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jueves, 24 abril, 2025
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Las batallas en México ya no son como la de Puebla

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Por: Víctor Santa Rita Villa •

En la constante lid por la conservación de los derechos de la clase trabajadora, el pueblo mexicano, esa masa amorfa, plena en creencias e ideologías, mantiene en su pluralidad su más grande desventaja. El gobierno junto con todos sus esbirros y artilugios, ha apostado de manera nefanda a la división, que durante décadas ha orquestado y puesto en manos de las llamadas fuerzas políticas, que sin calidad moral y sin ética se han encargado de hacer de los mexicanos y su ignorancia cúmulos de seres semejantes a rebaños.

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Muestras plenas de la desfachatez de las que han sido capaces los voraces y descarados integrantes de la clase política en México, se cuentan por centenares, que van desde los llamados chapulines; entes que predican una “ideología” (por demás efímera) y con la cual manipulan a sus adeptos, hasta que un cargo que les otorgue mejores dividendos y prebendas se presente. De igual modo los llamados “pactos”; conjunciones y complicidades sumamente inverosímiles, en las que se llegan a reunir partidos de derecha y de “izquierda”, con los que se han gestado bajo el descaro y el cinismo, los despojos y atracos más infames de los que pueda tener memoria la nación (si es que alguien goza de esa cualidad).

Las “batallas” electorales en México, distan mucho de ser enfrentamientos ideológicos auténticos, son más bien, simulaciones tapizadas de papeles multicolores que semejan más disputas deportivas, pactadas previamente, acompañados de “hinchas” que apoyan ciegamente a los candidatos de su predilección, o interés y que al final de la contienda sientan su éxito o su fracaso en los hombros de quienes los apoyan o los detractan, cuando ellos, los que deciden por millones, venden la vida y los derechos de sus seguidores por una existencia hueca y putrefacta, basada en el lujo y la depredación de sus semejantes.

Las batallas en México ya no son como la de Puebla el 5 de mayo de 1862, los mexicanos ya no luchan con los invasores extranjeros para salvaguardar la soberanía, ahora las “fuerzas del orden” y dirigentes políticos, luchan por sí mismos y sus intereses, incluso contra su propio pueblo. La hegemonía es la única bandera válida para la clase política. Los ideales, desgastados y abaratados, ahora sólo lucen en fiestas que lejanas a remembrar la grandeza de un pueblo, deslucen en la vorágine del vilipendio y la ignorancia. México, otrora un país distinguido por su bravura ha sido derruido hasta los cimientos por sus gobernantes, ha pasado de la gloria de los indígenas zacapoaxtlas en la defensa de su tierra, al desprestigio de una raza entera en la venta de sus recursos y su soberanía a manos de intereses y capitales extranjeros por la negligencia y cobardía de unos sátrapas ambiciosos que sólo en tiempos de elecciones recuerdan que hay gente viviendo en la miseria. Visitan los poblados más remotos y haciendo alarde de las obras realizadas, como si de verdad se tratasen de favores o dádivas que a ellos se debieran, no sólo piden el voto, lo exigen, por medio de chantajes e incluso amenazas.

Difícil es en nuestros días, conocer al menos un poco de la historia que ha forjado esta bella tierra y mirar los despojos que unas cuantas décadas de atracos en manos de una minoría de parias han convertido a un país que en su post revolución se vislumbraba como una de las potencias mundiales florecientes y que hoy no es otra cosa que un nido de serpientes que se revuelve, se traga a sí misma para dejar sólo desechos.

México no tiene por qué terminar como una colonia usada y despojada, ya muchas vidas se han perdido a causa de la defensa de su soberanía y su gente. Es momento de recuperar las obligaciones que como pueblo tenemos, hacia esta tierra y sobre todo a la descendencia que se procree sobre su suelo. Es primordial, que la limpieza de la maraña gubernamental se realice de arriba hacia abajo, sin simulaciones como siempre ha sucedido. Es necesario estructurar nuestra defensa como pueblo, con organizaciones que adopten todas las causas como comunes, lejos de la influencia de políticos, partidos y de intereses de empresarios, eligiendo desde las masas a los representantes que dignamente defiendan los derechos que por años, han sido la promesa siempre incumplida de los caciques, que desde las sillas de gobierno, miran al pueblo y se burlan de él. ■

 

*Profesor de primaria y disidente.

 

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