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lunes, 21 abril, 2025
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AMLO Y EL RETIRO A TIEMPO

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

La mayor victoria de Andrés Manuel López Obrador no es aquella que tuvo lugar el 1 de julio de 2018, sino la que se vivió el 2 de junio pasado. 

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La primera, sin duda fue una victoria sostenida en la esperanza que, para muchos, entre los que me cuento, significaba la posibilidad de un gobierno encabezado por López Obrador; quizá para algunos solo era el beneficio de la duda y para otros más, un voto de castigo contra las otras opciones políticas. 

Pero la segunda victoria significó la convalidación de su gobierno; la muestra de satisfacción y gratitud a lo que se había hecho en estos seis años. 

Sin menoscabo alguno de su propio mérito, es incuestionable que el triunfo de Claudia Sheinbaum es una victoria colectiva del movimiento en el que ella participa, y que fundó quien aún despacha como presidente de la República. Es, como lo dijeron las encuestas, un voto por la continuidad.

Y este solo fue posible por la convicción de que Claudia significaba garantía de que el proyecto de la cuarta transformación continuaría, cosa que le fue imposible de trasmitir con la misma intensidad a sus adversarios de la contienda interna. 

Y así ha resultado hasta ahora, pues Claudia ha resistido todo intento de hacerla desmarcarse del proyecto obradorista, y el presidente ha correspondido a ello prometiendo con la tradición casi olvidada del respeto al sexenio ajeno. 

Hasta ahora y a pesar de las provocaciones más misóginas e insultantes, Claudia sigue sosteniendo que no habrá ruptura con el presidente López Obrador y que cuidará su legado. No podría ser de otra manera para quien proviene del mismo movimiento y sostiene el mismo proyecto, aunque con sus muy normales y esperables matices. 

En la misma tesitura responde el presidente López Obrador asumiendo públicamente que su sucesora lo superará, lo que ha dado al traste a la vieja cultura de “ha muerto el rey, vive el rey” o la reina, en este caso. 

Si las cosas siguen como van, y así parece ser, López Obrador estará cerrando redondamente su gobierno aprendiendo y superando los errores de los personajes con quienes suele comparársele en América Latina.

A pesar de su popularidad, el presidente López Obrador nunca dio visos de pretender permanecer en la presidencia de la República, como imaginaron en sus pesadillas salvajes sus adversarios. 

Con ello, termina por desmentir a sus malquerientes, los que hace veinte años hablaban de un peligro para México, luego aseguraron que se iba a perpetuar en el poder, y que ahora, ya descafeinados o mejor dicho desmentidos, aseguran que López Obrador gobernará a través de Sheinbaum. 

Él es el primero en negarlo, prometiendo una vida en retiro, sin apariciones públicas ni presencia en redes sociales; sin llamadas ni visitas políticas. 

La madurez humana y política que esto requiere, pudiendo optar por un liderazgo internacional casi natural, son la más clara muestra de que ha aprendido de la historia nacional y de América Latina y de que sí mayor ambición es la de ser parte honrosa de esta. 

Su renuncia al menor esfuerzo de intentar permanecer en el poder, o de modificar las leyes que se lo impiden, lo distinguen no solo de Hugo Chávez con quien siempre se le comparó desde la derecha. Sino también lo distinguen de Evo Morales, cuyo deseo de permanecer vigente en la política boliviana lo tiene hoy en conflicto con el presidente Luis Arce, resultando ello en la posible división de su fuerza política para gusto y deleite de los adversarios de ambos. 

Con Claudia Sheinbaum como sucesora, se espera también un destino distinto al de Rafael Correa, expresidente ecuatoriano que entregó el poder a Lenin Moreno, de los moderados de su partido, solo para que este le traicionara tanto a él como a las conquistas de su gobierno, entre ellas la de haber refugiado por años a Julian Assange.

Ahora que deje de ser peligroso, ahora que se aprestan los elogios no solo por mérito propio sino porque serán útiles para fustigar a Claudia, López Obrador suelta el bat en su mejor momento a esperar el juicio de la historia. 

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