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lunes, 1 julio, 2024
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Deseo, posibilidad, realidad

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Por donde se le busque, el inicio del año 2016, será una fase más de la política como arena de lucha, abierta o soterrada, cuyas fuerzas y protagonistas: individuales, agrupados u organizados, insistirán, con su activismo, en crear y atraer alguna solución a sus demandas. Por supuesto, gran parte de sus temas y signos, tienen que ver con exigencias y problemas planteados por la vida cotidiana, lo mismo en parajes, que en enclaves diversos o en territorios mayores, a lo largo y ancho del país. Por supuesto, su “ocurrencia” es deseable transcurra dentro de la legalidad, los usos y costumbres. No obstante, eso también implicará los normales riesgos o hasta los peligros que los propios protagonistas generarán mediante su interacción y de una manera tan objetiva y diversa en una sociedad, hoy habitada por una gran diversidad propia y una cultura o culturas que, en conjunto, llegan a caracterizar, su particularidad y cotidianidad.

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Ejemplos hay muchos, generados a través de la historia, en sus distintas épocas y a partir de la propia historia de su cotidianidad y de la gente, constituida en etnia, comunidad, pueblo, etc. Hoy “contenidos” todos por ley, en formas mayores, como son los municipios, los estados y la República, como es el caso de México, cuya Constitución a lo largo de la historia, muestra ese continuo devenir de períodos de paz, con entreguerras, en los que no desaparecen por completo, sino irrumpen mediante múltiples luchas concretas, bajo motivos o banderas distintas, aunque igual, deliberadamente, resultan inacabadas porque no terminan por resolver los problemas, ni los anteriores, ni los novedosos, actuales.

Los escenarios de las luchas, diversos de por sí, retador, serán el campo, la ciudad, la comunidad, el barrio, la colonia. En general, el escenario será donde exista gente agrupada, consciente, organizada y resuelta a resolver de manera más rápida y directa los problemas culturales o sociales que emergen y la aquejan. O aquellos problemas no resueltos, ni tratados con soluciones, sino con paliativos, adecuados para medrar “políticamente” ¿y hasta económicamente? de la mediación y  convertir eso en política para poder medrar, nada menos que de hacer perdurar el atraso o la carencia, al generar horizontes “alternativos”, que no lo son, pero se les presenta como tales. En cambio, están intervenidos para poder vivir de ellos y pervivir institucionalmente de ese modo como políticos que para eso adoptan por sistema, la manipulación de la política, un círculo nada virtuoso, propio, si acaso, para alargar los problemas y la “vida” de las élites políticas, dedicadas a manipular dicha reproducción ¿y pervivir de ello?

De manera que emerge la recursividad, quien se inconforme con la política y quiera cambiarla: curioso, tendrá que hacer política. Por supuesto, una que sea distinta, o mejor, una alternativa con consistencia y temporalidad adecuadas, con laicismo y civilidad, sin llegar a convertirla ni en dogma, ni en “chicle”. Por supuesto, es esperable y deseable que las propuestas de futuro proliferen, en su elaboración, discusión y experimento. Una cosa es cierta, no habrá cambios de la noche a la mañana, pero la cotidianidad tiene que vivir e interactuar con la novedad. Novedad política que, por definición, no se aloja, ni emerge, ni germina, ni se produce en forma individual. Al contrario, surge con mayor frecuencia y no sin dificultad, cuando lo individual se difunde, se comparte y la razón personal abre paso a la razón social y a la razón histórica, porque social y culturalmente son construidas ¿y reforzadas? hasta con fenómenos de masa, y no por ello emerge la novedad histórica. A lo mejor, aquí entra la mediación de la razón como reflexión compartida en la cotidianidad y en su crítica, a ella.

¿Acaso hay otra forma de hacer política? Y si la hay, de todos modos, proliferan las formas de evitarla, desde su reflexión, porque de eso depende el debate, la disputa y justo lo instituido no siempre fomenta, sino pospone y dificulta la proliferación del ejercicio de esa fuerza de reflexión y comunicación social, en un vano intento por evitar lo edificante que es y lo aleccionador de la intensidad democrática, mediante la promoción de una disputa política cada vez más intensa y promisoria por tanto de volver a dar forma o renovar la política con que se manejan o diseñan las instituciones.

Algo a prevenir y evitar: “Originalmente demagogia designaba el <<arte de guiar al pueblo>>”. Su lado peyorativo era: <<La técnica de arrastrar al pueblo, dando satisfacción a sus intereses inmediatos sin atender al bien común.>>

En otras palabras, si: “demagogia es la capacidad o aptitud de gobernar pueblos con la preocupación constante de halagar a la masa social”. El objetivo de esto sería buscar su apoyo. Que este lente sirva para escrutar a los aspirantes a políticos y a los políticos. Y a todos hay que desear pasen un buen día de reyes y un buen año electoral. ■

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