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domingo, 8 junio, 2025
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Hora de enfrentar el cambio climático

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Por: Marco Vinicio Flores Guerrero •

Si desde ahora no cambiamos los patrones de consumo y de generación de energía, dentro de 30 años, cuando la población mundial haya rebasado los 9 mil millones de habitantes, la generación de basura será 70% mayor a la actual, lo cual acelerará el calentamiento global, la contaminación de aire, tierra, agua, extinción de especies animales, la salud humana será gravemente quebrantada y habrá catástrofes climatológicas de magnitud todavía impredecibles.

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Hoy, la contaminación del aire, que es “un asesino silencioso, invisible y prolífico” provoca cada año la muerte prematura de siete millones de personas, una muerte cada cinco segundos, según David Boyd, Relator Especial sobre los Derechos Humanos y el Medio Ambiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Ese número de fallecimientos es alarmante pero explicable, porque 90 por ciento de la población mundial respira aire tóxico. Estas cifras fueron divulgadas dentro de la conmemoración, el 5 de junio, del Día Mundial del Medio Ambiente, por la ONU, que recordó a los Estados nacionales que no garantizar a la población un aire limpio es violar los derechos a la vida, la salud, el bienestar, y en general, los derechos humanos.

Tanto daño han hecho la indolencia y la soberbia humana al planeta, que continuamente, y cada vez más seguido, suceden tragedias causadas por el calentamiento global y por acciones directas del hombre, como la tala clandestina, las quemas agrícolas “controladas” que concluyen en incendios forestales, y acumulación de basura en ríos y arroyos.

Tristes ejemplos de tragedias provocadas los tenemos muy cerca. El 31 de mayo, en Matehuala, San Luis Potosí, una insólita tromba convirtió céntricas calles en ríos furiosos que arrastraron 300 vehículos e inundaron casi 200 viviendas y negocios.

Peor fue en el municipio San Gabriel, de Jalisco, donde una avalancha de lodo y troncos de árboles inundó calles el domingo 2 de junio. Hubo cinco muertes, 3 mil damnificados, daños y destrucción de centenares de viviendas y decenas de vehículos dañados totalmente.

Matehuala sufrió una de esas trombas que son cada vez más frecuentes en zonas que antes solo tenían lluvias normales. El caso de San Gabriel fue más patético. Productores de aguacate talaron bosques y produjeron incendios forestales, con lo que debilitaron la tierra y fácilmente fue arrastrada por el empuje del agua. Fue así como las calles de San Gabriel se convirtieron en cementerio de troncos, ramajes y lodo.

Los llamados de atención que la naturaleza nos envía son continuos, pero hasta ahora la soberbia humana ha sido sorda a esos gritos.

Más no puede aplazarse el cumplimiento de las obligaciones para proteger el planeta. En realidad no son muchas nuestras tareas, aunque sí bastante complejo solventarlas y plagadas de resistencias e intereses económicos mezquinos y egoístas. Algunas de las primeras será reemplazar la energía derivada de hidrocarburos; evitar la contaminación del aire, detener la deforestación y respetar y proteger flora y fauna. Respecto a este último punto, Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostiene que el país ha perdido 50% de la cobertura vegetal y es el país con mayor número de especies animales en peligro de extinción.

Ante panorama tan adverso, urge al país comenzar una nueva estrategia transversal que plantee en serio la regeneración del medio ambiente, que incluya una transición energética que reduzca el uso de hidrocarburos, carbón y gases y se encamine a las energías verdes y renovables. También las prácticas agrícolas deberán normarse y eficientarse para transitar hacia una explotación racional y respetuosa de la tierra, de los bosques, selvas, lagos, ríos, manglares, litorales y mantos freáticos. Deberá transformarse la agricultura de hoy en una agroecología que aproveche y conserve los ecosistemas y la biodiversidad.

Biodiversidad, que por cierto, deberá afianzarse en los usos y costumbres de los pueblos indígenas y de las comunidades campesinas, agropecuarias, forestales, pescadoras e incluso, artesanas. El golpe de timón debe ser firme y contundente para, de una vez, transformar todo el sistema productivo basado en los recursos naturales para hacerlo más humano, justo redituable y respetuoso de la biodiversidad.

A todos nos tocarán otras responsabilidades: optar por el transporte alternativo y público, consumir solo lo estrictamente necesario, reciclar, reducir el uso de materiales contaminantes como bolsas y envases plásticos, preservar el agua.

En fin, si el cambio climático ya amenaza la supervivencia del planeta y de los seres que lo habitamos, es hora de asumir compromisos y cumplirlos. ■

*Titular de la Coordinación Estatal de Planeación

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