La Gualdra 260 / promoción de la lectura
Hace unas semanas me refería a las bibliotecas como uno de los rubros olvidados por la administración saliente. Hasta el último día de agosto de 2016, Zacatecas contaba con 240 bibliotecas públicas. La población total hacia el año 2015, según el INEGI, era de 1, 579, 209 habitantes. Las cifras anteriores arrojan que hay una biblioteca pública por cada 6, 580 habitantes. De acuerdo a las Directrices IFLA/UNESCO para el desarrollo del servicio de bibliotecas públicas, lo ideal es que exista una biblioteca pública por cada 16, 000 habitantes. Desde luego que este indicador se supera con creces, pero no responde a una política de expansión y apertura de bibliotecas.
Volviendo al INEGI como fuente, en 2010 había 233 bibliotecas públicas. Es decir, en el sexenio de los logros se abrieron poco más de una biblioteca por año. ¿Cuántos libros hay en esas bibliotecas? De las cuales, por cierto, sólo una entra en la categoría de Biblioteca Modelo (en Jerez). El total del acervo para el año 2014 era de 958, 392. Si contrastamos, nuevamente, este total con la población nos arroja la cifra de 0.606 libros por zacatecano. Y si vamos, otra vez (todas las veces que sean necesarias) a las Directrices, encontramos que la sugerencia es que existan entre 1.5 y 2.5 libros por persona.
Para el caso del total de bibliotecas se podría argumentar que no existieron las solicitudes correspondientes de parte de instituciones públicas, ni de ayuntamientos para la apertura de nuevos espacios. Sin embargo, también es cierto que no hubo durante seis años un proyecto con metas, objetivos, estrategias para impulsar el interés de por ello. Ahora bien, el indicador de una biblioteca por cada seis mil habitantes obedece a fenómenos demográficos y no a decisiones gubernamentales.
En el segundo indicador la respuesta está en la omisión de la Ley Estatal, la cual confiera a la Coordinación Estatal de Bibliotecas la adquisición, selección y distribución del material bibliográfico (y otros soportes) para cada biblioteca. Si bien esa facultad la viene realizando desde hace muchos años la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, también he mencionado en reiteradas ocasiones que no existe un presupuesto asignado para tal encomienda. Se trata, pues, de incrementar el presupuesto, pero también delinear una estrategia de adquisiciones y descarte.
Éstos son sólo un par de indicadores que son botones de muestra. El panorama es igual, o peor, en cuanto a conectividad, computadoras al servicio al público, perfil y formación del personal, etc. El reto de la siguiente administración no es sencillo. No conseguirá revertir la indiferencia de seis años en el corto plazo, pero tiene la oportunidad de dar muestras de interés por estos recintos. La primera prueba, y que puede realizar un efecto dominó en los ayuntamientos, es colocar a la cabeza a quien cumpla un perfil y no un compromiso político. Esto fue promesa de campaña.