Durante siglos, los niños y jóvenes educandos de Rusia o China, de Japón o de Sudáfrica, de Manchuria o Turquía, de Inglaterra o Argentina , fueron aleccionados acerca del supremo poder y fama de los aguerridos españoles en el descubrimiento real de las magníficas tierras e islas continentales de la américa y del infinito y es así que Hernán Cortés, Alvar Núñez, Francisco Pizarro o Alfonso Alvares de Pineda, fueron estereotipo del marino valiente, la nueva clase de héroes, los que descubrían y repartían el tesoro del mundo, oro, turquesas, rubís o gran artesanía y muchas nuevas tierras y para todos.
Alvar Núñez, por ejemplo, caminó prácticamente todo el continente, fue el primer español en echarse a pie gran parte de la Unión Americana y Mesoamérica y se le vio ya entrado en edad en la zona argentina junto a Pedro de Mendoza conquistando a los indígenas querandíes del recién creado Puerto de Santa María del Buen Aire.
Hernán Cortes tenía no solo la argucia política de tejer alianzas sino de combatir directamente a mano alzada frente a mil peligros y fue herido gravemente en varias ocasiones, lo salvaba -según él y sus soldados- el espíritu divino de Santiago Apóstol y quien decía lo guiaba en sus empresas tan difíciles y llena de noches tristes, pero también de apoderarse de imperios nunca antes vistos, con su arrojo, nunca la debacle moral, aunque los excesos contra la población indígena indefensa se inscribirá en la historia de los horrores universales.
Es así que le siguieron como ejemplo los guerreros portugueses, ingleses y flamencos, franceses y lituanos, italianos aliados y un sinfín de aventureros que se la rifaron creciendo famas, desarrollando nuevas estrategias de comercio y trueque, el esclavismo, la explotación masiva de minas, el abuso, la insidia, la hidalguía con medallas sangrientas, pero fundando pueblos, escuelas, un nuevo estilo intermedio entre la antigua barbarie indígena con la nueva modalidad del terror a la castellana.
Dejemos a un lado el estereotipo, la laya de historia fastidiosa y vayamos directos a la osadía española: se cree que uno de los momentos más trascendentales en la historia de la humanidad fue el encuentro ceremonioso entre dos culturas, Moctezuma ataviado de oro y miles de súbditos y los españoles altivos como emisarios de un rey desconocido y los cronistas se dieron vuelo al describir las maravillas de la ciudad de México, para ese tiempo con más de 200 años de insólitos alcances pero en una zona con más de 10 mil años de la presencia humana y unos mil quinientos de la supremacía militar tolteca con sus majestuosas pirámides y enseñanzas todas, aunque hayan desaparecido misteriosamente y dejando palacios, obras majestuosas, acueductos de alta ingeniería en completa soledad tan misteriosa.
(viajaron a otras galaxias, diría mi tata).
Para el pueblo mexicano la presencia española ha sido fundamental y muchas veces agresiva, amenaza permanente donde la derecha de ese país siguió lidiando corrupciones nativas y embelesándose en acorralar a las oligarquías nacionales para restaurar, entre la mentira y el odio, y contra el pueblo organizado en el intento de zafarse de miserias ancestrales, con nuevas formas de colonizar mediante la corrupción política y así incidir en las zonas de alta estrategia: la energía eléctrica, los usos petroquímicos, los bancos; hoy en día más de 10 mil empresas españolas tienen presencia en territorio nacional.
Nuestros abuelos y bisabuelos llegaron a México huyendo de las miserias o guerras o episodios fratricidas y ese episodio es de enorme orgullo y de ayuda mutua, pues fructificaron en educación, ciencia, deportes y cultura, comercio y cultivo. Eso nunca será desproporcionado y siempre una señal de que los pueblos del mundo se quieren y se protegen, a pesar de las adversidades.
Recuerdo cómo periodistas palestinos en Managua me decían en julio de 2023 que el pueblo judío de Israel y el pueblo palestino se querían, otra cosa son las élites criminales del sionismo y las provocaciones de Hamas, ese ejército que fue pertrechado y asesorado decenios atrás por militares norteamericanos.
Mientras tanto no deja de fascinar la presencia española en el continente americano, el bullicioso idioma castellano como uno de los más musicales y poéticos que se tenga memoria, recuerdo haber musicalizado a un poeta español del año 1100, el gran Hernán Sánchez Calavera, tenía yo unos 18 años y vi su poema y que me lo chuto, en algunas versos clama: “por dios señores, quitemos el velo que turbia y ciega así nuestra vista, miremos que la muerte al mundo conquista, alzando lo alto o bajo por el suelo” “que se hicieron los emperadores, papas y reyes y grandes prelados, duques y reyes, caballeros afamados?”..
Y así…