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domingo, 20 abril, 2025
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Donald Trump; su afán de monopolizar las ganancias del fentanilo

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Ya está muy claro: el gobierno de Donald Trump pretende la monopolización de varias actividades económicas ilícitas; principalmente la producción, tráfico y comercialización del fentanilo. Esta rama económica la mantienen entre las sombras, pero la exprimen para resolver necesidades de acumulación de capitales. Con hipocresía participa la DEA, CIA y algunos capitalistas. Por eso, allá no persiguen a nadie, ni se rescata a los jóvenes drogadictos.

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Al proceso de acumulación y concentración de capital le importa un comino la muerte anual de más de cien mil jóvenes gringos por consumo de esa sustancia. Igual, a las armerías les tiene sin cuidado los miles de muertos en México. Al capital sólo le interesa reproducirse y acrecentarse.

El fascismo es la respuesta política de la fase actual de un imperialismo norteamericano en proceso de reestructuración. La oligarquía burguesa asaltó el poder político por la vía “democrática” sacudiéndose a parte de sus intermediarios, la clase política. Ahora dirigen a entera satisfacción al Estado, protegiendo sus intereses nacionales y hacia el mundo.

El equipo de gobierno de Donald Trump se caracteriza por la presencia de algunos de los hombres más ricos del mundo. Pretenden que creamos que “prefieren” la función pública por sobre el interés de estar al frente de sus multimillonarios negocios. Estados Unidos ha dejado de ser la gran superpotencia económica y militar. Diversas fuentes detallan pérdida de competitividad de muchas de sus mercancías, creciente endeudamiento, balanza comercial desfavorable, estancamiento científico y tecnológico empresarial, incluso el dirigido al armamentismo. Las últimas guerras, promovidas por USA no han rendido los frutos esperados.

La estrategia económica del gobierno de Donald Trump, dirigida por magnates como Elon Musk, es al mismo tiempo estrategia política, ideológica y militar. Tradicionalmente los gobiernos de EEUU presentan excesiva vocación imperial.  En las condiciones de un gobierno dirigido por empresarios voraces, de ideología y comportamientos fascistas, su estrategia es nacional y, al mismo tiempo, transnacional. Por eso, Donald Trump firma decretos extraterritoriales porque piensa, siente y actúa como el sultán del mundo.

Las apariencias presentan una guerra comercial de Estados Unidos contra el mundo; con énfasis especial a China, Canadá, México y extendida a Europa. No hay espacio para un razonamiento mayo, abrevio: El problema económico no radica en el nivel comercial de las mercancías, sino en el de la producción. Si, por ejemplo, actualmente el precio de los productos estadounidenses es mayor que los de China es justamente porque el país asiático ha disminuido el costo de su producción.

En China se han producido intensos y rápidos progresos de la ciencia y la tecnología que se aplica en los procesos productivos. Ese progreso se promueve, no brota espontáneamente. Eso implica mayor desarrollo de sus fuerzas productivas, en particular de los medios de producción que derivan en mayor productividad. Consecuentemente en el abaratamiento de la producción que, en el mercado, rápidamente desplaza a las mercancías más caras. La incapacidad gringa de producir más barato, lleva a su gobierno a responde con la aplicación de aranceles y así encarecer la producción china para que los capitalistas estadounidenses puedan vender, al menos en su país.

El caso de México es diferente. La exportación de capitales de Estados Unidos a México (las maquiladoras es una parte) condujo a un colonialismo industrial (en otra ocasión hay que desglosar el concepto), donde la contratación de trabajadores con un salario más barato figura como el incentivo principal para disminuir el costo de producción.

En eso, el gobierno de Donald Trump puede estar encantado. No así a la hora de que la producción realizada en México cruza la frontera. La ganancia en el mercado es ganancia para el capitalista gringo, pero para cuestiones aduanales aparece como exportación de México a Estados Unidos y en la balanza comercial entre naciones la cuenta favorece a México y no al país vecino. El gobierno gringo, pretende con su fórmula de aranceles, obligar a que el capitalista gringo regrese a su patria. Eso no lo hará por cuestiones de costos de producción.

Otro tema es el fentanilo. En el futuro abundaré, sólo diré que los cárteles mexicanos, canadienses y chinos representan una seria competencia a los cárteles gringos, entre los que se encuentra el propio gobierno estadounidense, sedientos de levantar una economía en quiebra. Se calcula que el pleito del fentanilo es por una ganancia del orden de los 500 mil millones de dólares anuales.

Donald Trump sabe que los aranceles generalizados afectan a sus gobernados. Eso importa poco si lleva a la quiebra a los negocios que internamente estorban a los capitalistas incrustados en su gobierno. Y así dice el presidente de USA: “ayudamos a Claudia Sheinbaum a resolver un problema que tiene en su país…” el problema es gringo, pero nos llevan al baile.

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