a superar nuestros retos comunes. El abogado puede crear conocimiento partiendo de la aplicación efectiva de la epistemología jurídica, la investigación jurídica y el método científico. El jurista es también edificador de nuevas generaciones de abogados, pues participa en la docencia, noble labor y oportunidad única para trasmitir el amor por la profesión e instalar profundamente los valores éticos y morales que deben cumplirse en atención a la axiología y la deontología jurídicas. En este contexto, el abogado se transforma en múltiples facetas como una hidra mitológica y puede dedicarse plenamente al derecho público, privado o social, además de interactuar en los tres ámbitos de gobierno: federal, estatal y municipal. Un abogado está capacitado para ser juez, magistrado, ministerio público, policía ministerial, presidente de la República, senador, diputado federal y estatal, presidente municipal, regidor, juez de paz, abogado postulante, investigador, escritor y, sobre todo, en su faceta de revolucionario, es portador de la fuerza intelectual que se requiere para la generación de las nuevas estructuras políticas y sociales que promuevan y garanticen el ejercicio pleno de los derechos humanos fundamentales y sus garantías en los términos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. De ese tamaño es la gran tarea del abogado en el contexto actual, por lo que recuperar su esencia traerá como resultado la renovación de la estructura social, lograda pacíficamente por la vía de la Ley y el Derecho. Actualmente, el sistema jurídico federal se integra por más de 312 disposiciones, entre Constitución, leyes, reglamentos y decretos, que sirven de escudo y espada en la lucha por los intereses de su cliente. Considero que uno de nuestros estandartes de lucha es abatir la corrupción, la impunidad y la injusticia; de tal suerte, el abogado constituye un nivel de influencia fundamental para erradicar tales vergajos, siempre y cuando no se convierta en cómplice de la ignominia. México precisa pues de una nueva generación de abogados que se sumen a la lucha de los más vulnerables, que se incorporen al estudio de las nuevas áreas del conocimiento jurídico, que se involucren en la solución de los problemas existentes en sus comunidades y que coadyuven en el cabal cumplimiento de los derechos humanos fundamentales. La patria amerita de abogados con sensibilidad humana, estudiosos de la historia y con una vasta cultura general y jurídica para brindar asesorías de alta calidad, para influir positivamente en la toma de decisiones ante la ignorancia e intolerancia de muchos privilegiados que juegan con los destinos de miles y millones de personas. Afortunadamente, somos cientos de abogados y, por lo tanto, múltiples posibilidades de contribuir al progreso del país, del estado y de los municipios; ideemos mundos mejores, soñemos y trabajemos como el gran gremio que somos, por una mejor sociedad, reflexionemos en la necesidad de fortalecer instituciones que históricamente no han resuelto nuestros retos sociales y pongamos en marcha el intelecto para edificar nuevas instituciones del Derecho que brinden mejores resultados a las demandas ciudadanas, y pongamos especial interés cuando estemos llamados a defender, proteger y restituir los derechos de niñas, niños y adolescentes, pues a la misma vez, contribuiremos a fortalecer los cimientos del presente y el futuro de México, ya que, como Nación, cada niña, cada niño y cada joven, son los soportes sobre los que descansa la soberanía, el progreso y la permanencia de nuestra Patria ante los embates de las ideologías y estrategias de apropiación de nuestro territorio y sus recursos naturales. Felicito y abrazo fraternalmente a mis queridos colegas abogados y abogadas.

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