■ Señala profesor de artes marciales la conveniencia de educar a los niños en los valores
■ Aplica y comparte en Zacatecas los conocimientos adquiridos en China durante un año
El deporte y la educación son factores fundamentales para dar a niños y jóvenes herramientas que les permitan desarrollarse y formarse cómo buenos ciudadanos, apuntó Juan Miguel Bañuelos Valadez, director del centro de artes marciales Mizcoatl Díaz, quien desde hace más de 20 años práctica artes marciales, especializándose en Wushu y kick boxing.
“Es importante que el deporte y la educación cambien los problemas que vive nuestra sociedad y sean herramientas que ayuden a las nuevas generaciones. Hay que darle un ambiente correcto a las personas para desarrollarse, y si el deporte y la academia pudieran hablar de los mismos valores en un mismo mes, los menores tendrían el mismo concepto en dos ámbitos diferentes”, comenta Miguel.
Considera que se debe tener confianza en las nuevas generaciones y formar a niños y adolescentes con la idea de que ellos son la esperanza del país. “Sólo de esa forma ellos se crean un reto, y esa parte formativa de los atletas sacará de las calles a la delincuencia y los problemas que vivimos actualmente”, agrega el director de la academia.
Considera que una persona que es buena en el deporte debe recibir estímulos como becas académicas para que se desarrolle de forma integral, lo cual no ocurre en México, ya que quien tiene talento para el deporte no tiene tiempo para cumplir con horarios o no cuenta con los apoyos para hacerlo.
Miguel narra que el primer acercamiento que tuvo con las artes marciales fue a los 6 años, en una exhibición donde un karateca cortaba la cabeza de un mono con un sable, lo cual le espantó y lo hizo salirse corriendo de la clase.
De los 6 a los 12 años, fue un deporte que intentó dejar a un lado y buscaba practicar otras actividades como el futbol, el cual le llegó a gustar y se convirtió en un excelente jugador de soccer.
Sin embargo, su hermana comenzó a practicar karate, y lo que le motivó a aprender nuevamente esta disciplina de artes de marciales fue que ella viajaba a otros estados a competir en torneos contra otros alumnos.
José Santos Rodríguez era el maestro de su hermana, y recuerda que cuando ingresó a la primera clase, faltaba una semana para que se llevara a cabo un torneo de artes marciales en el vecino estado de Aguascalientes.
Cuenta que lo que quería era ir a ese estado y visitar un restaurante que le agradaba, por lo que pidió al maestro que le permitiera competir; lo convenció argumentándole que ya sabía lo suficiente y estaba preparado para competir. En esa primera competencia perdió, pues no conocía nada de artes marciales, aunque el profesor le consiguió un encuentro fácil para que no lo lastimaran.
Siguió entrenando, motivado por seguir viajando, y después de esa experiencia surgió un encuentro regional en el municipio de Fresnillo, donde logró conseguir primeros lugares, lo que lo sorprendió.
Comenzó con torneos regionales y nacionales y en la adolescencia su sueño fue competir fuera de México, algo que su maestro no visualizaba, y le habló claro a Miguel diciéndole que él no lo podía acompañar ya que tenía otras prioridades.
Fue así que buscó suerte en la Ciudad de México, participando en torneos abiertos, ya que no pertenencia a ninguna federación ni pertenencia a la selección nacional. Eso lo hizo buscar entrenamientos más intensos.
Sin dudarlo, planeó viajar a China y un amigo sólo le dio las indicaciones básicas de cómo llegar, en qué lugar instalarse y todo se lo puso en una servilleta. Aunque admite que se perdió en las primeras veces.
Se quedó un año viviendo en aquel país, estudiando en el Templo Shaolin, y cuando regresó a Zacatecas su maestro de artes marciales ya no estaba en el mismo lugar, pero cree que la vida los separó por una razón.
Miguel pensó en aplicar y compartir en su estado lo que había aprendido durante su estancia en China, adaptándolo a su cultura, y a la fecha sigue en ese proceso de darle a Zacatecas algo de lo mucho que ha recibido, aunque sigue asistiendo a campamentos a aquel lugar de oriente, ahora con algunos de sus alumnos.
“La cultura que tenemos en el país no nos deja hacer proyectos a largo y mediano plazo; esto me ayudó a comprender que nos hace falta no sólo apoyar a alguien que consigue una medalla, pues cuando se trabaja con un niño se traza un proyecto de cómo hacerlo y se trabaja todos los días”, dice el deportista.
Señala que algo que ha inculcado en sus alumnos es la constancia, ya que les aconseja tener paciencia para recorrer una disciplina en la que se tienen que sacrificar amigos, fiestas, a la familia y mantener una alimentación sana.
Considera que el apoyo a las disciplinas marciales en México es bueno, aunque se requiere mucho trabajo y dedicación. También debe haber una correspondencia por parte de quienes lo practican y profesionalizarse.
Entre sus logros profesionales destaca la obtención de una medalla de plata a nivel mundial, otra representando a la federación mexicana de Wushu en rutinas, y en combate ganó una medalla de oro en el Campeonato Panamericano de Argentina en 2014.
También consiguió medalla de bronce en el campeonato mundial de kick boxing el año pasado en Dublín, Irlanda, y ha competido en Brasil, Estados Unidos, Guatemala, Venezuela, Argentina, Italia, Turquía e Irlanda, así como en China.
Como entrenador tiene campeones mundiales en la categoría Junior, y ya obtuvo medalla de oro y campeones panamericanos en la categoría de Adultos. La escuela Mizcoatl Díaz nace en 2004, y el nombre se le puso en honor a un amigo de Miguel, quien falleció al sufrir un accidente al regresar de una competencia de Aguascalientes. Esto, después de que se separara de su antigua escuela, llamada Tigre Negro. Actualmente cuenta con cerca de 189 familias registradas.
“Para mí, las artes marciales son un estilo de vida que te convierte en un ser humano pleno, que ha marcado en mi un rumbo del cual estoy agradecido por ser del grupo de artistas marciales que cambia las cosas en nuestro país”, expresa el atleta.