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viernes, 6 junio, 2025
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El Evangelio de Lucas Gavilán, paráfrasis necesaria

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Por: SIMITRIO QUEZADA •

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La novela El Evangelio de Lucas Gavilán es una paráfrasis ingeniosa que ha hecho el escritor Vicente Leñero del Evangelio según Lucas, contenido en la Biblia (en el Nuevo Testamento, de manera específica). Los capítulos de la novela son los encabezados del evangelio al que hace paráfrasis; y lo único que cambia un poco es el contenido. En realidad es ésta la vida, pasión y muerte de un mexicano de clase media baja llamado Jesucristo, homónimo del taumaturgo histórico. Hay una analogía en todo el texto, analogía de hechos y vivencias entre ambos personajes; la que, en el mismo prólogo a su evangelio, confiesa Lucas Gavilán, el narrador de la historia: intentó su propia versión narrativa impulsado por la Teología de la Liberación “desde una óptica racional y con un propósito desmitificador”.

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¿Cómo logra el narrador (más bien el autor) una paráfrasis de este tipo? El mismo Leñero confiesa su metodología: por un lado su historia se atiene a la “división y titulación de capítulos y párrafos, y consignando siempre los versículos referidos”. Para reproducir párrafos textuales recurre a una versión popular del Nuevo Testamento, un texto ecuménico; es decir, con una traducción en la que pueden estar de acuerdo tanto católicos como miembros de otras iglesias cristianas.

El protagonista no nace en el pesebre de Belén, sino en el frío zaguán de una vecindad en la capital de México. El personaje de la Anunciación no es el arcángel Gabriel, sino doña Gabi la yerbera. Los discípulos no son pescadores: Jesucristo los encuentra pepenando basura en las afueras del D.F. y sellan su amistad en “Las Glorias de Salomón” tomando pulque. Este Mesías no hace milagros como los conocemos: no es hipnotista, telépata, levitante o curandero. Su grandeza estriba en otro tipo de milagros, como “conseguidas” de atención en el Seguro para los más desprotegidos. No es Jesús de Nazaret, sino Jesucristo Gómez, un albañil que deja todo por anunciar la justicia: Jesucristo, el hijo del plomero José Gómez y de María David.

Aún después de hacer a un lado el ámbito religioso, la humanidad seguirá considerando la figura de Jesucristo como una de las más polifacéticas y polémicas. Guerrillero, juez bizantino, divinidad, superstar, hippie, reformador, pastor, colérico o sufriente Jesús toma hoy nuevas formas para salvar a los humanos que habitamos en este “triste valle de lágrimas”. La Teología de la Liberación proyecta la imagen de un Jesucristo social, amigo de los pobres y los fregados, enemigo y acusador de los caciques, burgueses y explotadores: igual al Jesucristo Gómez presentado por Vicente Leñero.

El Evangelio de Lucas Gavilán se vale de la exquisita combinación de dos elementos fundamentales en la vida del mexicano: la religión, presentada bajo el aspecto de la religiosidad popular y la autoridad eclesiástica, y la conciencia política, bajo la impresión de la pobreza y la injusticia que reinan en nuestras comunidades.

El redentor que resucita en bienes y salud a otras personas, la religión que tiene sus consecuencias en el ambiente sociopolítico, el concepto de liberación aplicado a los pobres y el intento de supresión de la riqueza para dar paso a la igualdad es parte de lo que proclama La Teología de la Liberación. Esto lo recoge tal novela mexicana contemporánea.

Con su humorismo, realidad política y religiosa, ironía, ideales y conceptos filosóficos esta historia sigue cobrando validez. Abundante en groserías y malas palabras, posee la plenitud de cariño y verdadera solidaridad con los hermanos jodidos, muertos de hambre, homosexuales o alcohólicos que deseen encontrar todavía una esperanza a su vida, sin importar de qué manera se desarrolle su búsqueda. Esta es la obra reflejo de la filosofía de los nuevos curas que inspiran movimientos sociales renovadores frente a la tradición y los prejuicios del catolicismo de México: no divorciado de la realidad que vivimos cotidianamente los habitantes, no tanto de este país como de esta cultura. ■

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