Terminó ayer domingo la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. Comenzó el día 1° de agosto de este año, con la motivadora presencia del Papa Francisco y sus discursos memorables.
Me alentó ver en las transmisiones de dicha jornada, realizadas por agencias internacionales, a jóvenes mexicanos, mujeres y hombres, ondeando nuestra bandera de manera jubilosa en las múltiples actividades de dicho encuentro mundial. Fueron miles de nuestros jóvenes los que acudieron a la jornada en peregrinaje ejemplar.
Más de un millón y medio de jóvenes de todo el mundo inundaron de entusiasmo, de alegría las avenidas y parques de esa gran ciudad que es Lisboa: «ciudad llena de flores y de mar, de encuentro, donde la tierra se acaba y el océano comienza», convertida esos seis días en la capital del mundo al acoger a los protagonistas de la historia por venir: los jóvenes, renaciendo la esperanza tan huidiza, en medio de un mundo atribulado por guerras, ideologías perversas, hambrunas, crisis climáticas y migratorias; en medio de un mundo que navega «en circunstancias críticas y tempestuosas, sin rumbos valientes hacia la paz».
Me llamaron poderosamente la atención los mensajes del Papa, profundos, serenos, claros, accesibles para todos. Quiero entresacar algunas de las ideas vertidas por S.S. Francisco en sus discursos ante las autoridades, sociedad civil, mundo de la cultura y cuerpo diplomático a su llegada el 2 de agosto a Portugal, y frente a estudiantes y profesores de la Universidad Católica Portuguesa el día 3 de agosto.
En el primer discurso citado, brillante de verdad, dijo entre otras cosas: Espero que la Jornada Mundial de la Juventud sea, para el “viejo continente” — podemos decir el anciano continente—, un impulso de apertura universal, un impulso de apertura que va dirigido a los jóvenes.
Y lanzó el desafío a un Occidente en hora nocturnal, postrado a los pies hegemónicos del coloso que se desmorona: Mirando con cariño sincero a Europa, en el espíritu de diálogo que la caracteriza, nos saldría espontáneo preguntarle: ¿Hacia dónde navegas, si no ofreces procesos de paz, caminos creativos para poner fin a la guerra en Ucrania y a tantos conflictos que ensangrientan el mundo? Y de nuevo, ampliando el campo: ¿Qué camino sigues, Occidente?
¿Hacia dónde navegan, Europa y Occidente, con el descarte de los ancianos, los muros de alambre espigado, las tragedias en el mar y las cunas vacías? ¿Hacia dónde van si, ante el dolor de vivir, ofrecen remedios superficiales y equivocados, como el fácil acceso a la muerte, …? ¡Las cunas vacías! Y el mundo occidental lleva en carriolas a animalitos a punto de ser atrofiados al impedirles caminar como si fueran bebés de meses: ¡insólita la confusión de sentimientos!
Y remató diciendo clarividentemente ante los representantes de la política y la cultura: Los jóvenes tienen que encontrar sus raíces en los ancianos. En este sentido es importante la educación, que no sólo puede impartir nociones técnicas para progresar económicamente, sino que está destinada a entrar en una historia, a transmitir una tradición, a valorar la necesidad religiosa del hombre y a fomentar la amistad social. ¡Que aleccionadoras palabras estas del Papa en el contexto de los nuevos libros de texto mexicanos cuyo contenido perturbador ahonda la división y el encono en el país! ¡Fomentar la amistad social! Eso nos urge en México para que el porvenir no sea amargo sino fructífero para todos.
Y ante los jóvenes universitarios, «peregrinos del saber», dijo el tres de agosto: No debemos tener miedo a sentirnos inquietos: es un buen antídoto contra la presunción de autosuficiencia y narcisismo. Un antídoto a ciertas consignas políticas que llaman a la resignación. Citó a Pessoa: «estar insatisfecho es ser hombre».
Prosiguió el Papa ante la algarabía universitaria: Desconfiemos de las fórmulas prefabricadas —son laberínticas—, desconfiemos de las respuestas que parecen estar al alcance de la mano, de esas respuestas sacadas de la manga como cartas de juego trucadas; desconfiemos de esas propuestas que parece que lo dan todo sin pedir nada…. Buscar y arriesgar: estos son los dos verbos. del peregrino. Preocupémonos cuando sustituimos los rostros por las pantallas, lo real por lo virtual; cuando, en lugar de las preguntas que desgarran, preferimos las respuestas fáciles que anestesian. ¡Cuánta anestesia mediática hay en México! Las medias tintas «son sólo una pequeña demora en el derrumbe», advirtió.
Señaló rejuvenecido por la presencia de la juventud: «¡No sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños!… Sean coreógrafos de la danza de la vida, que coloque en el centro a la persona humana», en un momento de la historia que no es una «agonía», sino un «parto»; que no es el fin sino el comienzo de un «gran espectáculo». Y preguntó: ¿Estoy encerrado en mi burbuja o corro el riesgo de salir de mis seguridades para ser un cristiano practicante, un artesano de la justicia, un artesano de la belleza?
Dijo palabras sabias acerca de las mujeres en ese discurso poblado de luz en el contexto de una nueva cátedra en la facultad de economía de dicha universidad portuguesa: ¡economía de San Francisco y santa Clara!
A este propósito, es interesante que en la nueva cátedra dedicada a la “Economía de San Francisco” ustedes hayan unido la figura de Santa Clara. En efecto, la contribución femenina es indispensable. En el inconsciente colectivo cuántas veces está pensar que las mujeres son de segunda, son suplentes, no juegan de titulares. Y eso existe en el inconsciente colectivo. La contribución femenina es indispensable. ¡Que aleccionadoras palabras en las circunstancias políticas actuales de nuestra nación!
Dedico con entusiasmo este artículo a todos los jóvenes universitarios, mujeres y hombres, de la admirada Zacatecas.