El peso fuerte (dólar barato) ha incrementado importaciones, las cuales desplazan a la producción nacional y afectan las finanzas de las empresas, lo que reduce la inversión. La inversión fija bruta de marzo de 2023 es de 0.7 puntos porcentuales mayor a la de enero del 2015. A ello se suma la austeridad fiscal con que ha trabajado el gobierno todos estos años, cuyos recortes presupuestales contraen demanda y empeoran más la problemática económica de empresas y familias, por lo que no hay crecimiento de inversión y de consumo, y de la actividad económica. El principio de que el gobierno debe “hacer más con lo mismo”, que el presidente de la República señaló, al inicio de su gobierno, y el secretario de Hacienda lo reiteró el 6 de junio del 2023, no procede en un contexto donde el resto de los sectores de la economía no están actuando a favor del crecimiento económico. Las finanzas públicas no deben actuar en función del equilibrio fiscal y no endeudamiento cuando la economía no está creciendo.
La economía tiene tres sectores, el sector privado, el sector público y el sector externo, y si el sector privado tiene problemas porque las importaciones son mayores que las exportaciones, el gobierno debe trabajar con gasto público deficitario para incrementar demanda y la actividad económica y contrarrestar el efecto negativo que el déficit externo origina sobre la actividad económica.
Se necesita gastar más para impulsar al sector agrícola e industrial y el empleo bien remunerado, para reducir el déficit de comercio exterior y mejorar la dinámica de acumulación del sector privado, para aumentar consumo e inversión y así la economía nacional. No se puede continuar con más de lo mismo, pues ello nos ha llevado al no crecimiento del 2019 al 2022. El crecimiento alcanzado, en el primer trimestre del 2023, apenas supera en 1 por ciento al nivel del PIB del primer trimestre del 2019, lo que no es nada, y no hay perspectivas de que ese nulo crecimiento se revierta al seguir con más de lo mismo, es decir, con altas tasas de interés y recortes presupuestales y peso fuerte.
Los economistas convencionales están señalando que el nearshoring (entrada de inversión extranjera para producir para EUA) vendrá a impulsar la actividad económica del país. Tal postura evidencia que no tenemos política económica para el crecimiento, por lo que confían que será la inversión extranjera la que dinamizará la economía. No toman en cuenta que, en las últimas décadas, ha habido entrada de empresas transnacionales, y ello no ha revertido la tendencia decreciente que ha mostrado la economía mexicana, dado el alto componente importado con que trabajan dichas empresas y la gran remisión de utilidades que realizan a su país de origen.
Otros economistas convencionales plantean la necesidad de una reforma tributaria para incrementar el gasto público. No consideran que un gobierno soberano, que controla la moneda, se financia con ella y no requiere de impuestos y de deuda pública para gastar. Los impuestos son para que la moneda emitida por el gobierno sea aceptada para pagar impuestos. Los impuestos y la emisión de deuda son para regular la liquidez de la economía y no para financiar el gasto público. Los impuestos son para agravar al que más tiene para reducir su tamaño y participación en la economía y que el gobierno pase a invertir donde deja de hacerlo el gran capital y no necesita de esos impuestos para hacerlo, el gobierno soberano invierte en su moneda.
Como el gobierno mexicano no tiene control de la moneda (por la autonomía del banco central), su capacidad de gasto depende de los ingresos tributarios y la posición del secretario de Hacienda de que no habrá reforma fiscal en lo que resta de esta administración y de que sería muy mala idea que posteriores administraciones lo hagan, implica por un lado que está a favor de que se continúe favoreciendo la creciente acumulación que el gran capital ha amasado en el país, y por otro lado, que seguirán los bajos ingresos del gobierno, que reducen su capacidad de gasto e inversión, por lo que continuará achicándose el tamaño y participación del gobierno en la economía, con la consecuente desatención del desarrollo tecnológico, de infraestructura, de gastos de educación, salud, como al combate del cambio climático, a la atención a la cultura, a los niños, deportistas, artistas y tantos otros programas que se han desatendido por la austeridad fiscal, por lo que proseguirá el bajo crecimiento y la creciente pobreza y desigualdad del ingreso y de la riqueza en el país.