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martes, 22 abril, 2025
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Es Claudia

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Por: Mirna Maldonado •

Claudia Sheinbaum Pardo representa, por méritos y trayectoria propios, varios frentes de avanzada que se nutren de las raíces históricas de México. Porta las consignas liberales y revolucionarias que le dieron perfiles republicanos, democráticos y sociales a esta nación. Consignas asediadas por los intereses mezquinos y retrógrados de clases instaladas en el privilegio a costa de los demás. Pero, en esta, y desde esta breve reflexión, quiero referirme tan sólo a uno de tales frentes: Claudia es mujer.

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Lo femenino ha sido, desde tiempos remotos: lo excluido. En la Independencia, la Reforma y la Revolución, se han registrado los nombres de mujeres, ahora recordados con veneración patriótica por su valentía, inteligencia, decisión y arrojo. Detrás de estas heroínas, se ubicaron, con no menos celo nacionalista, las masas femeninas que, junto a su esposo, padre, hijo, hermano, dejaron la casa para sumarse a un movimiento en pro de una sociedad mejor, más humana y justa. Muchas mujeres cayeron en el campo de batalla, sus cuerpos se perdieron en una fosa común y sus nombres permanecieron en el anonimato. A pesar de su sacrificio, ninguno de dichos movimientos logró la igualdad entre los géneros; es más, ni siquiera logramos la ciudadanía. Fue hasta 1947 cuando se nos reconoció el derecho a votar y ser votadas en procesos municipales. Las conquistas femeninas han sido lentas, difíciles, cuesta arriba. El imperio del machismo ha sido resistente, pero no invencible.

Hoy, una de nosotras puede llegar hasta la Presidencia de la República. Una mujer de masa corporal, más bien menuda, pero de una enorme capacidad intelectual, y de una sólida fortaleza espiritual que, desde muy joven, cuando cursaba el bachillerato, se involucró con el movimiento de Doña Rosario Ibarra de Piedra, dirigente de las madres de desaparecidos y presos políticos. Lo hizo cuando el Estado encarnaba la forma de un temible represor de la disidencia política. Más adelante, ingresó a la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México para obtener la licenciatura en Física, materia harto difícil, que exige, a su vez, complejidad de pensamiento. Después de una Maestría, Claudia fue la primera mujer en doctorarse como Ingeniera en Energía. Luego, ingresó al Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable de la prestigiosa institución El Colegio de México. Además, es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias. En fin, que su trayectoria académica y científica, es amplia y vasta. Así que Claudia no es hechura de nada ni de nadie, sino de su propio talento y esfuerzo. Quienes sostienen lo contrario son los auténticos abogados del patriarcado que no soportan que una mujer, por sí misma, llegue a la cúspide de la contienda política.

Habrá otras mujeres que, tal vez, se enfilen en la carrera presidencial. La sororidad nos obliga a moderar nuestro discurso político, pero nuestras más íntimas convicciones nos obligan a señalar con firmeza las discrepancias. A diferencia de Claudia, las otras se hacen acompañar por una pléyade de políticos y exfuncionarios que ayer hundieron a México en la miseria, en la desesperanza y en el retraso, esos que casi acabaron con la nación. Claudia no llegó a importantes responsabilidades públicas, merced a cazadores de talentos, sino que su propio talento le fue abriendo camino poco a poco, sin seleccionadores artificiales de oficina. Claudia no tuvo como jefe al vociferante y torpe presidente que desilusionó al pueblo entero y que ahora exige lo que en seis años no pudo llevar a cabo. Claudia, desde temprano, se decantó por la izquierda y militó en ella definiendo su postura, que, hasta hoy, sostiene con lealtad. Otras jamás han militado en ninguna corriente identificable, ubicándose en la vaguedad de la conveniencia y el momento. Claudia, para defender el medio ambiente, ha realizado estudios profundos sobre el cambio climático. No se limita a transitar en una bicicleta.

Algunos aseguran malévolamente que, si Claudia llega, se constituirá un nuevo Maximato. Pensar de esa manera, es la más acabada expresión del machismo político. Son los que siempre les han negado capacidad y autonomía a las mujeres. Muchos critican la cuarta transformación, pero es ella, y sólo ella, la que puede posibilitar que una mujer llegue a asumir la titularidad del Poder Ejecutivo del Estado Mexicano. Nadie más lo pudo, o nadie más lo quiso hacer. Por eso, Claudia es la representación del feminismo, de lo femenino, de las mujeres libres, autónomas, valientes e inteligentes. Por eso Claudia es nuestra opción.

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