El conversatorio “20 años de presencia e incidencia cultural desde la diversidad” celebró la trayectoria del Festival Cultural de la Diversidad Sexual en Zacatecas, y el legado de Hijas de la Luna, el colectivo pionero que lo gestó desde la disidencia, el arte y el activismo feminista.
Su acta constitutiva, leída durante el evento realizado en la Sala Hermanos de Santiago este viernes, da cuenta de una visión que articuló la exigencia de derechos con la creación cultural, bajo el lema: “todas las personas, todos los derechos”.
Fue gracias al empuje de las “lesbianas históricas” que el festival logró institucionalizarse en su segunda edición, pese a los embates conservadores que lo acusaban de “pervertir a la niñez”, recordaron Sara Ortiz, Margarita Ramos y María Elena Ortega.
En voz de quienes lo fundaron, se recordó el momento en que el Congreso del Estado reconoció al festival. A la par, se alertó sobre los recortes presupuestales y sobre “lo frágiles que pueden ser los avances cuando no se acompaña de una transformación cultural profunda”, en palabras de Sara Ortiz. La artista definió el festival como “territorio de visibilidad, creación y resistencia”.
Margarita Ramos celebró que el festival haya llegado a su mayoría de edad como fruto del trabajo militante, voluntario y no remunerado de lesbianas politizadas, organizadas y feministas. Afirmó que no basta con conmemorar: hay que reclamar lo que pertenece a las disidencias “la palabra, la historia, el presupuesto, el espacio público y la vida”. “La resistencia no se hereda”, dijo, “se construye en colectivo y se afila en comunidad”.
“El festival debe mantenerse como símbolo de esa articulación entre amor, arte y organización”, señaló María Elena Ortega. También insistió en que el activismo desde el arte y el cuerpo es lucha política, y citó a Monique Wittig, teórica feminista francesa, para recordar que el lesbianismo no es solo una orientación, sino una forma de confrontar al régimen heteropatriarcal.
Llamó a evitar sensaciones de soledad y acompañar otras luchas, enfatizando que estos espacios no deben producir aislamiento, sino acompañamiento político y afectivo.
Subrayando que en México los derechos conquistados no se han otorgado, sino arrebatado, Cruz Cárdenas recordó que en siete países aún se castiga con la muerte la homosexualidad. Advirtió que aún se requiere reformar el artículo 1 constitucional, donde persiste el término “preferencia sexual”: “Nadie prefiere ser LGBT”, dijo. También alertó que, si México no alcanza el 95 % de diagnóstico, tratamiento y supresión viral en VIH, “se viene una nueva pandemia”.
El empresario reconoció al festival por ser un vehículo y un vínculo que ha acompañado acciones afirmativas y procesos colectivos. Destacó el logro de la aprobación del matrimonio igualitario, el reconocimiento legal de la identidad de género, la creación de la primera oficina de la diversidad sexual, la incorporación en el Plan Municipal de Desarrollo y la instalación del primer Consejo Estatal de Diversidad Sexual.
Verónica Arredondo resaltó el impacto del Premio Nacional de Poesía y Narrativa LGBT. Al insistir en la necesidad de recuperar este galardón, subrayó su impacto en la visibilización de autorías disidentes y en el fortalecimiento de sus trayectorias.
Desde la academia y el feminismo, Verónica Aguilar relató cómo la idea de que “todas las personas nacen iguales en dignidad y derechos” se desvanece en la realidad cotidiana. Subrayó la importancia de visibilizar las familias diversas y urgió a las universidades de Zacatecas a incluir estudios de género en sus planes de estudio.
Candelario, artista de 20 años e integrante de Sangre de Tuna, habló del orgullo de crecer sabiendo que tiene derecho a nombrarse y crear, pese a vivir en un estado profundamente conservador. Recordó la censura contra el pintor Fabián Cháirez y aseguró que el arte que viene será más libre, híbrido, íntimo y comunitario.
Iván Guardado habló desde su experiencia como teatrero y como alguien que vio nacer el festival. Recordó que hace dos décadas “daba pudor” hablar de diversidad sexual en escena, y destacó que muchas personas, salieron del clóset a través de las puestas teatrales y encontraron en el arte un lugar seguro.
El conversatorio dedicó un minuto de silencio a la memoria de Isaí López Rodríguez y Jesús Laiza González, asesinados el 30 de junio de 2025 tras participar en la Marcha del Orgullo en el Estado de México, así como por Misael Valdez, joven LGBTIQ+ originario de Tamaulipas y asesinado en Guadalupe, Nuevo León.