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domingo, 20 abril, 2025
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Zacatecas en el movimiento autonómico y las Cortes de Cádiz

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Zacatecas, entre 1793 y 1810, contaba con una población que fluctuó entre 118,127 y 140,723 Hbts., según A. Commons, (1993). Población que denota un bajo crecimiento demográfico, existencia de sequías con crisis agrícolas, y muy probablemente, estancamiento de la minería. En todo caso, el bajo crecimiento poblacional en 17 años refleja un pobre y moderado crecimiento económico.

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La coyuntura o tiempo de “corta duración”, que inicia con la invasión napoleónica a España en 1808, continuó durante toda la segunda década del siglo 19, cuando se libraron los combates por la autonomía de las colonias o reinos de la monarquía española americanas que terminarían independizándose. Tanto la autonomía, primera fase del movimiento independentista, como la independencia misma, estuvieron enmarcadas por la actividad parlamentaria de las Cortes de Cádiz y los acuerdos que éstas tomaron en ausencia, pero en nombre del monarca depuesto, Fernando VII, llamado “el deseado”. El acuerdo más importante y trascendente fue, desde luego, la promulgación de la Constitución liberal de 1812. Por eso es que es válido sostener que la revolución de independencia se dio por la vía parlamentaria con las deliberaciones de los diputados provinciales de todo el imperio, tanto de la península como de los reinos de ultramar, y la fase armada de los ejércitos de insurgentes liberales versus realistas serviles, que como en el caso de la Nueva España combatían. Curiosamente, ambos luchaban y se combatían entre sí en nombre de “el deseado”, así como en defensa de la religión. Por eso es que la guerra iniciada por los insurgentes de la América Septentrional, encabezados por clérigos y criollos, buscaba, en sus inicios, la autonomía, más que combatir a la monarquía. Sin renunciar a seguir bajo el manto protector del monarca y la religión católica, buscaban quitarse el dominio de las autoridades virreinales que ejercían sobre los sectores más productivos de la sociedad, en los que descansaba la economía de la colonia. Por eso entre la proclama de Hidalgo estuvo la de “…vamos a coger gachupines”, con dedicatoria a los españoles peninsulares que ostentaba los altos cargos en el gobierno. No pretendemos hacer un análisis detallado de la independencia, tema sobre el que ya existe una gran cantidad de estudios. Nos conformaremos con abordar el marco en el que se desarrollan los debates de las Cortes que aprobarían la constitución de la que se derivó el “Proyecto de Reglamento para el arreglo general de la Enseñanza Pública”.

En la provincia de Zacatecas, especialmente en la capital, ocurrieron acontecimientos entre dos partidos o posturas que surgieron entre los ricos mineros, comerciantes y las élites políticas ante el movimiento de masas encabezado por el cura Hidalgo. En Zacatecas no fueron muchos ni notables los episodios de guerra que ocurrieron. El ayuntamiento de la capital desplazó al gobierno de la intendencia en el renglón político. Desde los años previos al estallido revolucionario, la élite zacatecana estuvo constituida por los nobles hacendados criollos; los poderosos mineros españoles de origen vasco, en su mayoría, y los hacendados medios; todos relacionados por lazos de parentesco, relaciones económicas y sociales. Esta élite de ricos controlaba los hilos de la política. Ellos decidirían el rumbo de la guerra de independencia en su provincia. Proceso que no fue distinto a otras regiones de la Nueva España con facciones que simpatizaron con la insurgencia y otras con la contrainsurgencia que, al mando de Calleja, el General en jefe de los ejércitos realistas, terminarían por imponerse en un lapso muy corto, sin que se libraran combates de gran importancia. Además de la capital tomada por un lapso breve por Ignacio López Rayón, sólo ocurrieron escaramuzas de combate en Pinos y Nochistlán.  

Aunque se le ubica en la ruta de la independencia porque por ahí pasó y estuvo Miguel Hidalgo, militarmente, Zacatecas no tuvo la importancia que tuvieron otras regiones. 

Los diputados que acudieron a Cádiz, en representación de sus provincias, clérigos en su mayoría, e integrantes de las profesiones conocidas después como liberales, fueron sujetos preparados y con un bagaje cultural por encima del promedio de sus coterráneos. Eran gente ilustrada, con conocimiento y dominio de las luces. Dueños del conocimiento adquirido en los colegios y universidades por las que habían pasado. Tal fue el caso de José Miguel Gordoa y Berrio, quien, por haber nacido en Pinos, con el grado de doctor, con residencia en Guadalajara, pertenecía a la jerarquía eclesiástica de la diócesis de la que formaba parte la provincia de Zacatecas. Representando a Zacatecas en las Cortes, en las que Gordoa fue su presidente durante el periodo en que estuvo. Como el resto de los diputados, el piense llevaba la encomienda de hacer del conocimiento las demandas y necesidades de sus paisanos en materia de economía, gobierno, desarrollo y otros tópicos, sin que llegara a faltar el educativo.

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