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lunes, 21 abril, 2025
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Una oposición alejada del pueblo, pero en los brazos del demonio

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Me hice a la idea de que, en esta entrega, profundizaría algunas ideas relacionadas con el Estado de Derecho y la reforma al Poder Judicial de la Federación, pero éstas esperarán. Hay otra reforma profunda que empieza a gestarse de manera sorda y obligada por el cambio de la realidad social, está relacionada con la clase política, su estructura y sus instituciones. La realidad social ha cambiado y las estructuras políticas y su discurso ya no le corresponden, entraron en conflicto, en crisis.

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El derrumbe del Partido de la Revolución Democrática (PRD), inició cuando la dirigencia nacional decidió pasarse a las filas de sus acérrimos enemigos políticos del PRI y el PAN mutando al PRD de izquierda a la derecha. En el llamado Pacto por México, el PRD se subordinó completamente a la derecha, registró su metamorfosis, cambió a los pobres por los ricos. Su dirigencia se convirtió en una camarilla administrativa y fiel ejecutora de las tácticas y estrategia política de quienes habían sido sus rivales electorales, de proyecto nacional y hasta los causantes de persecución, represión y asesinato de cientos de sus dirigentes territoriales.

Por su parte el Partido Revolucionario Institucional (PRI) contaba con una mejor estructura territorial y líderes sectoriales relevantes, muchos emergidos del corporativismo y la ideología política que los alimentaba. Sin embargo, poco a poco, fue el Partido Acción Nacional quien tomó la directriz principal, a pesar de que sus últimos dirigentes resultaron ideológica, política y operativamente torpes. Así, en casi 100 años, el PRI terminó sin candidato propio a la Presidencia de la República y adoptó como su candidata a la panista Xochitl Gálvez.

El Partido Acción Nacional (PAN), tradicionalmente de la derecha mexicana, y muy afín a los intereses de la clase empresarial, también hizo a un lado su historia y simplemente se entregó, “en cuerpo y alma”, a las directrices de una cúspide empresarial nacional y extranjera neocolonizadora; vale decir, a las políticas neoliberales.

Es evidente que los 3 grandes partidos políticos de México terminaron construyendo una especie de frente común (el Pacto por México es la formalización), hicieron a un lado sus grandes diferencias ideológicas, políticas y estrategias. Con ello, dieron la espalda a los segmentos de clase a las que originalmente representaban, terminaron respaldando y defendiendo los intereses de grupos empresariales extranjeros y sus gobiernos imperiales, saqueadores de la riqueza nacional, a la que se entrelazó un reducido grupo de capitalistas mexicanos antinacionalistas y procoloniales interesados en sacar ventaja de la alianza con los extranjeros.

PRI-PAN-PRD (PRIANRD) hicieron suyas las propuestas de políticas públicas enfocadas en la privatización de todos los bienes y servicios públicos nacionales a las que se les pudiera sacar riqueza y ganancia. Por eso, la canalización de recursos públicos a los negocios privados se volvió una constante, los subsidios directos a la empresa y los subsidios al salario empresarial, estímulos fiscales, exención y/o devolución de impuestos; a lo que se añadió los bajos salarios para disminuir los costos de producción empresarial, entre otros.

Ese frente político conocido como el PRIANRD se concentró en representar ideológica, política y organizativamente a una cúspide empresarial voraz y antinacionalista y, desde luego, al séquito de la clase política enquistada en sus propias estructuras partidarias, a la ubicada en las instituciones públicas y en poderes fácticos alineados que, en conjunto, forman un todo orgánico del proyecto de nación neoliberal. Puede entenderse, por simple sentido común, y verificarse en los hechos mismos, que esos 3 institutos políticos dejaron de representar los intereses de las grandes mayorías nacionales y, al contrario, se volvieron sus enemigos de clase. La enajenación ideológica y política, así como el corporativismo aún existente, de grandes capas de empobrecidos apoyando a sus enemigos de clase, no modifica la médula burguesa, reaccionaria, conservadora y proimperial de esos partidos y sus dirigentes.

El reparto de culpas por el desastroso descalabro electoral y la rebatinga interna por la dirección del PRI y del PAN (el PRD ya es historia) no solo pone en evidencia la ambición vulgar de muchos de sus interlocutores, también pone de relieve la profunda crisis que viven al haber perdido la identificación con los anhelos del grueso de la población mexicana.

Los resultados electorales, la presencia de ambiciosos sin escrúpulos, “chapulines”, oportunistas y trepadores sin principios y proyecto nacional en el Partido del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) ocupa ser objeto de análisis muy crítico. El partido en el poder también necesita afinar el rumbo, el proyecto nacional, la estrategia, la organización interna, las maneras de vincularse con los sectores sociales, teniendo en claro que no puede estar con los ricos y con los pobres al mismo tiempo. O sirve a Dios o se echa en los brazos del demonio.

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