■ Su combate debió retomarse como una de las grandes reformas estructurales, afirma Valerio
■ Existen altos índices de este fenómeno en diversas dependencias, según datos de encuestas
La actual coyuntura que se vive en diversos estados y en general en todo el país por diversos sucesos, evidencia que uno de los mayores problemas que persisten es la corrupción en el ámbito político, afirmó Francisco Valerio Quintero, docente investigador de la Unidad Académica de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).
Explicó que la corrupción es un problema sistemático que ha invadido prácticamente todas las células del organismo social en México, y por lo tanto su combate debió haber sido una de las grandes reformas estructurales.
Por el contrario, la corrupción solamente se pretende atacar con declaraciones, y aunque puede ser cierto que se trata de un problema cultural, como alguna vez lo señaló Enrique Peña Nieto, en algunos casos hay contraculturas que se deben revertir a través de la educación, el cual tampoco es de lo mejor atendido en el país.
Sin embargo, señaló el mayor problema es que ante la falta de información precisa sobre los asuntos públicos, la ciudadanía desconoce si existe más información o no, si hay voluntad o no para publicarla o si la información que se emite es consistente con la realidad.
Valerio Quintero refirió que diversas encuestas aplicadas por el propio Gobierno Federal arrojan como resultado la existencia de altos índices de corrupción en las diversas dependencias gubernamentales e incluso, en muchos casos, reconocida por las propias autoridades.
Una de ellas es la Encuesta Nacional sobre Participación Política de los Mexicanos, la cual es realizada y fiscalizada por la Secretaría de Gobernación (Segob), en la que se expresa lo que piensan los mexicanos respecto a la calidad de la vida pública.
En el caso de Zacatecas, recordó que recientemente se la opinión pública cuestionó el gasto en la celebración del Centenario de la Toma de Zacatecas, pero se evidenció la poca voluntad de las autoridades para atenderlo.
Desde su punto de vista, ese asunto era fácilmente atendible por los funcionarios informando cuánto costó cada uno de los eventos, cuál fue la fuente de financiamiento de estos, quiénes fueron beneficiarios de los contratos que se licitaron para diversos servicios y proyectos y cuál fue la vía para la asignación de cada uno de ellos.
Es decir, Valerio Quintero reiteró que era muy sencillo aclarar todas las dudas y cuestionamientos sobre los gastos ejercidos, y si la información existía, no tenía sentido provocar un desvío del interés público hacia ese tema, pero si las autoridades hubiesen pretendido recuperar credibilidad y confianza, era muy sencillo ofrecer esa información de manera puntual.