La Gualdra 675 / Literatura
MC [Y una mañana, saliendo don Quijote a pasearse por la playa armado de todas sus armas […] vio venir hacia él un caballero, armado asimismo de punta en blanco, que en el escudo traía pintada una luna resplandeciente, […] encaminado a sus razones a don Quijote, dijo: / —Insigne caballero y jamás como se debe alabado don Quijote de la Mancha, yo soy el Caballero de la Blanca Luna […] Vengo a contender contigo y a probar la fuerza de tus brazos.]
DS [Y una noche, encerrado Daniel en la lectura por las avenidas cargado de libros […] vio venir hacia él a un autor, cargado asimismo de ediciones en pasta blanca, que en el maletín traía dibujado un sol cubierto, […] acostado en sus locuras a Daniel, dijo: / —Insignificante autor y siempre como se debe ignorado Daniel Sibaja, yo soy el Último Alumno de los Infrarrealistas […] Vengo a darte la mano y a probar que tus debilidades sólo te hacen más fuerte.]
Aquellos días la Emérita era un embrollo, la ciudad seguía creciendo. Aquí las personas admiradas se vuelven tus enemigos. El trabajo y el orgullo nunca se encontraron en buen sendero, no tuvieron ninguna relación estrecha. Mi trabajo y el orgullo fueron un péndulo siempre hacia la noche. Entonces, la batalla del Quijote y el Caballero de la Blanca Luna en la playa fue un golpe real para mí. No quiero estar aquí. Quiero olvidarme de la gente, tal vez, más ahora que nunca. La última parte de El Quijote de la Mancha llegó a mis manos este junio, cuando, por las fechas o el calor, mis emociones comenzaron a revolverse. ¿Quiénes eran mis enemigos ahora? No lo sé, pero la ciudad se había convertido en una sensación amarga del ego.
Adquirí una biblioteca entera este mes. Llegó a mi segundo piso en una camioneta a punto de reventar, cuando los del colegio privado ignoraron mis propuestas para construir unos cuantos libreritos con ruedas. Porque en su idea: …una escuela tecnológica no necesita de un sitio arrumbado de libros, nunca fueron bien vistos los estantes, pues no deseaban convertirse en una “bodega” (qué mala imagen, qué vergüenza…). Aquí estábamos, subiéndolos. Sabiendo valorar lo que pocos distinguen en muchas cajas de autores perdidos.
—Daniel, ¿qué vas a hacer con tantos libros? —me preguntaron, los tres abogados de bienes raíces de la Emérita.
—Puedo hacer muchas cosas con ellos —contesté.
—Hoy vas a dormir entre libros, es el sueño hecho realidad.
Quizá este texto moleste a los admiradores de Ulises Carrión. Pero más allá de perder la vista todos los días, de jugarme el oficio y la comida, como quien tiene un último deseo antes de la silla eléctrica, ahora voy compensando mis errores con horas frente a las letras, imaginando libros. Así es, la vida pudo ser mejor, pero escribo y qué le vamos a hacer.
El Caballero de la Blanca Luna es un policía de la verdad. Lo veo por el periférico en las mañanas, alrededor de la Emérita. La tarea del caballero fue sencilla, traer de vuelta al Quijote a casa. A veces me pregunto, ¿quién será la persona que me llevará de nuevo a mi hogar? Después de este silencio, ¿se lo han preguntado? El ego viene cuando podemos cambiar, tenemos todas las lecciones aprendidas, vivimos con píldoras, ejercicios, tratamientos, soledad, las manos ocupadas. Pero seguimos tropezando. Y escuchamos el “eso no te sirve para nada”, “has perdido el tiempo”, “nadie quiere estar contigo”. El infinito se guarda entre las aberturas del cerebro. El odio crece por ¿impulso?, ¿o por ceguera? Una falta de visión y comunicación de nosotros hacia nosotros. Concluyo, todos los meses estoy a punto de perderme en el vacío.
MC [—Señores —dijo don Quijote—. (…) Yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy ahora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía. / (…) si la buena suerte les trujere a conocer al autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí (…), de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escribe, porque parto de esta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos.]
DS [—Compañeros —dijo Daniel—. (…) Yo fui cuerdo y ya soy loco; fui Daniel Sibaja y soy ahora, como he silenciado, Daniel Alejandro el Malo. Pueda con ustedes maestros mi rebeldía y mis mentiras llevarme al desprecio que de mi personalidad pasaban a chisme. / (…) si por mala suerte les regalaran algo de mi autoría que dicen haber publicado por ahí (…), de mi parte escuchen, cuan empobrecedor deshacerme, chínguense por esta ocasión que cada vez que lo pienso reflexiono acerca de su perfección y tan grandes valores humanos como en su slogan presumen, porque hoy parto de esta clase de vida con mucha elegancia de haberles dado una razón para despedirme.]
No sería la primera vez. No quiero dar explicaciones: …me voy al carajo. Esta edición conmemorativa, publicada por Alfaguara para los maestros, yace completamente desbaratada; sin portada ni lomo, con papeles rasgados; las grandes líneas de diálogos, rayadas, coloreadas; y algunas páginas hechas añicos. Así estoy cursando mis veintisiete años, en el desequilibrio total de mis emociones, tecleando para salir de este precipicio.
Quisiera compartirles este coraje que tengo por vivir. Que las personas de altas expectativas se acaben. Que yo pueda sostenerme por mí mismo y contarles las mejores historias de mi vida. Que así sea, y que vengan los que tengan que venir; que se vayan los que no soporten, que voy hacia ese preciso momento, no importa con qué o con quién. Váyanse al demonio. Vayan con Dios. Con quien ustedes más quieran. Yo me quedo, y escribiré. Vale.
* Mérida, Yucatán, 1997.