Impunidad que reproduce corrupción e inseguridad, ésa es la divisa que rige nuestro presente. En las elecciones del 2006 y 2012, aunque no del todo convencido acudí a las urnas a ejercer mi derecho ciudadano de votar. A falta de uno que cumpliera con mis expectativas, pues a todos les encontraba defectos, lo hice por el candidato que me pareció era el menos peor. Inocente o soñador que soy, en estas próximas elecciones intermedias pienso volver a votar pese al hartazgo del que, como a tantos mexicanos me han provocado los casos de asesinatos a sangre fría de Tlatlaya por parte de elementos del Ejército, de los desaparecidos de Ayotzinapa en Iguala y de los escándalos de corrupción que han vendido apareciendo con la adquisición de residencias por parte de políticos con Peña Nieto al frente, su secretario de Hacienda y ahora “El negro” Murat ex gobernador de Oaxaca con sus propiedades en USA, y todos los demás casos parecidos de políticos y ex funcionarios que seguirán apareciendo. Malversación de fondos públicos, tráfico de influencias y conflicto de intereses entre la clase política, es la mezcla el coctel que ofrecen a los desanimados votantes en el próximo proceso electoral reacción que provoca en el ánimo de muchos mexicanos ya de por si escamados y encabronados, es el de manar al diablo las elecciones y protestar (que de poco valdría) y hacerle ver a los políticos que seguimos estando hasta la madre, ahora más, pues utilizan las campañas y los cargos para el beneficio personal que termina en enriquecimientos muy explicables, al hacer de la política un jugoso negocio y su modus vivendi. Total, “todos son igual”, dicen encorajinados. De ahí el interés de brincar de un cargo a otro, amén de que si siguen con fuero pueden ocultar sus fechorías estos bribones, que los hay de todos los colores y sabores, sin distinción de partidos y supuestas ideologías. Sin embargo, no todo está perdido. Seguimos vivos y mientras haya vida, como dice el dicho, habrá esperanza. Y además muy conscientes de que el cambio depende de las personas. Basta proponérselo. El mediterráneo nos está poniendo la muestra. También allá se hartaron de sus políticos. Aquí ante la falta de opciones y de un marco legal que hasta ahora no existe fuera de la vía electoral, hay que creer y apostar por los pocos políticos que se salvan. Para hacer realidad la esperanza del cambio, no queda otro camino que la participación y organización de la gente, sólo de esta forma “el pueblo podrá salvar al pueblo”. El voto libre consciente sin cooptación debe ser nuestra mejor arma para revertir el estado de cosas y transformar nuestra realidad en la búsqueda por consolidar un verdadero Estado de Derecho, con instituciones que sirvan a la sociedad y en donde nos rijamos por leyes y tengan lugar la dignidad y la justicia ahora extraviadas en amplios sectores del país.
El sábado pasado acudí por invitación de varios amigos, antiguos camaradas, a una reunión para compartir las impresiones de activistas interesados en apoyar la candidatura del profesor José Luis Figueroa, por el partido de Morena. El mismo estuvo presente. Busca ser diputado federal por el IV distrito que comprende de Guadalupe hasta Pinos. Nada menos que el territorio que los historiadores llamaron en el periodo prehispánico chichimeca como “El gran tunal”. Al “Cepillo”, llamado entre los maestros por su peculiar corte de pelo, se le escucho optimista. Armado de un discurso de tono normalista, de los que se abrevan en los manuales del marxismo elemental, aprendido en los manuales soviéticos y en obras al estilo de las de Martha Harnecker, habló de que las condiciones estaban dadas para el triunfo de los candidatos morenos. Por su mente cruzaron sin duda la desazón y el desencanto que hay en contra del resto de los partidos por los acontecimientos que observamos en el teatro político mexicano. El magro saldo hasta ahora de las reformas llamadas estructurales que siguen sin cuajar y que buscan acrecentar el margen de ganancia de los dueños del dinero y conducirán a incrementar el empobrecimiento de las mayorías, aunado a la sucesión de crímenes, delitos, escándalos cubiertos por el manto de la impunidad, amén del ambiente de inseguridad y temor de que se siente rehén la gente. Todo esto hace según dijo el “Cepillo”, que las condiciones objetivas estén dadas. Entre quienes vertieron sus opiniones en la mencionada reunión, priva en el imaginario de los que si piensan votar, hacer del voto la mejor arma para revertir el estado de cosas. Parecieron decirnos que amplias capas del electorado tienen en mente cambiar su voto y lo harán de color moreno. Ya escarmentados esos ciudadanos presas del desencanto de la mayoría de los políticos, no creerán ya en el PRI y de darán la espalda, tampoco en el PAN, ni al resto de los partidos morralla a los que ven como meros paleros y por lo tanto, Morena tiene posibilidades de alzarse con la victoria. O por lo menos eso cree el diputado que acaba de renunciar a la curul por el PT dejar la compañía de Femat, el mismo que regala huevos, para irse a Morena.
No votar por más justificada que sea la indecisión no ayuda en nada a cambiar la situación. Conduce a la inmovilidad. Decir que todos son igual es generalizar. Con esta actitud y forma de pensar gana el sistema y conviene al partido en el poder que cuenta con su núcleo duro, estructura partidista territorial y la capacidad de comprar e inducir el voto a su favor aprovechando la necesidad y el hambre del pobrerío. Al PRI se le derrota mediante la afluencia masiva a las urnas.
Quien esto escribe, a falta de una opción diferente dará su voto por el “Cepillo” y en la medida de sus posibilidades se convertirá en un agente promotor en favor de su campaña. ■