La voz de Jael Alvarado Jáquez, periodista, narradora audiovisual y artista plástica, es reconocida por universitarios y zacatecanos de todas las edades. Durante 19 años, como productora del programa «Chinchilagua», abordó temas que iban desde robots y viajes espaciales hasta cómo la falta de agua influyó en la Toma de Zacatecas, acercando la ciencia, la historia y la cultura a audiencias infantiles”. Desde la radio hasta la literatura, su trayectoria es un testimonio de cómo el arte, la comunicación y las “ganas de divertirse” pueden entrelazarse para educar, inspirar y conmover.
Nacida en una familia de maestros universitarios, con un padre químico y una madre docente en Medicina, Jael creció rodeada de libros, debates sobre política y conversaciones que siempre incluyeron su opinión, a pesar de su corta edad. Ese ambiente crítico y reflexivo moldeó su mirada hacia el mundo. “En mi casa siempre hubo libertad de opinión. Mi hermano y yo éramos incluidos en los debates familiares”, recuerda.
Aunque pensaba dedicarse a
la docencia, en 1998 fue invitada
a colaborar en «Chinchilagua»,
un programa radiofónico
para infancias que definió
su vocación y enfoque creativo.
Aunque inicialmente pensaba dedicarse a la docencia al concluir sus estudios de Filosofía, su participación en los talleres artísticos de la UAZ transformó su camino. En 1998 fue invitada a colaborar en «Chinchilagua», un nuevo programa radiofónico para infancias. Este espacio definió su vocación y enfoque creativo. «Chinchilagua fue un taller intensivo de periodismo», donde cada semana las investigaciones y composición de guiones se dirigían a satisfacer a un público exigente: los niños y las niñas.
Uno de los sellos de Jael Alvarado es su capacidad para traducir temas complejos en narrativas accesibles. En «Nunca se es muy chiquito para saber del Sida», reportaje galardonado con el Premio Nacional de Periodismo, trató el VIH/SIDA con un tono respetuoso y educativo. “Lo abordamos de una manera tan cuidada que no tuvo críticas”, recuerda Jael, evocando cómo las grabaciones se realizaron en un clóset, con “poquitos recursos”, pero con mucho corazón y aprovechando el conocimiento y las inquietudes de las niñas y niños sobre el tema.
Más recientemente, con «Me llamo Victoria», la comunicadora se propuso narrar la historia de Ana Victoria Espino de Santiago, la primera abogada con síndrome de Down egresada de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ). «Me costó mucho trabajo encontrar el tono para hablar del tema… No quería pintar una historia color de rosa, sino abordar todas las tonalidades que tiene la situación, que enfrentan las personas que tienen discapacidad y que están en el sistema educativo… Presentando una visión que vaya enfocada hacia las soluciones, no centrada en los problemas», describe.
Este trabajo, que recibió el reconocimiento del Club de Periodistas de México, refleja el compromiso ético de Jael con los temas que aborda, su sensibilidad y profundidad.
Desde su rol en la Coordinación de Comunicación Social de la UAZ, ha hecho de la radio y otros medios un aula infinita, llevando información educativa, reflexiva y llena de creatividad a la comunidad zacatecana.
“La universidad vive gracias a la sociedad y tenemos la responsabilidad de devolverle conocimiento y arte de manera accesible, fresca y útil para todos”, sostiene. A través de proyectos como «Avance Universitario» y los programas que ahora se transmiten en TV UAZ, el público puede acceder a información desde la importancia de las vacunas, hasta el análisis de problemas sociales de la mano de investigadores emblemáticos dentro de la Máxima Casa de Estudios.
Jael Alvarado también
siente un compromiso especial
por visibilizar el trabajo de
otras mujeres universitarias
y fomentar vocaciones
científicas en las niñas.
Jael Alvarado siente un compromiso especial por visibilizar el trabajo de otras mujeres universitarias y fomentar vocaciones científicas en niñas. “Es esencial contar historias de mujeres que están transformando su entorno. Necesitamos más niñas interesadas en la ciencia y el arte”, afirma. Recientemente, trabajó con una investigadora en física y nanotecnología, adaptando conceptos complejos para que niñas y niños comprendieran la relevancia de su labor. “Es un reto enorme traducir estos temas sin ser superficiales, pero al mismo tiempo es una oportunidad para inspirar vocaciones científicas en las niñas”, reflexiona.
Con libros como «Matías, un pequeño héroe», que sitúa a un niño en el contexto de la Toma de Zacatecas, y «El Arcano», inspirado en la vida de Ramón López Velarde, Jael también ha dejado su huella en la literatura, demostrando su habilidad para transformar hechos históricos en relatos novedosos y emocionantes.
«La animación me parece fascinante porque con pocos recursos puedes crear universos narrativos increíbles. Me gustaría mucho trabajar en proyectos que utilicen la animación para contar historias periodísticas”, destaca la universitaria sobre proyectos a futuro.
Al referirse a la importancia de que la UAZ cuente con su propia frecuencia radiofónica, Jael señala que es una necesidad pendiente desde hace años. Asimismo, destaca la relevancia de consolidar y articular los espacios digitales, para potenciar el beneficio tanto a los universitarios como a la sociedad en general.
Cuando reflexiona sobre su trayectoria, Jael Alvarado no habla de premios o logros, sino del proceso. Su trabajo, desde las ondas radiofónicas hasta las páginas de sus libros, deja una huella profunda en la cultura zacatecana y en las generaciones que crecieron escuchando su voz. Una voz honesta, curiosa y sensible.