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viernes, 6 junio, 2025
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Por: JAVIER ACOSTA •

La Gualdra 671 / Aniversario Gualdreño 14

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Volteo la carta. El ángel de los dos cántaros vierte los tiempos: de su mano izquierda, leche deslactosada, la más fría de sus pechos; de la derecha, el suero del pezón más calientito. Arriba un número ilegible. Al centro dice “La Templanza”. De nuevo la volteo, ahora boca abajo. Se derrama la leche en mi mesa de centro. La recojo con la lengua, como me enseñó mi mamá un día que estaba de veras endiablada. Ahora boca arriba. Tiene dos cántaros el ángel; no, dos pechos; no, dos medialunas, cada una en su mitad del cielo. Cada una rodeada por sus siete sílabas. Las sílabas les bailan otra vez, las azorrillan. Pongo de nuevo mi carta boca abajo. Borro la cuenta de las sílabas. Jánea me pidió palabras, unas trescientas, unas cuatrocientas. No vayas a pasarte por favor Javier, que no es para ti toda La Gualdra. En palabras no sé, pero en sílabas agudas algo así como 230, en esdrújulas, 780, en graves no se sabe; ya sé, un revoltijo y ya, no creo que nadie las recuente. El arcano repela, le pica una parte de la espalda, quiere que le rasque. A la derecha, no, poquito más arriba, más abajo, al centro, fuerte, más fuerte, ay, ya, ahí ahí, hasta que le atinaste. Ya pues, mejor dame la vuelta. Ahí están de nuevo las medialunas en su cielo, como un siete perseguido por un siete, ya están más cerca uno del otro, más, bailando bien apretados, luego copulando; dormitando después, como de cucharita. Cuando empiezan a roncar parecen dos cuernitos, no exactamente de los buenos; son de los de Aurrera, sin mantequilla, duros, de los que sólo se te antojan sumergidos en café con leche. Voltea la carta, ya déjalos dormir, chismoso. La volteo. Baja la voz, baja la voz, que luego se despiertan. Pero en qué sueñan, si sólo son cuernitos. En toros, en qué más. Yo quería ser un toro cuando estaba chico. Yo, ya de grande, me mandé hacer un disfraz de vaca. Para qué. Es que había un toro muy guapo que vino a dar a Creta, yo quería un hijo suyo. Ah, sí, leí tu historia en la primaria, qué buena leche dabas, qué requesón y qué jocoque. Ahí te hablan.

Ya mándamelo, Javier, yo creo que ya de nuevo te pasaste. Ahí va, pues

 

 

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