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sábado, 10 mayo, 2025
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Tres poemas de Plagio, de Mauricio Carrera

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Por: La Gualdra •

La Gualdra 667 / Poesía / Libros

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Mauricio Carrera (México, 1959) es autor de más de una cuarentena de libros en géneros como cuento, novela, ensayo, testimonio, biografía, poesía y teatro. Ha recibido, entre otras distinciones, el Premio Internacional Bicentenario de Letras Sor Juana Inés de la Cruz, el Premio Nacional de Novela Jorge Ibargüengoitia, el Premio Nacional de Cuento Inés Arredondo, el Premio Nacional José Fuentes Mares, el Premio Bellas Artes de Ensayo Malcolm Lowry, el Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero, el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí, el Certamen Nacional de Ensayo Literario Alfonso Reyes, el Premio Nacional de Cuento Beatriz Espejo y el Premio de Novela Breve Amado Nervo. Entre lo más reciente de su obra sobresale: Pequeño Pushkin y otros relatos. Antología personal (2016), Infidelidad (2017) y El neopolicial mexicano (2017), La vida endeble (2019), Indiferente cosmos (2019), Palabrerío (2019), Las horas furtivas (2020) y Memorial de las aves (2020), El sol de los muertos, en coautoría con Fernando Rivera (2020), El animal más hermoso del mundo (2021), Aurora boreal (2021), Tolvanera (2021), Un reino igual a ti (2023), Los invictos y otras derrotas (2023), Aurora boreal y otras historias (2024), Caterinajirafa (2024), Apagada estrella (2024) y Plagio (2025). Posee una licenciatura por la UNAM y una maestría por la University of Washington. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

Publicamos tres poemas de Mauricio Carrera, de su más reciente libro: Plagio (Medusa, 2025):

SIEMPRE HE ASPIRADO…

Siempre he aspirado a una forma mucho más amplia
que, libre de las aspiraciones de la poesía y la prosa,
nos dejase entendernos sin exponer
a lector y autor a sublimes agonías.
Ars poética”, Czeslaw Milosz

Siempre he aspirado de manera poco realista a un país
que, despojado de sus promesas incumplidas,
nos quitase el papel de incauto, robado, secuestrado,
para untar de buena brisa los ojos
con que miramos tanto poético desastre.

En mi aspiración, lo reconozco, hay algo de inocente
más que de adivino intolerable a la desgracia compartida.
Habitamos un país tembloroso con corruptos
que suplantan la riqueza ajena por la insaciable y propia.
Nuestras canciones de justicia son inaudibles,
no las escuchan los muertos en clandestinas tumbas,
sólo sus madres y hermanas que lloronas los buscan.

Ya no hay estrellas que goteen buenos deseos,
solo la ruindad de las gritonas pistolas
y el memorial de las lágrimas
que han dejado de ser líricas, hipotéticas y ridículas. 


PERMÍTASEME HABLAR DE LA HORMIGA…

Permítaseme hablar de mi gato
antes que la rutina ecológica
lo extinga.
Es negro apanterado.
Raúl Renán

Permítaseme hablar de la hormiga
antes que la suela maligna
la extinga.
O el aerosol insecticida.
Es vehemente y, aunque sin lana,
aborregada.
Es la mano que hace la tras de los insectos,
vasto mundo diminuto de más de seis patas.
Encono de fila india
por senderos ondulantes de cálido asfalto
verticales paredes
o selváticos laberintos y arrugados troncos,
algunos truncos.
Es proletaria, manipulada y explotada,
persigue un fin superior que no entiende,
como un sapiens con aroma a fórmico.
Es marabunta si persigue un tráfago
de inagotable hambre
y López Velarde las domesticó
para sentir en las venas
un hormigueo sensual
de tósigo, palabra, amorío y cauterio.


EXISTE UNA VERDAD INCÓMODA

Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.
Robert Frost

Existe una verdad incómoda y se refiere a los caminos sin hollar.
No es cierto que haya un centro, un arriba o un abajo,
un destino hecho árbol cargado de nieve en verano.
La historia es vasta y múltiple. Antes que tú, muchos otros
que sintieron tu angustia, tu no emoción al pagar deudas.
Algunos anduvieron por caminos como agujas filosas
y quienes por senderos apacibles como una risueña hada.
No hay más que el constante peregrinar a la riqueza
o contemplar la vida en la maldición o el milagro.
Los caminos de la humanidad antigua,
ese eslabón entre la piedra y el telescopio,
son los de la azorada humanidad de ahora,
ese hocico de lobo que construye rascacielos.

No eres más que otro en la fila interminable
que recorre el camino altivo o agazapado,
el camino de la fe y de la guerra, el camino de mar y tierra,
el de la memoria fugaz y el del faro roto, el más olvidado. 

 

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