En París se está llevando a cabo la Cumbre Climática (COP21) que año con año las Naciones Unidas organiza para deliberar sobre el mayor peligro que amenaza nuestra civilización: el cambio climático global. En su entorno, miles de manifestantes han salido a las calles para sentar postura y evidenciar el simulacro.
El doble discurso de los jefes de Estado –los más poderosos e industrializados del planeta– sigue empedrando el camino de la tragedia. Y es que en ninguna de las Cumbres realizadas, se han abordado las causas estructurales de la crisis climática que tienen que ver –directamente- con el actual modelo de producción capitalista; con los vínculos del calentamiento global con el consumo desmedido.
Las multinacionales –poderes reales sobre las naciones– pasan por encima de las Cumbres manteniendo su política extractiva y depredadora de los recursos naturales. La disputa por el petróleo de Irak, Irán, Siria o México, los acuerdos comerciales y los recientes como el Transpacífico de Asociación Económica (ATP), la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) etc., son sin duda, instrumentos para que nada interfiera con sus ganancias.
Todos los análisis revelan hoy que el cambio climático que amenaza la vida, no es un calentamiento “natural autorregulado”; que se trata de un calentamiento global inducido. Por eso, para evitar que el planeta se siga calentando, es urgente reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que son consecuencia del sistema de producción y consumo de combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón; sustituirlas por energías renovables.
Según datos de la OMS, el cambio climático está provocando la muerte de 7 millones de personas al año. Su último informe advierte además que a partir del 2030 –si no se revierte la tendencia– 250 mil personas se sumarán cada año a esa estadística… Esto lo saben China y Estados Unidos que son los países que más contaminan. Entre las dos naciones, suman más el 47 por ciento del total las emisiones del planeta. Evo Morales, una de las pocas voces disidentes en la COP21, suscribió que debieran ser los países “que mayor responsabilidad histórica tengan”, los que principalmente estén obligados a reducir drásticamente sus emisiones… Y apuró su intervención: “Si continuamos con el camino trazado por el capitalismo, estamos condenados a desaparecer…”.
El Partido Anticapitalista Francés (NPA), también fijó posición respecto de la COP21 de París, denunciando el clima de represión que se respira en toda la Francia: “La manifestación por el clima, que ha reunido a más de 5000 personas, ha sido violentamente reprimida por la policía… Se utilizaron gases lacrimógenos y porrazos… hubo decenas de detenciones violentas… El gobierno no ha dudado en utilizar todos sus medios para impedir que los manifestantes se opongan a la COP21. Reprime las manifestaciones, a un tiempo que permite las conmemoraciones de los atentados del 13 de Noviembre, los partidos de fútbol, los conciertos…. Los patrocinadores de la COP21, que están entre los primeros contaminadores del mundo, son recibidos con grandes honores por Hollande, pero los manifestantes, que quieren luchar por un mundo mejor, son reprimidos ¡¡Detengamos a los contaminadores, no a los manifestantes!! …
Se dice que dos grados centígrados son el límite máximo que el calentamiento de la Tierra puede soportar; que de rebasarse, se entraría en un proceso irreversible y catastrófico de deterioro. Pero, aun con esto, un acuerdo entre los representantes de las naciones reunidas se ve difícil. Todo indica que más bien, cada país asumirá, “voluntariamente” el compromiso de disminuir el consumo de energías fósiles, siempre de acuerdo con sus políticas nacionales de desarrollo económico.
Es solo que no hay planeta B ni tampoco un Arca de Noé que nos ponga a salvo del naufragio. Por eso, estamos convencidos que no serán los jefes de Estado quienes detengan el calentamiento de la Tierra. Son los pueblos, en los distintos continentes del mundo, los que luchan en defensa de sus territorios, contra proyectos mineros o contra el fracking… Son las organizaciones y movimientos en defensa de los bosques, ríos y glaciares, quienes realmente combaten desde lugares recónditos y con las más diversas estrategias. Por eso es urgente profundizar las resistencias locales, regionales y globales contra la implementación de las falsas y peligrosas soluciones al cambio climático que los gobiernos “ofrecen”en el marco de la COP21.
Cuando Naomi Klein visitó la ciudad devastada de Nueva Orleans hace 10 años por el huracán Katrina, dijo: “fue como ver el futuro”. Por eso, para no morir bajo las aguas, sufrir violentos huracanes, sequías o hambrunas, habrá que conectar los movimientos existentes. Que las fuerzas que anhelen cambiar el sistema y no solo el clima, se articulen y lleguen a una visión unificada de cómo hacerlo, porque “mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo” (Fidel Castro, Cumbre de la Tierra en 1992).■
Fuentes: Nadal / Landerreche / Silvia Ribeiro / María Elena Saludas, Salomé Vuarant