Estimado Sr. Presidente:
Escribo estas líneas entre la escucha de su última mañanera y mis obligaciones personales; reflexiono sobre los ex presidentes que me tocó sufrir y en el privilegio que tenemos las generaciones presentes por experimentar una transformación de fondo en todas las estructuras estatales. Recuerdo lo que viví junto con mis padres desde 1968, tiempo en el que radicaron en la Ciudad de México y según me contaron, vivieron en carne propia los estragos de la matanza de estudiantes del 2 de octubre. Según me platicó mi Padre, Don Jesús García, aquello era impensable, algo muy oscuro que llenó de tristeza por mucho tiempo a los habitantes del entonces Distrito Federal pese a la complicidad de algunos medios de comunicación que minimizaban el hecho. Nací en el 69 por lo que me tocó vivir los últimos días del gobierno priista del funesto Gustavo Díaz Ordaz, el chimpancé que asumió todas las consecuencias de la matanza de estudiantes, sin embargo, mucho tuvo que ver Luis Echeverría Álvarez en ese tiempo Secretario de Gobernación y sucesor del simio. También con dos años de vida, se dio otro ataque del gobierno priista contra los estudiantes denominado “el Halconazo del 71” traducido en otra matanza más contra alumnos de la UNAM y del Politécnico, pues para los sistemas priistas, la población era simple objeto del poder y no sujetos de Derecho. El régimen autoritario del PRI, no preguntaba ni pedía permiso, simplemente se imponía y si no coincidías, te aniquilaban. Según cifras oficiales, en la matanza del 71 murieron más de 200 jóvenes que demandaban autonomía universitaria, democracia y libertad a los presos políticos del 68. Ya con memoria personal, recuerdo la campaña política del priista José López Portillo en cuyos mítines regalaban unos discos de 45 revoluciones por minuto, grabados con canciones de la India María apoyando al empoderado candidato; ya como Presidente de la República, López Portillo nos impone el IVA y nos lleva a una gran crisis económica que sume en la miseria a miles de familias, sin embargo, el pueblo aguantaba tanta infamia. En lo personal nos tocan momentos difíciles y cambiamos de residencia a Valle de Santiago Gto., ahí empieza nuestra debacle económica familiar y mi padre trabaja jornadas de extenuantes a cambio de un salario raquítico que no alcanza para nada; en nuestra dieta se comía carne una vez a la quincena. En el DIF de aquel tiempo nos daban a los niños fregados unas galletas mazapanes (Nutrimpis) de supuesto sabor fresa y chocolate que sabían a mierda. El peso está devaluado pese al auge mundial del petróleo; en ese tiempo no había programas que sacarán al pueblo de la miseria, eso sí, se da la primera visita del Papa Juan Pablo II; los medios de comunicación dominados por el nefasto Jacobo Zabludovsky, nos contaban una historia manipulada de México, muy poco se sabía de la inconmensurable corrupción, de los muertos del Río Tula o de las Atrocidades del Negro Durazo; la estrategia PODER-CLERO-MEDIOS DE COMUNICACIÓN era magnífica y promovía la permanencia del PRI como partido hegemónico. Llega Miguel de la Madrid y la cosa su pone peor, para colmo el terremoto del 85 y la pésima actuación gubernamental superada por la solidaridad humana de los buenos mexicanos. De la Madrid lleva la devaluación a 1420% (Esas si eran devaluaciones no chingaderas) una catástrofe económica como nunca en México y, los pobres hasta la madre de tanta atrocidad pero seguían votando por el PRI, cómo Zacatecas que era un bastión netamente priísta pese a permanecer en el sótano del desarrollo a nivel nacional, era algo así como el Síndrome de Estocolmo. Llega Don Carlos Salinas de Gortari por evidente fraude electoral dejando fuera de la silla presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano con una caída del sistema electoral. La primera vez que voté lo hice por Cárdenas que a la postre, mantuvo ecuanimidad ante la solicitud del pueblo para levantarse en armas ante el citado fraude, por cierto, cuando el PAN tenía buenos principios y políticos decorosos, contaba con Manuel Clouthier, un político de mucho nivel que no le tenía miedo a nada. Don Carlos y su sistema neoliberalista hizo creer a México que íbamos al primer mundo y, para borrar lo jodido que estábamos, le quitó tres ceros al peso y pasamos de los millones de costos y deudas a los miles, pero igual de fregados; sin duda que esos del PRI son fantásticos para engañar, hacen corrupción y trinquetes pero con estilo, son ratas que tejen muy fino. (Le sigo la próxima semana).
Álvaro García Hernández