En las últimas tres décadas nuestro país se incorporó (desde el traspatio) a un modelo de desarrollo que se impuso a partir del Consenso de Washington, el cual podríamos sintetizar como el cambio en el ejercicio del poder de las estructuras de los Estados Nacionales- legitimado por la democracia electoral, a través del voto ciudadano-, al domino económico –político, de las grandes Empresas Globales y sus organismos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional entre otros, minando la soberanía de los países, sobre todo los menos desarrollados(tercer mundo, subdesarrollados, países del sur, en vías de desarrollo) así se ubicaron en la geopolítica de fin del siglo XX, y que se caracterizaron por llevar a cuestas una deuda exterior que no les permitía, ni les permite, caminar por su propia senda de modelo económico.
El cambio de paradigma en la función y papel del Estado tuvo como resultado el ir perdiendo paulatinamente su centralidad en el diseño de la economía y la organización social, y cedérsela- desde las esferas del mismo Estado a través del discurso modernizador- al mercado, y no es retórica, ya que trajo como consecuencias entre los diferentes sectores de la sociedad mexicana cambios profundos, en la educación por ejemplo, las Universidades sintieron los embates del nuevo Estado, del periodo estabilizador donde la educación fue uno de los sistemas de bienestar y movilidad social a la contracción de las responsabilidades y quehaceres de los actuales gobiernos y la apuesta por la privatización de toda la esfera pública incluida la misma educación, en este contexto se ha tensado la relación Universidad –Estado, hoy varias universidades mexicanas se encuentran en crisis financiera, una de las cuales es la UAZ.
La educación en nuestro país, actualmente, no es relevante para los gobiernos, sí consideramos el gasto dedicado a este sector en los últimos 30 años, en los cuales no creció significativamente de acuerdo al PIB y que nos ubica en los últimos lugares de la O.C.D.E de la cual somos miembros, por lo que es factible medir siempre el lugar que ocupamos en cada uno de los referentes en el concurso de esos 36 países desarrollados o en vías de desarrollo, sin embargo las universidades públicas son un elemento clave en la construcción de la nueva economía y desarrollo basada elementalmente en la aplicación de la ciencia, la tecnología y la innovación, elementos que no ha sido valorados y apoyados por los gobiernos que mantienen una visón corta y coyuntural.
La Universidad Autónoma de Zacatecas tiene graves problemas de financiamiento, problemas que ya son estructurales, y que tienen su origen en dos componentes; un crecimiento en espacios académicos y de personal, caótico, decidido de manera centralista y sin gestión ante la Federación, por otro lado se careció de los estudios de pertinencia e impacto social, otro elemento crítico es la sobre burocratización obesa, cara e ineficiente de la actual y última administración, pero además y esto es lo relevante, el Estado mexicano ha mantenido con las universidades una política restrictiva, conteniendo el crecimiento necesario acorde al bono demográfico y a la demanda social.
Es la visión del Estado (otra vez lo tenemos que señalar) Neoliberal, el que tiene postrada a varias universidades como es el caso de la UAZ, así mismo el propio Gobierno Estatal no ha sido un elemento de apoyo y de fortaleza para este periodo que vive nuestra Universidad, el reducido subsidio estatal que para el año 2015 se ubicó en alrededor de 240 millones de pesos es raquítico, y si éste lo dividimos entre los 40 mil estudiantes que atiende la Universidad en sus niveles media superior, superior, maestrías y doctorados, así como las funciones de docencia, investigación (que es el 95% de toda la investigación que se realiza en Zacatecas), la extensión y el deporte entre otras actividades que se realiza en la universidad nos dará un dato relevante (el costo por alumno) que sería de $6.000.00 anuales en la formación de 40 mil jóvenes universitarios, debemos contextualizar este dato ya que en otros subsistemas en donde es responsable el Gobierno del Estado el gasto por alumno es cerca de alrededor de 30 mil pesos anuales por alumno, lo que nos refleja la desatención que ha tenido este Gobierno en apoyar la institución Académica y Cultural más importante de nuestro Estado.
Sin embargo es claro que la Universidad tendrá que revisarse, reflexionarse y proponer cambios estructurales y de fondo para enfrentar los nuevos retos a que estará sometida en un contexto económico y político cada vez más complejo.
Los zacatecanos reclaman de su Institución que sea ésta un ejemplo de transparencia, tanto en sus procesos en el ejercicio de los recursos, que vía gobierno federal y estatal se le entregan para su funcionamiento, pero que en el fondo son la aportación de todos los ciudadanos, y en sus resultados.
Por lo que la próxima administración habrá de construir un ejercicio de transparencia total, deberá comprometerse a no desviar, ni disponer de los recursos etiquetados y de los compromisos institucionales que se derivan hacia los organismo como es Hacienda, el ISSSTE y el SAR, debiendo gestionar su crecimiento y su diversificación de la oferta educativa necesaria, a través de la gestión financiera y de la gestión académica, con el fin de que la Universidad no se encuentre, en el futuro, ante una debilidad estructural que sea pretexto para la intervención, ni de partidos políticos, ni del gobiernos estatal o federal y seguir manteniendo la ruta de la autonomía, la gratuidad de la educación y tenga como elemento central la democracia académica.
No es sólo la UAZ la que está resistiendo los embates del gobierno neoliberal, son varias Universidad públicas porque el problema no es de pesos y centavos, sino de diseño institucional. ■