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lunes, 21 abril, 2025
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Sociología de lo absurdo ¿Tú también, Francia?

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Por: José Luis Pinedo Vega •

Los valores libertad, igualdad y fraternidad erigidos en 1789 tras la revolución francesa – pilares del pacto político del país cuna de la igualdad y los derechos humano, que ha servido a muchos países como modelo en el terreno legislativo, político y social- están a punto de desvanecerse por primera vez en Francia, después de 235 años, ante la posibilidad de triunfo en la segunda vuelta de las elecciones legislativas del 7 de julio, de la alianza entre derecha y ultraderecha denominada Rassemblement National (RN). 

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Lo que será inevitable, independientemente del resultado, es el ocaso del macronismo, movimiento que le dio el triunfo a Emmanuel Macron en la elección presidencial del 2017 y le posibilitó la reelección en el 2022. 

En las elecciones del parlamento europeo del 9 de junio 2024, la derecha y ultraderecha en Francia, lograron una votación del 31.5%, mientras que el macronismo logró un ridículo 14.6%. Esto sin duda hizo ver a Macron su realidad, y como una medida de salvación ideó una jugada sorpresa para revivir el espíritu macronista. En misma noche de las elecciones europeas, el 9 de junio, Macron, asumiéndose como un Neo Napoleón, decretó la disolución del Parlamento -la Asamblea Nacional- y convocó a elecciones legislativas a contrarreloj, para llevarse a cabo en solo tres semanas. 

La iniciativa fue severamente criticada como un error de alto riesgo e histórico, por figuras emblemáticas de Francia como Lionel Jospin ex Primer Ministro socialista (1997-2002), Nicolás Sarkozy ex Presidente republicano (2007-2012) y Françoise Hollande ex Presidente socialista (2017-2022). Pero el mal ya estaba hecho.

Seguramente Macron imaginó que, en un tiempo tan corto, el espectro político de Francia no podría organizarse, y para evitar una vez más que la derecha ganara las elecciones legislativas no tendría otra opción más que votar por su corriente política. Y para asegurar la votación, su recién primer ministro Gabriel Attal presentó un nuevo plan económico en el que ofrecía incentivos diversos para la clase media. Dicho sea de paso, con tan solo 6 meses en el cargo, Attal sin duda tendrá que dejar el cargo para dar paso a una nueva cohabitación. 

Con lo que no contó Macron, fue, que los partidos de izquierda tuvieran la misma lectura y la misma pretensión, y la mañana siguiente, el 10 de junio, lograron conformar el Nuevo Frente Popular (NFP), el cual, el fin de semana siguiente orquestó grandes movilizaciones en Paris, Marsella, Lille… El objetivo fue incentivar a quienes se abstuvieron de votar en las elecciones europeas, para evitar que la ultraderecha gane la mayoría en la Asamblea Nacional y así obtenga el derecho de co-habitación, que implica que el Primer Ministro –el encargado de la política interior- provenga de la corriente política mayoritaria en la Asamblea Nacional.

El resultado de la primera vuelta de las elecciones, el domingo 30 de junio, fue revelador. Con uno de los más altos niveles de participación (66.7%) la derecha y ultraderecha (RN) ganaron la primera vuelta con el 31.5% de los votos, el NFP quedó en segundo lugar con 22.5 % y los macronistas en tercer lugar obtuvieron 20.8% con lo cual no lograron pasar a la segunda vuelta, con lo cual quedo evidente que con la disolución de la Asamblea Nacional, Macron cavó la tumba de su fuerza política. 

La situación es compleja, algunos sociólogos la califican como la sociología de lo absurdo. Prevalece una multiplicidad de corrientes políticas con diferencias irreconciliables o al menos difíciles de asimilar. En el NFP participa el partido de Jean-Luc Melechon, la France Insoumise, que ha sido opositor frontal a Macron, desde el movimiento de los gillets jaunes (chalecos amarillos). Así que los macronistas están en una encrucijada; si realmente quieren evitar el descarrilamiento político de la historia de Francia, tendrán que votar por NFP. E igualmente están los republicanos (LR) –corriente que llevó a la presidencia a Jacques Chirac y a Nicolás Sarkozy-; el presidente de LR, Eric Ciotti, sin consultar ni siquiera a la dirigencia del partido, declaró públicamente el apoyo del partido a RN, pero Nicolas Sarkozy y antiguos dirigentes interpusieron una impugnación a Ciotti, y llamaron a impedir el triunfo de RN. Por otro lado, otros grupos ecologistas no están de acuerdo en apoyar a NFP. Todo esto conforma un escenario justamente impredecible.

Europa hasta antes de la pandemia figuraba como el continente más preocupado por los cambios climáticos y el medio ambiente. Actualmente esas preocupaciones pasaron al plano de los negocios y la publicidad. En la población europea predomina el descontento popular, por la inflación, los precios de la electricidad y los energéticos, la migración y los problemas de inseguridad. Los partidos políticos de todos los colores, juegan a proponer soluciones, visando sectores específicos de esa población. Los partidos de derecha hacen más hincapié en la migración como responsable de la crisis y de la inseguridad, aunque en el fondo son racistas y clasistas. Los partidos de izquierda responsabilizan al gobierno de todo. Los de centro dicen combatir las políticas antinflacionarias y promover el crecimiento económico.

Con un crecimiento de menos de 1% en prácticamente toda Europa y con una inflación mayor al 2%, Europa ya tuvo y tiene gobiernos prácticamente de todo tipo -social-demócratas, socialistas, laboristas, conservadores y de derecha- a pesar de ello las economías están estancadas; lo que indica que el problema es el modelo económico.

Solo Francia ha escapado a tener gobiernos de derecha. La incertidumbre está en si podrá seguir escapando. La derecha se asume como la alternativa. Culpan de la falta de oportunidades y de la inseguridad a los migrantes; en la superficie son antiinmigrantes, pero en el fondo son racistas, clasistas y colonialistas. 

El problema es que el electorado ha ido cambiando. Las clases medias esperanzadas o acostumbradas a un estatus y un nivel de vida con estándares de confort relativamente elevados, es sin duda el más inconforme ante la situación económica. Aunado a eso, están condenadas a jubilaciones más tardías e incluso al riesgo de no tener jubilación. Por tanto, pueden ser más proclives a creer que la derecha, tras el slogan Francia para los franceses, propiciará mayores oportunidades. Ante un tal escenario, es posible que para muchos el preservar la historia de Francia, sea la mínima de sus pretensiones. No olvidemos que la economía liberal ha impreso en la mentalidad de la gente el individualismo y el egoísmo, en contra del comunitarismo y el humanismo. De ahí que no es descartable un viraje hacia la derecha en el país cuna de los derechos humanos. 

Lo único bueno, si gana la derecha, es que Jordan Bardella, quien será el Primer Ministro, a diferencia de Macron, promete no enviaría tropas francesas a Ucrania, ni misiles de largo alcance que puedan alcanzar ciudades rusas, con lo cual se disminuye el riesgo de una escalada nuclear. 

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