15.9 C
Zacatecas
martes, 3 junio, 2025
spot_img

Apuntes: finales de partida 1/3

Más Leídas

- Publicidad -

Por: RICARDO BERMEO • admin-zenda • Admin •

La travesía en esta segunda década del S. XXI, mantiene en vilo, nuestras conjeturas en torno a la historia en curso. Las reflexiones sobre la gran bifurcación entre democracia y capitalismo, decantando –el polo dominante- hacia formas heterototalitarias, invaden -ya- el terreno de la ciencia-ficción distópica.

- Publicidad -

Existen demasiadas sombras, y muy pocas luces. Si bien, no faltan, discursos -y figuras-, que  ofreciendo  las llaves para adentrarnos en el nuevo milenio, continúan reproduciendo al sistema, mientras transgredimos umbral tras umbral, en esta carrera suicida y autodestructiva.

¿Acaso –sabemos- que tan  corto o largo puede ser esté  Siglo, o, qué tan veloz, -o lento-, será nuestro recorrido en una ruta -ya- balizada, cuya destinación enfrentamos con una irresponsabilidad que raya en la locura?

Se impone la pregunta: ¿quiénes y cuándo, lograrán aplicar -por fin- el freno a esta desquiciada locomotora del “progreso”?

Si hacemos un corte –arbitrario- tomando algunas experiencias políticas recientes, por el lado de la perspectiva de izquierda, últimamente muy menguada por la radical inadecuación de sus “proyectos” ante un mundo, que no se alcanza a leer correctamente, y, donde, por ende,  avanzamos con enormes dificultades en la elucidación capaz de redefinir el propio qué hacer -transformador-,  ante un panorama complejo y convulsivo.

Sin pretender ser exhaustivos, repasemos -rápidamente- la lista: Grecia, con Alex Tsipras, uno de los recientes casos  paradigmáticos, cuya trayectoria dibuja la capitulación de Syriza, abandonando  la democracia “real” ante  un burocrático, jerárquico, ejercicio  del poder, gracias al control efectivo de los resortes existentes de la (mal llamada) “democracia representativa” (que no es democracia), ; pasando por Argentina, -el final del kirchnerismo- y el triunfo de Macri y su aplicación brutal de un programa neoliberal (60,000 mil empleados despedidos); siguiendo con Brasil, el impeachment a Dilma (y a Lula),  y el asalto a las instituciones por parte de los poderes fácticos y fracciones de una corrupta clase política; Venezuela, y la feroz batalla por el poder, entre los sectores ayer privilegiados,  – y, hoy excluidos de los beneficios que prácticamente monopolizaban,  bajo el anterior esquema de reparto de la riqueza- (designado como el complejo político (neo)liberal), frente y contra, las fracciones políticas y económicas, no tan nuevas, atrincheradas en las instituciones estatales, y por último, las elecciones del 26J en España. (Podríamos continuar, Bolivia, Ecuador, Paraguay. Incluyendo, con  distintas modalidades, México, Gran Bretaña,  E.E.U.U.)  etc.

En las experiencias de “izquierda”, con sus obligadas, profundas, diferencias, (en Grecia, un austericidio “pactado” descarriló esa dinámica), existen denominadores comunes: el Estado como distribuidor de la renta. Boaventura de Sousa Santos, define esa función estatal  como fundamental, y la utiliza como argumento para defender la contribución de los gobiernos progresistas de América Latina, en contra de quienes, oponiéndose a la forma Estado, están a favor de transformar las funciones estatales, mediante formas de  democracia directa, (en la medida en que la democracia representativa no es democracia), mediante la realización de un proyecto de autonomía individual y colectiva.

Es indispensable una elucidación (pensar lo que hacemos y saber lo que pensamos) colectiva, e individual, en torno al “fin del ciclo de los gobiernos progresistas” latinoamericanos, debate todavía  abierto. La lucha diferencial por el poder entre las elites, no ha cesado, -ni terminará- aunque el poder estatal cambie de bando.

Ensayaré una distinción de carácter operativo, para diferenciar entre tres tipos de complejos políticos: el hegemónico, el “disruptivo funcional”, y el “disruptivo alternativo”.

El primero es el de las elites hegemónicas y el  imaginario dominante (que, por ahora, sigue in-formado -y formateado-  por cierto “neoliberalismo” a la carta; con variaciones, según quién lo  defina y para quién iría destinada su aplicación), y cuyas claves geopolíticas son esenciales, la pesada injerencia del “Imperio del caos”, en su patio trasero,  en un mundo multipolar.

El segundo, el complejo político “disruptivo funcional”, una oposición que ha desembocado  en  “confluencias perversas” donde caben prácticamente el grueso de las experiencias arriba recordadas (situadas a la izquierda), entre cuyos rasgos centrales encontramos: realizar un recambio  de elites; redefinir algunos de los parámetros relacionados con la distribución de la renta; sin transformar ni el aparato estatal; ni sobre todo, potenciar la fuerza de los movimientos a favor de la autonomía individual y social.

“Disruptivo funcional”. El cambio es circunstancial. Sin ruptura democrática profunda, consistente, continua, expansiva, se va de disputar el poder en el terreno electoral, y ensayar plataformas políticamente híbridas, “máquinas electorales”, con tendencias  más o menos democratizantes, hacia la reedición de estructuras jerárquicas, burocráticas, clientelares, verticalistas, similares a aquellas que se criticaban, de lo instituido. El tránsito iría desde la fase germinal, con cierta “horizontalidad”, ciertos niveles de participación colectiva en la toma de decisiones, y “mística democrática”, hasta el vaciamiento del sentido democratizador, saboteado  (así) por los “efectos perversos” desatados.

Queda el complejo “disruptivo alternativo”: la ruptura democrática -ética y política-  radical. ■

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -