■ Su trabajo invita a deshacer ataduras ideológicas y a pensar por sí mismo, señala
La obra del filósofo mexicano Andrés de Guevara y Basoazábal (1748-1801) fue leída en las universidades de Venecia, Roma, Valencia, Barcelona, París y Nápoles, entre otras ciudades de Europa, en un momento histórico de transición “bastante significativo para Occidente”. Su Institutionum elementarum philosophiae ad usum studiosae juventutis que se reeditó durante más de 50 años y en que convoca a sus lectores a liberarse de falsos dogmas políticos, religiosos, científicos y filosóficos y a fundar su comprensión de la realidad en la razón, “llegó a permear la conciencia de muchos jóvenes que se involucrarían en los primeros ejercicios republicanos tanto en España como en México y otras partes de las colonias españolas”, expuso Hugo Ibarra Ortiz.
El docente investigador en la Unidad Académica de Filosofía de la Universidad Autónoma de Zacatecas presentó el pasado martes en el vestíbulo de la Legislatura del estado de Zacatecas, La insurgencia de la razón. La filosofía de Andrés Guevara y Basoazábal 1748-1848, en que revisa el pensamiento del personaje que tuviera parte de su formación en Zacatecas inscrito en el Real Colegio y Seminario de Juan Luis Gonzaga, de la Compañía de Jesús.
La trayectoria del pensamiento de Guevara y Basoazábal, “fue un poco sepultada por el ala liberal” de la segunda mitad del siglo 19, que vio con recelo todo lo que no fuera positivismo, especialmente lo producido en la Nueva España, pero puede encontrarse a través de las citas que de él hacen autores como Julián Tornel y Mendivil, Lucas Alamán y José María Luis Mora, integrantes de la primera República federal en México, expuso.
“Estos primeros intentos del país por constituirse como una República y toda esa generación, fueron los que se formaron a partir de la obra de Guevara y su pensamiento”, que propone a la enseñanza como “un acto político porque ayuda a liberar la conciencia de falsos dogmas”.
Aun siendo sacerdote, el jesuita hizo una crítica interesante a sus contemporáneos al observar que debe fundarse toda comprensión de la realidad “a partir de nuestras propias luces como seres humanos, es decir, tratar de utilizar más la razón y dejar la fe a otros ámbitos”.
A los jóvenes mexicanos a quienes dedicó sus Instituciones Elementales de Filosofía publicada en 1798 en Roma los instó a educarse en esta disciplina para ser libres de las ataduras ideológicas de los mentores, intelectuales y guías espirituales, a fin de que se atrevieran a pensar por sí mismos.
De Guevara y Basoazábal fue un adelantado a su época, estudioso de la astronomía y la física, que discutió con todos los pensadores que le precedieron, desde Aristóteles a Descartes, Leibniz o Spinoza. Siendo un filósofo moderno cuestionó no obstante también a la Ilustración, pues observó que la modernidad “es también hija de su época, y por tanto falible”.
La obra de De Guevara y Basoazábal, reiteró, nació con una dedicatoria para los jóvenes mexicanos en un periodo de la historia occidental “muy importante, el de la transición del antiguo al nuevo régimen”.
Andrés de Guevara y Basoazábal salió del país al momento de la expulsión de los Jesuitas, con apenas 14 años. Este episodio de violencia perpetrado desde la Corona Española precedió a otros que vivió en Europa, luego en su destierro a Córcega, y tras la invasión del norte de Italia por Napoleón donde se prohibió el ejercicio del culto religioso sufrió “varias violencias por parte de los imperios”, por lo que es un convencido de que la mejor forma de organización de gobierno para un país es la República.
Otra vez en consonancia con Cicerón, defiende la idea de que “el pensador tiene un compromiso con la construcción de la República”, pero no a través de las armas sino mediante una mejor vía, la educación de los jóvenes.
Cuando éstos se dediquen a estudiar y aprendan a pensar, discernir y argumentar mediante la construcción de conocimiento, operará “la insurgencia de la razón, que es lo que va a permitir una democracia madura”.
De Guevara y Basoazábal, filósofo “que fue empolvado por el tiempo” y por tanto ha sido poco abordado, entiende al ciudadano como un miembro de la ciudad que tiene un compromiso con la construcción de la República, por ello le dedica a la juventud mexicana su obra.
“Es importante porque luego se dice que la construcción del ciudadano es posterior a la Constitución de 1857”, observó Hugo Ibarra Ortiz.
“Lo que se busca en el caso de De Guevara, y que yo busco también, es que los chicos, los jóvenes se acerquen a la filosofía, al conocimiento. Y que a través de esto ayuden a construir una democracia distinta para México”, expuso el también coordinador de la maestría en Filosofía de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
La presentación de La insurgencia de la razón. La filosofía de Guevara y Basoazábal 1748-1848, tuvo comentarios de Verónica Murillo Gallegos, investigadora en el Doctorado en Estudios Novohispanos de la UAZ y Ricardo Martínez Romo, director de la Unidad Académica de Filosofía de la misma institución.