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jueves, 15 mayo, 2025
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¿Qué es (realmente) el populismo?

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO • admin-zenda • Admin •

(Porqué el populismo de izquierda en  México es más actual que nunca)

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Ahora estamos en justo en una situación en la cual la noción de “populismo” es especialmente actual y relevante. La situación a la que me refiero es la de ilegitimidad del sistema de partidos y la extrema

desigualdad provocada por la ocupación del Estado por poderes económicos fácticos. Es la circunstancia en la que florecen los populismos. Pues bien, en primer lugar exhibiré los motivos por los cuales ha sido denigrado el populismo y después expondré qué realmente es y cómo se hace ahora mismo actual y notable.

Los agentes de la democracia de élite hicieron una cruzada negra contra ‘los peligros del populacho, la turba o la muchedumbre’. Y lo hicieron basados en algunas ideas que fueron muy famosas en la recién formada psicología social: la idea de que las masas son ignorantes y producto de manipulaciones, que son irracionales y llevan a la disolución social. Y por tanto, sus líderes son (por contraparte) manipuladores y demagogos. Para la democracia de élite la racionalidad pertenece al individuo que, organizados por instituciones, crea el Estado de Derecho que regula (también) racionalmente a la sociedad. Las multitudes, por el contrario, son salvajes y conducidas por poderes emocionales opuestos a la civilización. Sobre este imaginario se elaboró la quimera  oscurecida del populismo. Y como toda leyenda negra es falsa: el populismo no es una mera conglomeración de masas manipuladas por líderes demagogos que destruyen las instituciones. Es algo distinto a eso. Sin embargo, ha sido una caricatura muy útil a la auto-legitimidad de la democracia de élite.

El populismo es un mecanismo mediante el cual se construye la identidad social llamada “Pueblo”. Antes de explicar esta lógica social de constitución de Pueblo apoyado en Ernesto Laclau (con su obra ya célebre titulada “La Razón Populista”), abriré una ventana a un mito fundador  de occidente y de origen hebreo, para mostrar cómo se creó la idea que identifica al Pueblo con la Salvación; y que cuando se secularizó y pasó a la teoría política, se identificó a las causas del pueblo con la justicia. Hago este brinco hacia atrás porque esta narrativa permitirá entender mejor el mecanismo del que habla Laclau en ‘el construir Pueblo’.

Entre los hebreos, un inicio no hay pueblo, sino 12 tribus con cierta comunidad de lengua. Pero ante el peligro de los imperios circundantes (Asirios, Egipcios, Filisteos…), las tribus decidieron juntarse orgánicamente en una unidad emergente, a esa reunión emergente de tribus distintas se le llamó “pueblo”. Pero no fue algo sencillo, cada tribu tenía su propio ‘Elohim (su dios patrono); por ello, la unidad de las tribus implicó la unidad de sus ‘Elohim en un solo Dios: Yahavé. Así, nace el monoteísmo conexo al nacimiento del Pueblo. Y como la fuerza de esa unidad de lo diverso fue la causa de su libración de los poderes opresores de los imperios circundantes, se dice que Yahavé liberó a su pueblo. Y con la libertad vino la abundancia y la justicia. A los frutos que conjuntaron libertad, abundancia y justicia por efecto de la acción de Yahavé, se le llamó “Reinado de Dios”. Así pues, este reinado de Yahavé es efecto de la conversión de la población (tribus) en Pueblo. Bien: observen la estructura de esta narrativa y compárenla con lo que sigue.

Nos dice Laclau que la operación por la que una particularidad asume una significación universal se llama “hegemonía”. Y esa totalidad hegemónica reúne en torno a sí, las demandas incumplidas de diversos sectores sociales. Esta articulación de demandas (exigencias) diferentes componen lo que llama “cadena equivalencial”, porque forman equivalencias que hacen de la diferencia de contenidos sociales una unidad. Cada identidad particular tiene su contenido (una demanda insatisfecha), pero puede juntarse con otras, porque se reúnen alrededor de un “significante vacío” que las engloba. Así nos dice Ernesto Laclau: “tenemos dos precondiciones del populismo: (1) la formación de una frontera interna antagónica que separa ‘el pueblo’ del poder; y (2) una articulación equivalencial de demandas que hace posible el surgimiento del ‘pueblo’”. La sociedad es diversa y plural. Pero pueden emerger condiciones para formar una identidad popular que se opondrá a las élites u oligarquía en turno. Es una emergencia plebeya que disputará el poder a una oligarquía. Ahora bien, esto establece una geometría de abajo/arriba, pero que no elimina, sino se complementa, con la clásica geometría derecha/izquierda. Por eso hay populismos de derecha como de izquierda. Por sí mismo el populismo no es ninguna ideología, es una lógica de construcción de identidades sociales. Puede haber construcción de pueblo con valores excluyentes (como el discurso contra los migrantes), pero también puede haber creación de pueblo con valores de igualdad y justicia (izquierdas).

En el populismo hay, por tanto, dos componentes básicos integrados: movimientos sociales de diverso contenido bajo una sola bandera, y una identidad electoral que dirige a esa cadena equivalencial al rescate del Estado. Este rescate implica la construcción de otra hegemonía: otra agenda del Estado para satisfacer las demandas populares insatisfechas. El populismo nace justo ante el desastre de las instituciones sociales: si hubiera empleo, educación, salud… no surge el populismo. Sólo si existen exigencias sociales insatisfechas de forma persistente por incapacidad de las instituciones estatales, y por la ruptura de los lazos de representación social, es que nace el populismo. Por ello, un populismo de izquierda ahora mismo es más actual que nunca. ■

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