François Hollande, fue el último presidente socialista de Francia (2012-2017). No aceptó buscar la relección tras percibir que el partido socialista había perdido mucha credibilidad, con una economía estancada y con serias disputas entre una anquilosada dirección del PS. El favorito para ganar la elección presidencial del 2017 era François Fillon del partido Republicano de centro derecha (RPR). Pero a 40 días de las elecciones, su candidatura y el propio RPR se derrumbaron a causa del escándalo de tráfico de influencias llamado el Penelopegate. Durante años François Fillon había mantenido a su esposa Penelope Fillon y a sus hijos como asesores parlamentarios. Entre 1988 y 2013 ella percibió 831,440 euros sin haber desempeñado trabajo alguno -una bicoca comparada con el tráfico de influencias y desvíos de nuestros políticos a sus familias- y al mismo tiempo percibía ingresos de una revista literaria, igualmente sin trabajo alguno. Los esposos Fillon fueron sentenciados a 4 y 2 años de cárcel más multas por 350 mil euros.
Ante una irreversible desacreditación de los partidos tradicionales, prácticamente de la nada emergió la figura de Emmanuel Macron, una cara nueva, joven, excelente orador desde estudiante, quien en 2012 ocupó el puesto de secretario general adjunto del presidente François Hollande y en 2014 éste lo nombró ministro de Economía. En abril de 2016, siendo aún funcionario, lanzó el movimiento: En Marche! (¡En marcha!) abreviado EM que coincide con las siglas de su nombre. Arropado en un discurso ambientalista se proclamó como él candidato que podía superar las diferencias tradicionales entre la izquierda y la derecha. Y así llegó a ser el presidente más joven en la historia de Francia (2017-2022).
Pero detrás de sus discursos cautivadores su intención fue promover una reforma económica liberal. En el discurso decía pretender “aliviar la pobreza y financiar el tipo de políticas sociales que son importantes para los votantes de izquierda”. Pero, para ello proponía liberar a las empresas y exigir más a los trabajadores, que no es otra cosa que una versión Thatcheriana de la economía. Para darle el toque de ambientalista promovió un impuesto adicional a las gasolinas y diésel, según eso para destinarlo al financiamiento de la lucha contra el cambio climático. Pero el impuesto tuvo como destino cubrir el déficit presupuestal. Otra de sus iniciativas controversiales fue, reducir el impuesto sobre el patrimonio para los más ricos; lo que desató un gran descontento calificado como una «traición» a la clase trabajadora y con lo cual fue tachado como «el rey de los ricos».
Durante su gestión, la brecha salarial, y su aceptación bajo dramáticamente. Tras el aumento de los precios de los combustibles, explotó el movimiento de los chalecos amarillos (Les Gillets Jaunes), que se manifestaban por todo Francia todos los sábados sin excepción, y reunía a comerciantes y personas que resentían mucho los precios elevados de los combustibles, porque su automóvil era imprescindible en su trabajo. Macron, en lugar de sensibilizarse ordenó reprimir las manifestaciones, utilizando cañones de agua, y provocando innumerables heridos, detenidos y la irritación social.
La pandemia vino a interrumpir las manifestaciones de los Gillets Jaunes y a acallar el movimiento. Macron destinó miles de millones de euros para apoyar a los trabajadores y las empresas durante la pandemia y en los últimos seis meses de su primer mandato, subsidió los precios del gas y el petróleo y con eso logró resarcir un poco su imagen y se postuló como candidato a la relección presidencial del 2022.
La primera vuelta de la elección estuvo sumamente cerrada entre Macron, Marine Le Pen del Frente Nacional -partido de ultraderecha fundado por Jean Marie Le Pen-, y Jean-Luc Melechon candidato de la France Insoumise, partido de izquierda que abrigaba los Gilles Jaunes. Melechon por muy poco margen no pudo llegar a la segunda vuelta. Y ante el riesgo de que pudiera llegar a la presidencia la candidata de ultraderecha Marine Le Pen, gran parte del electorado, contra su voluntad, decidió votar por Macron quien obtuvo el 58,2% de votos frente al 41,8%, de Marine Le Pen. Y así fue como se religió Macron, con un nivel de aceptación muy pobre.
Durante su segundo mandato, decidió dedicarse más a figurar y promover su imagen internacional, dejando los problemas sociales y económicas en manos de la primer ministra Elizabeth Borne que tuvo que renunciar después de haber impuesto el aumento en la edad de jubilación. A fines del 2022 diciéndose amigo de Putin, Macron lo visitó, según eso para disuadirlo de estallar la guerra de Ucrania. Putin aceptó su mediación, pero al ver, que no tenía ninguna intención ni poder de mediación, y que solo operaba una táctica dilatoria, no sin antes advertirlo, decidió la invasión de Ucrania el 24 de febrero del 2022. En seguida Macron pasó de ser su amigo a ser su acérrimo enemigo.
Desde entonces, en su intención mesiánica, adoptó una férrea actitud de llevar la guerra de Ucrania hasta las últimas consecuencias, no importando el riesgo de escalar hacia una guerra nuclear. En febrero pasado 2024, sin la aprobación de la Asamblea Nacional, prometió enviar tropas a Ucrania, cosa que negó a la opinión pública francesa, diciendo que solo lo planteaba como una posibilidad. Pero en mayo reciente, en secreto, envió ya tropas de la legión extranjera y prometió enviar aviones Mirage, el top de la armada francesa.
Pero no contaba con el revés de las elecciones europeas de este 9 de junio. Francia resultó el país donde más ha crecido la derecha y ultraderecha, logrando una votación del 31.5%, 8 puntos superiores a los logrados por Marine Le Pen en las elecciones del 2022. Este resultado cuestiona las políticas de Macron, de ser luz de la calle y obscuridad de su casa, y se opone a que Francia siga atizando a la guerra contra Rusia, evitando que haya una paz negociada.
Cegado por su desencanto, la reacción inmediata de Macron, fue dar un golpe de timón disolviendo la Asamblea Nacional, mostrando, en efecto, que se cree el nuevo Napoleón, de Europa. ¿Cuál será la continuación?