Los Mochis, Sin. Casi como museo de sitio, tres días después del Operativo Cisne Negro, para reaprehender a Joaquín El Chapo Guzmán, la Secretaría de Marina abrió las puertas de la ahora casi mítica casa donde se refugiaba el capo más buscado de México. Un inmueble en el que quedan muestras de la reunión que tuvieron sus ocupantes la víspera de que se viera envuelto en sangre y fuego.
Bajo resguardo judicial para “preservar las evidencias del enfrentamiento”, el caos es el signo de esta modesta residencia que ocupó El Chapo en sus últimas horas en libertad. No hay sitio libre de indicios de la intensa refriega entre marinos y sicarios. El caos es predominante.