■ Imparte César Rincón taller sobre el tema a integrantes del Museo de Ciencias de la UAZ
■ Elementos de artes escénicas eran replicados por las opiniones de los participantes, comentan
Sería genial que los grupos que trabajen “comunidades”, grupos de personas, se atrevan a explorar el arte de la narración oral para implementarlo en sus quehaceres, dijo César Rincón, director del Grupo Macarrones, quien recientemente impartió un taller sobre el tema a divulgadores científicos del Museo Universitario de Ciencias de la UAZ.
Fue Bertha Michel, directora del citado museo, quien consideró necesario el que los integrantes del Grupo Quark, encargados de la divulgación científica en él, conocieran una forma diferente de interactuar con el público, para lo que invitó a César Rincón, actor, director teatral y narrador oral, quien también fue divulgador científico en este espacio hace años.
“Ellos quieren implementar la narración oral para la divulgación científica como una herramienta”, dijo el director de Grupo Macarrones, pero precisó que habiendo sido una invitación dada por un encuentro casual con Michel y ya muy cercana en el calendario a la salida vacacional, ofreció un taller sin adaptaciones específicas para el caso de la divulgación, advirtiendo a los participantes que el proceso de traducir estas herramientas al caso concreto “ya va a ser un proceso que ustedes hagan”.
No obstante, la dinámica de intercambio de experiencias, permitió detenerse “a pensar las cosas” luego de que se ofrecían elementos de artes escénicas que eran replicados por las opiniones de los divulgadores en que aportaban su propias experiencias con públicos infantiles y juveniles.
“Fuimos haciendo una especie de paralelismo, eso fue una reflexión para mí y para ellos, mientras la íbamos realizando”.
Ambas experiencias son ejercicios de “comunidades fugaces”, explicó César Rincón. “Ustedes tienen 30 o 40 minutos trabajando con un grupo de niños que conforma una comunidad, con un contenido, un mensaje. Son cuerpos interactuando, un cuerpo en un espacio determinado”, ejemplificó.
Difiere el tratamiento entre los divulgadores científicos y la presentación artística, en que los primeros tienen motivos más pragmáticos, fines utilitarios, como lo es la transmisión del conocimiento, observó.
“Al final este es un arte también de comunicación directa, de compartición de conocimientos, de experiencias, de contacto directo, porque los niños reaccionan ante los experimentos o aquello que estén haciendo los divulgadores”, como ocurre con los públicos de los narradores orales.
A modo de evaluación hubo presentaciones finales con cuentos no vinculados al objetivo de la divulgación científica, donde si bien hubo algunos jóvenes cuyas personalidades introvertidas o tímidas, implicaron poca expresividad, también se presentaron casos sorprendentes, donde incluso, se involucraron objetos y muchas texturas de voz, aun cuando este último elemento no se ejercitó tanto en el taller que duró tres días con ocho horas efectivas de trabajo conjunto, comentó.
Hubo sí, agregó César Rincón, “una voluntad de todos de querer compartir una historia, querer decir algo frente a otros, de querer hacer un enlace de comunicación con todo mundo”, todo, propuesto al modo de un juego colectivo.
El actor y director teatral externó por último su deseo de que otros grupos se atrevan a explorar el arte de la narración oral “para implementarlo en sus quehaceres, ya sea la divulgación científica, la guía de los museos o los scouts. Tal vez, la narración oral pueda serles útil. Me parece valioso que el Museo de Ciencias esté abierto a un arte porque podemos convivir ciencia y arte, todas las disciplinas sin ningún problema”.