Acreedor de una labia punitiva y escandalosa, el ex presidente nacional del Partido Acción Nacional y férreo militante de su ideario y plan de negocios, Damián Zepeda es sinónimo de agandalles y fracasos, de moches y pugnacidad, dice diferenciarse de sus compañeros de partido que se desquician, pero siempre cae en un circulo enfermo: se cree salvador de la patria y con una supuesta y profunda tarea “de proteger a México del populismo narco morenista”.
Durante su exigua dirigencia en 2018 y que llevó al mas profundo de los fracasos de su partido, el sonorense desde entonces ha sido paradigma del fracaso maloliente que se resguarda bajo los millones que pudo acaparar, siendo testaferro y pistolero verbal y ante una crisis generada por ellos mismos: el fraude electoral que llevó a Felipe Calderón a la presidencia en 2006, los robos descarados en 2012 con la ex candidata de su partido Josefina Vázquez Mota y a la que el mismo Peña Nieto le dio del erario 1200 millones de pesos y toda una connivencia demostrada fehacientemente con miles de pruebas de cientos de sus políticos con el narco crimen en diversos estados del país.
Demian aparece continuamente en programas de radio y tv y redes sociales, donde mas se explaya son los viernes en el risible programa de Atypical con su llamado programa LOS TRES ASES y en donde con la diputada jalisciense Paulina Rubio y el pantanoso Álvarez Icaza, vislumbran diálogos enfermizos y acusadores, nunca plantean nada, solo el denuesto, la diatriba, la acusación falsa en contra de todo lo que huela a Morena y la llamada cuarta transformación.
No es este un repaso de sus barbaridades sino el retrato de un ganapán de la derecha mexicana al que se le atribuyen supuestas inteligencias pero que es constante su declaración de odio, de su desidioso discurso de polizonte en una vía que ya parece irremediable para los presagios que los espejean: los cambios políticos y sociales del México de hoy son imparables y que llevan consigo una fuerza histórica e irradian en lo inmediato el beneficio colectivo y no la rapiña a la que la generación panista que el aparejó a toda una runfla de vividores y demagogos a gran escala.
Su patrón es Jorge Herrera, el mas atrevido del cartel inmobiliario y que a través de verdaderas transas y delitos contra ley, modificaron todo para hasta burlarse de retar “a ver, métanos a la cárcel, metan a la cárcel a los del aeropuerto fallido de Texcoco, los moches de Obredech, la felonía del Fobaproa”, pero no así de las descomunales tropelías de Cabeza DE vaca en Tamaulipas y un gran sinnúmero de fracasos y raterías como las de Marcelo de los Santos cuando siendo gobernador de San Luis Potosí se burló del país entero y trató de encumbrar a sus colegas de partido en la ilegalidad, la ausencia de cárcel, el goce siniestro de millonadas en sus bolsillos y otras desenfrenos.
Le espera la cárcel, lo sabe, el servicio público para el y sus incondicionales, la transa fue su medicamento, su remedio mas inmediato, la droga discursiva y demagoga en las tribunas, el curalotodo de una cuadrilla de auténticos rufianes de la política destructiva y cuyo fruto fue-además de una impunidad total de sus desmanes financieros- la estrella luminosa de Querétaro: el boqui suelto de Ricardo Anaya y sus miles de millones de pesos mal habidos y que sigue disfrutando con total impunidad y ramplonería.
Los viernes hago desde mas temprano todo-ejercicios, abluciones y quehaceres de bibliotecas y la casa entera- para no perderme a LOS TRES ASES, verifico cuidadosamente su lenguaje viperino, el respaldo que los tres , – bajo la mirada astuta del güerito Alazraki-, siempre están de acuerdo en todo y Damián secunda con mucha alegría socarrona, la sarta de inmundicias que sus colegias y la diputada federal patrocinan: odio en lugar de análisis de las derrotas, burla desmedida de su propia agonía en lugar de propuesta seria de otro modelo de debate y de país y en cambio, se la pasan en una rabieta constante disfrazada de animosidad, que no más nunca les deja nada sino el descrédito constante y la posible y urgente y real cobra de facturas por sus tantas fechorías.