El Presidente López Obrador ha sido muy congruente respecto al tema de generar una adecuada transformación positiva de México; nuestro país es otro desde que tomó posesión pues ante la mirada de las demás naciones, hemos dejado de ser una patria sumisa ante los caprichos de Estados Unidos y otras potencias mundiales, tal como acontecía con los nefastos gobiernos del pasado; ahora se mira de frente a cualquier mandatario y, sin lugar a dudas, dejamos atrás esa caricatura que se hacía de nosotros, sentados junto a un cactus, con un sombrero prominente, un sarape y a dormir mientras que cualquier país, llegaba libremente con complicidades en la Administración Pública para saquear nuestros tesoros naturales: petróleo, plata, oro, recursos marítimos etc. Me congratulo de escuchar que el Presidente López Obrador, impulsa varias reformas constitucionales y legales para hacer justicia a los grupos de atención prioritaria, el cuidado del ambiente, los animales, la salud y otros importantes aspectos a los que me refiero más adelante. El paquete de iniciativas de reformas se presentan en concordancia al Artículo 135 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que a la letra señala: la presente Constitución puede ser adicionada o reformada. Para que las adiciones o reformas lleguen a ser parte de la misma, se requiere que el Congreso de la Unión, por el voto de las dos terceras partes de los individuos presentes, acuerden las reformas o adiciones, y que éstas sean aprobadas por la mayoría de las legislaturas de los Estados y de la Ciudad de México. Así las cosas, el paquete de iniciativas tendrán que enfrentar a una oposición visceral (la peor de los últimos tiempos) a la que solo le importa seguir mamando de la ubre gubernamental, por lo que está dispuesta a todo con tal de recuperar un pequeño espacio de poder o cuando menos, reducir la brecha en el margen de votación para no quedar muy abajo en el suministro de las prerrogativas que el INE entrega a los partidos políticos. Algunos otros, desdeñaran a las citadas iniciativas argumentando la escases de recursos financieros que puedan subsidiar la afrenta presidencial traducida en reformas constitucionales y legales que pretenden: 1. Reconocer a los pueblos originarios como sujetos de derecho Público, con atención preferente; reforma que garantiza hacer justicia a los pueblos y comunidades indígenas que han sido históricamente marginados por los gobiernos desde que nos liberamos del yugo español y, la osadía del Sr. Presidente, es garantizar que el estado mexicano y sus órganos, les brinden un trato preferencial en la construcción de las políticas públicas, en los programas y en las acciones, ya que antes del Presidente López Obrador, los sectores privilegiados fueron los banqueros (FOBAPROA) empresarios y extranjeros (Concesiones mineras y explotación de recursos); con ellos, no se escatimaban recursos, discursos y raterías que se aprobaban hasta por los opositores más recalcitrantes que sucumbían ante los cañonazos de millones de pesos; en ese entonces, no se decía nada, todo estaba bien, mientras que el pueblo cargaba en sus espaldas con todo el peso de la corrupción que pisoteaba sus derechos humanos más básicos, provocando infames devaluaciones del peso como la generada en el gobierno de Miguel de la Madrid: 3100% (Tres mil ciento por ciento) para luego, estratégicamente quitarle tres ceros para que los mexicanos no viéramos lo jodido que estábamos y se facilitara el manejo del peso. Ante todo este escenario y, en el sótano del desarrollo estuvieron los hermanos indígenas, a ellos no se les contaba ni se les veía hasta 1994, año en que se le cae el teatro a Don Carlos Salinas de Gortari, en ese tiempo, era candidato a ocupar un cargo en la ONU, debido a la grandeza de sus artimañas y a su maestría con la que nos engañaba a todos los mexicanos junto con TELERISA y sus estúpidos programas y, al clero y sus fantásticas historias de sacrificio. A la postre, en el territorio de México, habitan según el INEGI, 68 pueblos indígenas que constituyen 27.7 millones de habitantes (el 21.5% de la población mexicana); el CONEVAL reconoce que los pueblos originarios son los más vulnerables ante la desigualdad pues 8.4 millones de personas experimentan una situación de pobreza, 3.4 millones de indígenas ubicados en la franja de pobreza extrema, aunado a que el 43% de los hablantes de alguna lengua indígena, no concluyeron la educación primaria, mientras que el 55.2% de ellos se desempeñan en trabajos manuales de baja calificación. Se me acabaron por hoy los renglones pero le sigo con el análisis la semana entrante.
La coherencia política y las 20 iniciativas de reforma del Presidente Andrés Manuel López Obrador
