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lunes, 21 abril, 2025
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“Es el proyecto, estúpidos”

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Le hace falta al frente amplio por México (o el nombre que tenga la alianza PRI, PAN, PRD esta semana) un estratega como el que, en 1992, hiciera evidente al equipo de Bill Clinton, lo que le podía dar oportunidad de triunfo frente a George Bush, que hasta entonces parecía imbatible.

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A diferencia del escenario estadounidense, donde la frase que quedó para la posteridad era “it’s the economy, stupid”, acá tendría que utilizarse un concepto aún más amplio, correspondiente al tamaño del hueco, algo así como “es el proyecto, estúpidos”. 

De poca utilidad serán las dos docenas de suspirantes que pretendían hacerse con la candidatura presidencial, de los cuales ya algunos se han “bajado”, si ninguno de ellos es capaz de generar un proyecto que le sea atractivo al electorado, y hasta ahora, a cinco años de su derrota y faltando uno para la elección presidencial, no parece haber el menor esfuerzo en construirlo.

Por el contrario, los últimos días, los tres partidos políticos que integran esa alianza, más los poderes fácticos que los acompañan, apenas han logrado coordinarse en generar un método que permita la selección de quien asuma la candidatura presidencial, pero esto ha ocurrido de forma atropellada.

Por principio de cuentas, esta primera convocatoria es una evidente reacción ante el temor de que Morena y sus aliados le estuvieran “comiendo el mandado” por el proceso de elección de coordinador de defensa de la cuarta transformación. 

Además de la debilidad que deja ser el segundo “en pegar”, este movimiento terminó por eliminar el argumento de que su contraparte estaba violando la ley por adelantarse al proceso, porque de ser esto cierto, como no la ha sido (en lo legal, al menos) en ninguna elección local en los últimos cinco años, estarían cometiendo la misma ilegalidad de la que acusan al rival. 

Luego vino la desbandada del llamado “mini INE” que no hizo más que confirmar que las diferencias están en todos los niveles, y que el discurso de la superioridad moral ciudadana terminaba cuando las fachadas que ayudaban a legitimarlo no encontraron salidas técnicas que justificaran las decisiones partidistas. 

Y después de esto, continuó la renuncia de varios de sus aspirantes. Una de las más sonadas, Lily Téllez, que con su histrionismo había logrado notoriedad, pero quien se aproxima cada vez más a la ultraderecha radical más coincidente con sus ideas.

También “se bajó” Mauricio Vila, gobernador de Yucatán, cuya madurez política, popularidad en la región y buenos resultados, lo habían convertido quizá en la carta más seria de la fuerza política a la que pertenece. 

Luego renunciaron algunos de los más notables perfiles del PRI, o lo que queda de éste, como Alejandro Murat y Claudia Ruiz Massieu. Y también lo hizo Germán Martínez, quien, de paso, puso en tela de juicio la legalidad del procedimiento. 

Al momento de escribir estas líneas, el último en haberse bajado de ese tren es el empresario Gustavo de Hoyos, ex líder de COPARMEX, quien para algunos era el favorito de Claudio X. González, el millonario que ha impulsado cada membrete con el que el que se ha relanzado una y otra vez a la misma fuerza política opositora. 

Permanece Santiago Creel, quien mantiene perfil bajo mientras empieza a notarse una andanada de apoyo a Xóchitl Gálvez, en quien, algunos creen, la gente podría encontrar más identificación por su forma de vestir, lenguaje sencillo, y desparpajo. Más o menos un estilo similar a Gerardo Fernández Noroña, a quien le reprochan lo mismo que a Gálvez le aplauden.

Falta por ver si ser el perfil “menos fifí” le es suficiente a Xóchitl Gálvez para consolidarse en la delantera por la candidatura presidencial. 

De cualquier forma, sea así, o se busque otro, seguirá la oposición muy lejos del triunfo en tanto no pueda generar un proyecto de país que convenza a quienes difieren con el de la cuarta transformación porque hasta ahora solo los aglutina la certeza de que no les gusta el rumbo que lleva el país, pero han sido incapaces de decir hacia dónde quieren dirigir el timón que, sin embargo, se empeñan en recuperar. 

Puede ser que en la clase política lo importante sea ser capitán o estar entre la élite de la tripulación, pero para los pasajeros “el quítate tú porque sigo yo” no basta.

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